sábado, 5 de diciembre de 2020

Querido 2021:


Te escribo ahora porque, sinceramente, estoy deseando que llegues, aunque aún queden unas semanas para recibirte.
No voy a hablarte de este año porque ha sido demasiado en todos los aspectos, no ha sido mi año precisamente, aunque creo que este no ha sido el año de nadie.
El 2020 ha sido demasiado duro en ocasiones, sobre todo aquí dentro, aunque también me ha servido para demostrarme a mí misma que soy una personas mucho más fuerte de lo que creía, pero ya está llegando a su fin y, como cada año hago, quiero pedirte ciertos deseos o ayudas en algunos aspectos.
No sé en qué momento ha ocurrido, pero me he vuelto a perder a mí misma en este mundo y, con ello, la ilusión por muchas cosas insignificantes para el resto pero importantes para mí, es cierto que tal vez el agobio que estoy sintiendo en la universidad este año más que cualquier otro ayude a esto, pero no sé... yo antes bailaba más, cantaba más, no estaba tan aislada y hasta me hacía ilusión pasar mis apuntes a limpio con distintos colores o imaginarme historias con las personas del metro, echo de menos ese lado de mí, y no es que lo haya perdido, está en mi mundo columpiándose, pero me gustaría que volviera a este.
También me gustaría que volviera todo a encajar, funcionar o, al menos, encontrar las formas para que todo vuelva a avanzar, no pretendo que las cosas sean como antes ya que sé que eso es imposible, pero me gustaría volver a pensar en mil planes de futuro y, aunque no sepa con seguridad si ocurrirán o no, me gustaría perder el miedo a tener una rutina y volver a tener la confianza suficiente para hablar de cualquier cosa, me encantaría que eso ocurriera.
En la universidad me conformo con que me eches una mano para que no me invadan tantas veces las ideas de "no eres capaz", "tal vez no lo consigues"... joder he llegado hasta aquí yo solita, necesito creer y confiar más en mí y tener la plena seguridad de que puedo conseguirlo, aunque parte de mi salud mental se quede por el camino.
También te agradecería si le quitaras a este curso parte del sabor a despedida que tiene desde el primer día, o quítame a mí parte de los miedos al cambio, aunque he estado pensándolo y he descubierto que no es tanto los cambios los que me asusta, sino perder por el camino a personas que realmente me encantaría tener muchísimo más tiempo a mi lado, aunque ahora mismo no sepa cómo hacerlo.
Algo bueno de este año es que algunas cosas en mí sí he mejorado, pero como siempre, en el último momento y por las malas, perderme a mí misma durante meses me permitió descubrir a una tía increíble, súper soñadora, creativa, con una imaginación alucinante, una sensibilidad que me encanta (aunque a veces me juegue malas pasadas) y super ilusionada por todo, jamás la habría conocido si no fuera por su ausencia durante ese tiempo, como ya te he dicho antes, últimamente se pasa más tiempo en su mundo que en este, pero le entiendo, este año ha dolido demasiado en ocasiones, porfi haz que vuelva conmigo, tengo ganas de sacarla a bailar y de que se vuelva a sentir la tía más preciosa y más sexy del mundo delante del espejo con esos pelos de loca y esas ojeras por haberse acostado tarde. 
También, quiero agradecer al 2020 con toda la alegría del mundo la brujería o hechizo o lo que haya hecho con mi madre para que nos hayamos empezado a entender mejor, a ambas nos cuesta mucho dar hasta los pasos más pequeños, pero los silencios han dejado de ser incómodos en muchas ocasiones.
Este año ha sido complicado, son demasiados los momentos en los que me he autosaboteado, en los que me entró el miedo, en los que me he sentido triste o perdida, en los que me he quedado callada cuando no debería haberlo hecho, etc.
Pero, a ti 2021 quiero recibirte como una hoja en blanco llena de posibilidades y oportunidades, quiero sentir que puedo hacer que todo vuelva a encajar y a avanzar, quiero volver a ilusionarme muchísimo y que cualquier lágrima sea o de tanto reír o de emocionarme (no acepto otras alternativas), de verdad, lo quiero y lo necesito, el cupo de días tristes/duros/meteduras de pata/nostálgicos y cualquier otra sensación parecida ya está lleno, ahora me merezco todo lo contrario.
Y por favor, esto es de las cosas más importantes, cuídales ¿vale?, ya sabes de quienes hablo, también ha sido un año bastante duro para muchos de ellos, así que no te voy a pedir que me los dejes tener aquí cerquita siempre porque sé que eso ni siquiera tú puedes controlarlo, pero cuídales mucho y bien, aunque te digan que no quédate ahí cerquita por si acaso necesitan un puñado de magia.
Ojalá puedas hacer de las tuyas y ayudarme un poco en estos aspectos o mandarme algún tipo de señal o puñado de energías para poder vivirte, sentirte y recordarte después como un gran año, pero, pase lo que pase...mírame, estoy viva, estoy sana, tengo comida encima de la mesa, luz y un armario lleno de ropa, soy una personas muy afortunada por muchas muchas razones, el 2020 ha golpeado fuerte, pero no lo suficiente como para derribarme, así que aquí te espero 2021, deseando que seas un año mucho mejor que el anterior, pero vengas como vengas seguiré a pie de cañón luchando por mí y por lograr mis objetivos, sé que soy capaz de ello, aunque me cueste creerlo ahora mismo.
Te espero, tengo ganas de que llegues.

martes, 1 de diciembre de 2020

No hay mayor verdugo que el tiempo reclamando atención.

1-2-3 al escondite inglés...
La bala sale de una boca experta en mordiscos, pero no en besos.
Recorre un espacio lleno de vacío y el silencio se arrodilla sintiendo admiración o temor de que haya sido capaz de apretar el gatillo.
La piel se transforma en el búnker de un castillo de hielo, lleno de cerillas encendidas que se consumen mientras los latidos del corazón conectan la llama conjunta con la cuerda de una bomba llena de mariposas suicidas.
El temblor del suelo y la ausencia de movimientos hace ponerse en lo peor y cerrar los ojos contando los segundos que quedan para ser lanzada por los aires, deseando sobrevivir a lo que está a punto de ocurrir. 
La bala atraviesa el costado izquierdo de manera limpia y veloz, la sangre empieza a derramarse y la bomba que llevaba en el pecho explota entonces con un conjunto de orugas en su interior sintiéndose las mariposas más hermosas que jamás han existido en el reino.
Todo ocurre demasiado deprisa y la sangre no deja de salir.
Dos luciérnagas refugiadas en una mirada perdida ante la brutalidad de la escena tienen tanto miedo que hasta dejan de brillar durante unos segundos con una ínfima esperanza de que cuando esa niña mire debajo de la cama de sus padres no encuentre los regalos de Navidad.
1-2-3 al escondite inglés...
El gatillo acaba de ser apretado por el segundero de un reloj que no cesa su tic-tac y sólo quedan unos milisegundos para que esa bala cargada de tanta rabia como amor comience su trayectoria.
Venga, aprieta el gatillo o regálame una caja llena de orugas con ganas de volar, tú decides.
1-2-3 al escondite inglés...
Que nadie se mueva, que nadie respire, tal vez así los monstruos no se den cuenta que seguimos aquí. 

domingo, 29 de noviembre de 2020

Sabor a despedida para reencontrarnos después.

 

No sé exactamente que ocurrió.

Echo de menos esa facilidad de permanecer juntos, pese a la complejidad que suponía desde fuera al ser cada uno una isla completamente diferente al resto, echo de menos la facilidad que algunas veces encontraba para hablar con vosotros, la conexión que permanecía intacta sin importar los kilómetros o el tiempo que transcurriese, el amor y la complicidad que existía, las personas que fuimos y que sé que no volveremos a ser, los abrazos salvavidas y hacer que todo salga bien sin importar las dificultades que fueran apareciendo por el camino, que las discusiones acaben bien, saber cómo hacer que las cosas funcionen, que los pequeños problemas no fueran a más, estar en las buenas, en las malas y en las peores, hablar de "para siempre" creyendo firmemente en ello, eran bonitas esas conversaciones, echar de menos el escándalo que provocaba nuestra presencia en cualquier lugar y que yo que sé a dónde vamos, pero por dios que alguien empiece a andar que hace frío.

Hacer algo sin saber que es la última vez que se hará o se vivirá así da muchísimo miedo, pero prefiero no haber sabido que esa sería la última vez, porque sino ni de coña habría dejado de abrazaros o habría cogido ese metro de vuelta, me habría quedado allí intentando memorizarlo y disfrutarlo todo un poco más, aún sabiendo que eso no servirá de nada ni conseguirá hacer eterno el instante.

Alguna que otra noche antes de quedarme dormida sigo pidiendo al genio de la lámpara, a las estrellas o a cualquier tipo de magia invisible ante nuestros ojos que por favor me lleve de nuevo a cualquiera de esos momentos que llevo aquí dentro tatuado en braille, y que si no es posible, que os cuide bien al menos.

Quedarme abrazada un ratito más como si fuera un sueño del cual no quiero despertar, una última conversación como las de antes en la que no dices nada, pero ya lo has dicho todo entre miradas, volver a pedir el mismo deseo al soplar las velas o soplando esa pestaña que me acaba de robar el viento haciéndome un spoiler de lo que vendrá, discutir una vez más cualquier tontería y acabar riéndome porque ni siquiera sé que quería decir, una última ronda de tintos y cervezas que acabarán emborrachando a más de uno, una última canción, una última noche y por favor que nadie se vaya a dormir que ya lo dijo Peter Pan, justo ahí está la trampa.

Volver a esa última vez en que de verdad creíamos en los "hasta el infinito y más allá", y me hace feliz que ya os tengo conmigo para siempre, aunque no fuera así como lo imaginaba, y que seguiré ahí, que aunque no sea con todos a la vez me muero de ganas de seguir a vuestro lado, y seguiré ahí en mil aventuras más, que aunque ya no sea lo mismo, aunque sienta algo roto me quedo con cada uno de vosotros, que al fin y al cabo, es lo que de verdad puede llegar a ser eterno.

Pero ahora mismo me tengo que ir, algo aquí dentro y a mi alrededor dolía demasiado para permanecer en un lugar en el que ya no estáis, aunque os sienta aquí cerquita; la ausencia de algo invisible que nos hacía permanecer unidos, los minutos antes de salir a escena, el bullicio entre los pasillos o las ganas de deciros que os echo de menos, aunque esto no vaya a cambiar nada, me di cuenta que no puedo estar bien con nadie si antes no estoy bien conmigo misma, aceptar que las cosas son así y que no por eso tienen que ser una tragedia, quien sabe... tal vez algún día volvamos a Nunca Jamás y nos demos cuenta que todo esto era necesario y que en ningún momento hemos estado alejados, pese a sentirnos así en demasiadas ocasiones, volver a esas butacas, a ese escenario y darnos cuenta que pase lo que pase nos tenemos para siempre, pero ahora me tengo que ir, al menos hasta que deje de sentirme en mitad de un campo de minas en el que ya he bailado varias veces, ignorando su existencia.

Os quiero y os llevo cada día aquí conmigo, no lo dudéis, a la izquierda de mi pecho y haciéndome que no pase frío, gracias.

Pero hoy sé con seguridad que todo esto sólo se queda en un "os echo de menos", "ojalá estéis a la salida" y "ojalá esta vez hacer el instante eterno", aunque sólo sean 5 minutos más. 


viernes, 27 de noviembre de 2020

Las personas somos algo más que resultados


No me voy a meter en si es justo o no, seguramente sí lo sea, pero a veces es demasiada la frustración que te hace sentir el ver que nada de lo que hayas hecho importa si no se ve en los resultados.

Da igual todo lo que te hayas esforzado, lo que hayas tenido que recorrer, las cosas que te hayas perdido para estar donde estás, despertarse pronto todos los días para estudiar, acostarse de madrugada casi siempre por lo mismo y aún así la mierda de vocecita interna te susurra a veces que no es suficiente o te pregunta si lo es obligándote a seguir un poco más.
Da igual tu nivel de esfuerzos o el número de horas que le eches si en los resultados no se ve. Si hay alguien que ha logrado mejores resultados sin tanto esfuerzo será a quien se coloque por encima.
Y sí, este es un método justo ya que consiste en basarse en unos criterios objetivos para hacer una selección, pero me da rabia a veces porque yo no soy la chica del Notable casi nunca, y mucho menos del Sobresaliente, yo soy la chica del Bien, y eso es lo único que vale sin importar el número de horas que le hayas dedicado a algo o el nivel de esfuerzos o los horarios marcados que reducen las horas de sueño para llevarlo todo lo mejor posible, todo eso da igual porque sólo tú eres consciente de que lo has hecho, de que te has levantado antes para terminar algo, que has renunciado a cualquier plan por la tarde para continuar los dos o tres trabajos que tengas compaginándolos con el estudio, y que te has quedado hasta tarde para hacer ese otro trabajo "voluntario" que también cuenta para la nota, estas cosas nadie las valora si no se ven reflejadas en los resultados, en mi caso en estos sólo se ve una pequeña parte y me revienta no encontrar la manera de hacerlo mejor y vivir durante el curso con la voz continua de las dudas y los miedos que se transforman en frases como: "No es suficiente y lo sabes", "tal vez no lo consigas", "deberías estar estudiando y no perdiendo el tiempo".
Y luego encima están esas dos o tres personas que te dicen que es que a ti se te da bien estudiar o te es fácil hacerlo o lo sacas sin problema.
No amiguis no, yo no soy de esas que dos tardes antes se lo estudia y llega sin problemas a un 8 o 9, yo soy de esas otras que se mata día sí y día también por lograr mis objetivos, que me marco un horario rígido y que más me vale cumplirlo para no cargar con los sentimientos de culpabilidad si no lo hago, soy de las que tiene una lista interminable de cosas que hacer y poco a poco la voy acortando, soy de las que se acuesta tarde al sentir que no llega y la que, mientras vuelve a casa, repasa lo estudiado mentalmente para ver si lo recuerdo todo.
Y no es que quiera un reconocimiento por ello ya que estamos todos en mayor o menor medida en las mismas, sólo es que me produce bastante frustración sentir que a veces nada de esto importa y lo único que vale son los resultados que hayas conseguido producir sin importar el proceso que has llevado a cabo para llegar a ellos, no sé, sabía ya que este año más que cualquier otro habría momentos de este tipo que se sientan un poco cuesta arriba, así que se respira profundamente y se sigue porque creo firmemente en que parte del éxito reside en no rendirse, y por supuesto que yo eso no lo voy a hacer, pero me apetecía vaciarme del todo sobre una hoja en blanco, como siempre. 

jueves, 26 de noviembre de 2020

Pequeño Gran Recordatorio


Recordatorio:
Cada persona tiene sus ritmos, no juzgues ni tus tiempos ni tus espacios ni tus etapas, necesitas pasar por cada una de ellas y comprobar que eres capaz de seguir, la mirada hacia delante, no al suelo, ¿recuerdas?.
Acuérdate que parte del éxito reside en no rendirse, que las caídas son oportunidades para coger aire y volver a levantarse con mayor impulso, con más fuerza, con más valentía y con más ganas de pintar tu mundo con los colores que decidas.
Recuerda el esfuerzo que llevas a tus espaldas y ten confianza en que todo volverá a encajar, y sé que ahora mismo no crees demasiado en ello, pero lo haces cada día lo mejor que puedes y por fin has aprendido a ponerte a ti en primer lugar, agradece tus logros y aprende de aquellos días en que sentiste que todo te superaba, no te olvides de que eres una persona, y como tal debes aceptar todas las etapas que nos hacen humanos.
Me alegra muchísimo ver que regresaste a tu mundo y que sigues cuidando de él con cariño y esmero; derribaste las fronteras y los límites, pegaste tu grito de guerra ante los miedos y monstruos que querían acabar con él y volviste a saltar al vacío sin importar si llevabas o no paracaídas al ser capaz de abrazar al dolor con tanta intensidad que a veces hasta logras crear nuevos reinos a partir de su esencia, ojalá algún día consigas hacer todo esto ahí fuera, estoy segura de que serían muchos los rostros de fascinación y admiración que provocarías, pero no pasa nada si todavía no eres capaz, como ya te he dicho estas cosas llevan su tiempo y respetar tus ritmos es imprescindible.
Al menos sigues escribiendo, y tú misma sabes que mientras seas capaz de seguir haciéndolo podrás seguir respirando y, de este modo, seguir adelante.
Y ya sé que los miedos siguen acechando alguna que otra noche y que todo parece quedarse a oscuras cuando sientes su presencia, en esos momentos recuerda toda la luz que llevas dentro de ti hasta cuando crees que no es así, recuerda tu poder, recuerda que pasito a pasito puedes conquistar el mundo aunque ahora no lo veas.
Así que ten confianza, no te olvides de respirar y recuerda que esta etapa es imprescindible para que puedas volver a vivir otras mejores. 

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Feliz va a ser el día que no falte ninguna


Si vieras a través de nuestros ojos gritarías igual, por las que estuvieron, por las que estamos y por las que estarán.

Alzad la voz porque nuestros cuerpos son eso, NUESTROS, y nadie tiene derecho a juzgarlos o a tomar una decisión respecto a ellos, alzad la voz por cada "piropo" callejero que te hace agarrar las llaves con más fuerza, ES ACOSO.

Alzad la voz porque no solo duelen los golpes, y si te hace sentir poca cosa, mal, te controla o no te permite ser completamente libre no es amor, es maltrato. 

Alzad la voz porque no existe la ropa "de niño" y "de niña", la ropa no tiene género y todas las personas tenemos derecho a vestir como nos de la gana. 

Alzad la voz para que se deje de cuestionar a una mujer por el nivel de ebriedad, la forma de vestir, las palabras o sus acciones cuando sufrió cualquier tipo de agresión machista, el único culpable de este tipo de actos es el agresor que los cometió.

Alzad la voz porque las mujeres lesbianas no son un fetiche sexual y nadie tiene ningún derecho a soltar una opinión que no han pedido.

Alzad la voz porque NO ES NO y lo demás es violación, aunque sea tu pareja, eso no justifica nada.

Alzad la voz porque no tienes la obligación de comportarte "como una mujer", actúa como te de la gana.

Alzad la voz para derribar la presión social que también tienen los hombres, que por cierto, también lloran y se emocionan, y no por eso son menos hombres.

Alzad la voz para que algún día ya no sea necesario enviar ese mensaje de WhatsApp de: "Ya he llegado a casa".

Alzad la voz porque donde hay vello hay alegría y, como ya he dicho, nadie tiene derecho a opinar sobre el cuerpo de otros.

Alzad la voz porque las mujeres tenemos la misma capacidad de llegar al mismo puesto laboral que los hombres y nadie debe poner en cuestión sus palabras por el hecho de ser una mujer.

Alzad la voz porque ¡Manolo, Manolito, ya va siendo hora de que hagas la cena tú solito!, tu mujer es tu mujer, no tu sirvienta.

Alzad la voz por las mujeres transexuales porque el feminismo será transfeminista o no será.

Alzad la voz porque tenemos muchísimas razones por las que hacerlo, porque somos una marea morada que sabemos de que hablamos, que luchamos contra el patriarcado día sí y día también junto a la sororidad y el empoderamiento como nuestras armas más fuertes.

Que estamos vivas y que debemos celebrarlo, celebrar que tenemos voz, que somos muchas y faltan demasiadas, pero por ellas mismas gritamos bien algo que el patriarcado se va a caer, lo vamos a destrozar y vamos a ser las mujeres que nosotras decidamos ser porque SON NUESTRAS VIDAS Y NOSOTRAS DECIDIMOS.

Y algún día sé, con seguridad, que lo lograremos y que ya no faltará ninguna.


Grita, tú, que agarras el miedo con una mano y que sales ahí fuera siendo la mejor versión dr ti misma cada día, grita tan fuerte y tan alto que no les quede otra opción que escucharte, que escucharnos luchando por nuestra libertad. 

martes, 24 de noviembre de 2020

Fue una retirada por miedo a no poder luego curar las heridas

Lo logró, el dolor consiguió asustarme lo suficiente esa noche para abandonar mis creencias sobre el futuro, sobre mí y sobre los demás.
Quedarse dormida llorando contra la almohada y que al día siguiente el dolor de cabeza y las ojeras te recuerden el ayer es una de las peores sensaciones que existen, así que aunque no quisiera hacerlo abandoné todo aquello en lo que creía y decidí dejar de esforzarme tanto y pasar a ser una más de esas personas que no reclaman la compañía de nadie (pese a necesitarla), que sólo cuenta pequeñas cosas de las que lleva dentro para no asustar, que se limitan a conversaciones superficiales que ni siquiera son importantes para poder deshacer todo si las cosas se pone feas, y que mejor no hablar demasiado sobre ti porque, total, a nadie le apetece meterse en cosas complicadas.
Abandoné verbalizar los "Te quiero", "me gusta estar contigo", "te echo de menos", aún sintiéndolos aquí dentro, abandoné los abrazos, pero no la necesidad de uno de ellos de verdad, abandoné la ilusión hasta por las cosas más insignificantes, pero no las ganas de sentirla, abandoné la intensidad, pese a seguir toda ella recorriéndome por dentro, abandoné los planes de futuro como mecanismo de defensa, pese a soñar con ellos varias noches cada semana, abandoné todo aquello que me hizo llorar esa noche y prometí que no volvería a intentarlo fuera de mi mundo, que dolió demasiado y me asustó la idea de no poder salir de ahí.
No es maldad lo que llevan muchas personas dentro, es miedo apoderándose de ellos, de nosotros, poniéndonos contra la pared y obligándonos a una retirada, abandonar nuestros ideales y ser realistas o adultos... que palabras tan feas, pero me sentía agotada de ese tipo de noches, tuve tanto miedo como dolor arañándome durante horas cada habitación que había cuidado con esmero.
Lo siento, esta es la última vez que lo digo (probablemente no), lo siento por todo lo que no se ajustara a las normas de la superficialidad de los vínculos y conversaciones, pero no quería ajustarme a ellas, quería creer y algo sigue creyendo dentro de mí que hay otra manera de hacer las cosas, que tal vez ahora no sepamos cuál es, pero que la vida y el día a día no se limita sólo a una escala de grises, a prisas en el metro y a individualismo como mecanismo de defensa, lo siento a todos, no supe hacerlo mejor, no me atreví.
No me gusta la opción que elegí, pero fue el precio que tuve que pagar para salir de ahí, para que el dolor dejara de apretarme el cuello y para no vivir más noches como aquella, tuve miedo, me asusté más de lo que ya me imaginaba que lo haría y estaba dispuesta a aceptar cualquier cosa antes de seguir sintiéndome así.
Tal vez hay una parte de mí que no pertenece a este mundo y que siempre me pide volver al mío, permitiéndome ahí ser de verdad, tal vez no funciono bien en este o tengo algún error de programación que me impide aceptar las cosas del todo, dejando de esforzarme así tanto en lo que al resto parece que no le cuesta trabajo alguno.
"Lo pasado, pisado".
Menuda mierda de consejo, pero es que yo no quiero pisarlo como hacéis vosotros, yo quiero abrazarlo, sentirme feliz de haberlo vivido, disculparme si a veces tanta intensidad fue abrumadora y pedir al momento que por favor se mantenga intacto tal cual es, que nada de esta sociedad lo rompa, y que algún día ni el miedo ni el dolor tendrán el poder que ahora tienen para aceptar una realidad que no queremos aceptar.
He dejado de creer en las buenas y malas personas, creo que hay personas valientes y otras cobardes, me gustaría sentirme algún día parte de las primeras del todo, mientras tanto prefiero regresar a mi mundo y columpiarme durante unas horas esperando que alguien mire al cielo sólo porque está bonito.


domingo, 22 de noviembre de 2020

Compartía las noches con los felinos de los tejados

Me pongo los cascos, elijo la canción de Lady Madrid de Pereza que tantas veces he cantado a pleno pulmón en cualquier bar perdido, cierro los ojos y me dejo invadir.
Cada noche andaba por los tejados de la vieja ciudad que le había visto crecer y bailaba a la luz de la luna sin temor a caer al vacío, dentro de ella el sonido de unos cristales rotos le hacían temblar de frío, pero eso no le impedía seguir bailando al ritmo de una balada lenta que nadie más alcanzaba a escuchar.
Cuando la realidad o los miedos le intentaban atrapar ella saltaba a otro tejado y giraba aún más rápido sobre sí misma para no dejarse coger; el dolor se quedaba fascinado observando a ese ave fénix que no dormía, sino que bailaba por las noches, en ocasiones era tanta la admiración que se agarraba a su pecho dificultando su respiración para ver el mundo desde ahí arriba, ella lo sentía, sentía su existencia y su presencia ahogándole, volvía a saltar y de nuevo todo se desvanecía mientras la canción le leía un cuento de buenas noches.
Los felinos que habitaban en las chimeneas y los deshollinadores intentaban imitarla, pero se quedaban en un pobre intento del último baile que estaba siendo aquel.
Al este de ciudad los primeros rayos de sol ya asomaban y se empezaba a oír el sonido de las persianas de los primeros bares que dificultaban seguir escuchando el sonido de esos cristales rotos que le impedían dormir por las noches.
Cerraba los ojos y corría veloz en sentido contrario al sol por encima de tejados y terrazas, el movimiento de sus pies era ágil y exacto para evitar caerse, y la luna observaba atenta la escena creyendo que estaba a punto de vivir su primer beso con una persona de esas que no tienen miedo al vacío por la existencia de la pequeña posibilidad de tocar la luna con las yemas de sus dedos.
Nunca lo conseguía, siempre eran centímetros los que quedaban entre ellas después del gran salto, pero esto no hacía que perdiera la ilusión, mañana volvería a los tejados mientras la ciudad durmiese y seguiría bailando ante la mirada de interés de los felinos que por allí habitasen, ante la admiración del dolor por su manera de jugar con él como si así fuera a desaparecer, y ante la esperanza de la luna de que alguien soñara con llegar a ella sin separar los pies del suelo. 

lunes, 16 de noviembre de 2020

Los días grises también pueden llegar a ser bonitos


Hoy hace frío, es un frío de esos gélidos que se te mete en los huesos y cuesta sacar por muchas capas de ropa que te pongas.
Observo el despertador y jugueteo durante unos minutos con la tentadora idea de quedarme todo el día en la cama, ojalá poder hacerlo sin los sentimientos de culpabilidad posteriores.
Cojo el móvil y reviso los mensajes, la mitad aburridos y la otra mitad me hacen pensar más de lo que debería hacerlo.
Uno de los mensajes es el de una amiga agradeciéndome que siempre esté ahí, que le gusta contarme su día a día aunque haya sido el día más aburrido del mes.
A veces me observo al final del día y me siento muy realizada al pensar en todas las personas a las que les he ayudado de alguna forma; a las que he escuchado, a quienes he pasado unos apuntes, a quien acompañé a este o aquel sitio, o con quien me tomé una cerveza aunque me estuviera muriendo del sueño sólo porque había tenido un día de mierda y necesitaba alguien que le apoyase.
No sé, hay mil aspectos en mí que aún necesitan mucho trabajo, mucha introspección y mucha valentía, pero me gusta sentir que puedo aportar algo a los demás por muy pequeñito que sea, algunos días me gustaría tener un clon mío que estuviera ahí, que me salvase el culo en una asignatura o trabajo, que me escuchara y con quien no tuviera que guardarme nada, que me apoyase en todo momento, que se ilusionara más que yo con cada proyecto nuevo, que me recordase todo lo que llevo logrado y que me enviara las semanas de mierda un mensaje o un audio diciendo que no quiere molestar ni ser pesada, pero que le avise si necesito algo; luego lo más probable es que le acabaría odiando por este o aquel aspecto olvidando que yo soy ella, y seguro que me alejaría como ya he hecho en otras ocasiones, pero aún así me gustaría saber que se siente.
Es raro, porque por un lado quiero contarle mi día de mierda o mi día increíble a alguien que tenga ganas de escucharlo, pero cuando ocurre me parece demasiado utopía y termino todo con un: "estoy bien, ni te preocupes".
¿Por qué me tiene que costar tanto el mundo de las relaciones sociales?.
Al menos conmigo misma he mejorado bastante la relación y he vuelto a mi mundo mientras el resto hablaba de este o aquel asunto, pero hoy me siento algo sola hasta en mi propio universo.
Me hago un ColaCao y me vuelvo a la cama a saborear los grumitos, es un momento muy pequeño, pero me encanta el instante, ahí fuera llueve y aquí dentro está a nada de hacerlo, hoy no sé exactamente que me pasa, pero estoy con la misma tonalidad de gris que las nubes.
Echo de menos a demasiadas personas que ya no están tanto como antes, pero me esfuerzo en evitar pasar de nuevo por ahí, hay etapas buenas y otras no tan buenas, o tal vez este sea el puente que recorrer antes de empezar otra gran etapa, yo que sé...
Entra mi madre por la puerta, obviamente sin llamar pese a las incontables veces que le he pedido que lo hiciera, en sus manos sostiene una pequeña planta que recuerdo haber plantado y regado durante la cuarentena, luego dejé de hacerlo ya que creía que había muerto por la excesiva cantidad de agua que le había echado.
 - Durante el confinamiento me dijiste que mientras viva hay esperanza de que todo vaya a mejor, así que yo la he seguido cuidando.

No quiero llorar, y menos delante de ella, pero me hace feliz el comentario; sigue siendo una relación algo complicada, pero ambas hemos puesto de nuestra parte.
Y aunque pocas o ninguna vez hablo de mí, se sienta y me escucha los silencios o las miradas, a veces lo hace mejor de lo que creía que era capaz de hacer y me sorprendo riéndome de heridas pasadas que aprendí a curar con el tiempo.

El día sigue gris y aquí dentro se ha puesto a llover también, me sigo sintiendo un poco sola, pero me tengo a mí misma descubriendo partes nuevas de mi mundo, me asusta y me gusta por partes iguales pasar unas horas en él ya que me da miedo no querer volver ahí fuera hasta que no esté todo un poco mejor, o más fácil.

Pero mañana mismo vuelvo a salir de la cama, echarle un piropo a la chica del espejo mientras ella pone en juicio su veracidad y seguir aprendiendo a patinar en cualquier calle perdida, me dijeron que el truco es no mirar al suelo, levantar la mirada y seguir adelante, patinando lo hago cada día un poco mejor, ahora sólo me falta llevármelo a la práctica en el día a día.

Observo la planta que hay en mi mesilla, no parece que estuviera a punto de morir hace unos meses, tal vez sólo necesitaba tiempo para seguir creciendo y alguien que la siguiera cuidando con esmero.

Hoy es un día gris, pero eso no hace que deje de ser un día bonito.  




domingo, 15 de noviembre de 2020

Ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos.


Algo se rompe o desaparece dentro de ti cuando descubres que ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos, cuando eres consciente de que una persona puede quererte muchísimo a ti, pero también es capaz de todo lo contrario con otras.
Y no dejas de querer a esa persona, porque al fin y al cabo a ti no te ha hecho nada, pero sientes como cierta decepción por haber puesto la mano en el fuego por alguien asegurando que jamás haría sentir mal a nadie, y hallando después que, queriendo o no, sí fue capaz de hacerlo.
Y te hablan de vínculos perdidos, de relaciones tiradas a la basura, de punto final, de nuevos capítulos y de que todo está bien, que tú haz como que no lo sabías si te preguntan.
Y es una, otra y otra persona más a las que llevas en el lado izquierdo del pecho y a quien sólo quieres que le vaya todo bien, pero luego resulta complicado creerse ese "todo está bien", venga ya...
A veces nadie dice nada, todo parece exactamente igual, pero no lo es, algo se rompió o desapareció algún día de resaca y no ha vuelto, lo llaman "ser realista", yo lo llamo no ser capaces de cuidar lo que te importa, ya sea por X o por Y.
Y aunque nadie lo mencione claramente, observas como cada parte de lo que se supone que era "familia" elige los componentes de esta y sus caminos, y no puedo ni quiero hacerlo, permanezco callada en el medio mientras me lloran los ojos porque no sé que hacer, estoy cansada de tener que poner cara de póker cada vez que se supone que esto no lo debería saber, y no es que no me guste escuchar lo que piensan las distintas partes, pero a veces me agota un poco todo, y sí ya sé que las cosas cambian, joder que si cambian...
Pero, me gustaría vaciarme del todo aunque sólo fueran 5minutos, confesar todo lo que llevo dentro, lo que pienso, lo que siento, lo que me ocurre, aunque últimamente he decidido evitar tocarlo porque algún que otro día ha dolido, y vaciarlo todo en mis fieles hojas en blanco que escribo apresurada mientras me preparo un ColaCao.
Permanezco inmóvil escuchando distintas historias, distintas versiones, distintos capítulos de varias historia diferentes de las que quiero seguir formando parte, aunque ya no sea la gran historia que prometimos cuidar, el momento es igual que estar en mitad de un campo de batalla lleno de minas.
A mí todo esto me cuesta, porque soy torpe, porque no se me dan bien las personas o porque las putas expectativas e idealizaciones se apoderan de mí más de lo que me gustaría, pero me cuesta mucho este tipo de situaciones.
Así que, consciente o inconscientemente decido alejarme, escapar por miedo y no por decisión, abrazar con toda la fuerza y el amor del mundo esas pequeñas historias en las que estoy inmersa, y es que aunque todo haya cambiado me hace feliz saber que sigo formando parte de ellas.
Sí, a veces las cosas cambian, empezando por uno mismo, como si todo se esfumara y no importara los esfuerzos que hicieras por capturarlo porque tal vez ya es tarde.
Me encantaría algún día ser capaz de vaciarme al completo, hacerlo desde el comienzo para que no resulte tan complicado luego, pero tal vez no es eso lo realmente importante, tal vez tengan razón todos y haya que ser realistas y aceptar que lo importante es cuidar y proteger las pequeñas historias de las que formes parte para, sólo así, sentir tu vida como la única gran historia que debemos disfrutar y vivir con la mayor intensidad posible.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Un poco más y tocas las nubes.


Columpiarse con la seguridad de que podremos tocar las nubes con nuestros pies, compartir la bolsa de golosinas con tus amigos, ponerse todos los días en clase al lado de la misma persona, que los recreos se nos queden cortos y que las clases te las pases hablando con los amigos que has hecho ese año, que las tardes te pases más tiempo jugando fuera que dentro de tu habitación, que te digan que tu única preocupación son los estudios y que sea verdad, hacer tiendas de campaña con tus primas y sentir que estás viviendo una gran aventura, que el único dolor que puedas sentir sea el de tus rodillas raspadas, hacer castillos de arena sin importar que luego te tengas que bañar, no tener miedo  a caerse y exhibir orgullosa la herida después, que la luna te siga cuando vas en coche, ir de la mano por el patio o por cualquier calle para cuidarse y evitar perderse, pasar un paso de cebra en rojo y sentirse rebelde, abrazar a tantas personas como queramos y jugar al escondite entre todos, meterse en la cama y tardar sólo unos minutos en quedarse dormida porque estás agotada de todo lo que has hecho, convertir una caja de cartón en una nave espacial y esa noche viajar a la luna, saltar las olas del mar durante horas viviendo cada una como una nueva y buscar hadas en cualquier bosque porque tu madre ha dicho que andan escondidas, y si lo ha dicho será verdad.
Que los regalos los sigamos haciendo a mano y que la preocupación de hacer una foto sólo la tengan nuestros padres mientras nosotros nos divertimos, no tener tantas redes sociales y tener que llamar a la persona con la que queramos hablar, ir a Madrid y que sea divertido colocarse entre los dos vagones del metro como si de una atracción se tratase, no tener miedo a reconocer que no sabes algo, dar un beso en la mejilla a cualquiera de nuestros amigos y repetirlo porque nos ha hecho gracia el sonido, ver como los protagonistas de esa película se besan y soltar con seguridad un: "que asco, yo eso no lo haré jamás", abrir los regalos de Navidad, que sea exactamente lo que habías pedido y querer jugar durante horas al lado de tus primas, que ya hablan con sus madres para que te quedes a dormir en sus casas.
Que empiece a llover y saltar encima de todos los charcos mil veces, ¿cuándo fue la última vez qué lo hiciste?, creo que lo llaman crecer.
Tirarse por el tobogán, montar en bicicleta sin ruedines y saber que el truco, aquí y en la vida, es no dejar de pedalear, bailar en público sin importar las miradas, disfrazarnos aunque no sea carnaval, creer firmemente en los "para siempre", que lo único en lo que pienses sea en la hora a la que quedar o si habían mandado deberes para mañana, las pipas en cualquier banco, reír sin saber exactamente cuál es la causa y decirle a tu madre que te deje un poco más de tiempo estar en la calle que a tus amigos sí les dejan.
Que te digan que tú única preocupación es estudiar y que sea verdad... menuda fantasía resulta ahora.
Yo no sé si la vida era entonces mejor antes o ahora, pero en muchas ocasiones sí era más fácil, menos complicada y más libre, o al menos, así se sentía cada vez que estabas apunto de tocar las nubes en ese columpio, porque lo íbamos a conseguir, llegaríamos a las nubes, y eran tantas las ganas y la ilusión que nunca nos planteamos que esa podría ser la última vez que lo intentáramos.
Y esa fue la última, y no nos importó porque aún quedaba mucho que hacer ese día, y había que aprovechar que hoy nos habían dejado volver más tarde a casa. 
De pequeños, cuando nos daban permiso para meternos en el mar porque ya habíamos hecho la digestión íbamos corriendo a ver quién llegaba antes y ni nos parábamos a ver donde quedaban las toallas para luego volver a ellas, es una buena y bonita forma de vivir la vida, deberíamos recordar cómo se hacía.

viernes, 6 de noviembre de 2020

Y sin saber cómo... el presente vuelve a ser lo suficientemente maravilloso como para no pensar en ningún pasado ni futuro.



Y después de una vida y media volví a verme con el artífice de sueños; un puñado de miedos a que ya no sea igual y otro de ganas.
No sé como lo consigue, pero parece que volvemos justo al punto en que el tiempo se congeló y parece que nada ha cambiado, todos los componentes imprescindibles de momentos pasados permanecen tan presentes como siempre y durante unos minutos no echo de menos ningún "ayer" porque el presente ha vuelto a ser tan mágico y maravilloso como siempre, dejo de intentar memorizar el instante porque sé que ni aún así podré hacerlo eterno, pero me da igual, ahora mismo lo estoy viviendo y me hace feliz el aquí y el ahora, necesitaba esto, necesitaba verte.
Y hablamos de todo lo que aún nos dificulta pillar el sueño con facilidad, de las nuevas aventuras y de dos o tres personas que ya no consiguen que nuestro órgano palpitoso tiemble tanto como antes, y nos felicitamos por ser conscientes de que no hemos muerto de frío.
Dos o tres cotilleos de los que nos hemos enterado y risas, muchas risas porque sabemos que lo estamos haciendo lo suficientemente bien para que lo que antes dolía ya no duela con tanta intensidad, y sentirnos así de nuevo libres de verdad.
Hoy llueve y estoy creando un recuerdo precioso a tu lado, necesitábamos todo esto; un par de cervezas, ponernos al día y acabar todas las conversaciones con un: "me alegro muchísimo".
 Y es que algo que tiene contarle tus días buenos a las mismas personas que te han visto en otras ocasiones rota del todo es que ves en los ojos de esas personas todo lo que has conseguido, y tenían razón, lo estoy consiguiendo, lo estamos consiguiendo.
También admitimos que echamos de menos a demasiadas personas, demasiados lugares y demasiados momentos, pero ahora ya sabemos que no podemos quedarnos ahí y que lo que ahora nos sigue pareciendo algo complicado o un mundo, algún día ya será más fácil o, al menos, ya no existirán tantos miedos bloqueándonos.
Y así pasa de ser un día más a un día increíble, y lo necesitaba, ambos necesitábamos todo esto, que el presente volviera a ser lo suficientemente increíble como para no pensar en un pasado que ya forma parte de nosotros para siempre ni en un futuro que todavía no ha llegado.
Y gracias, no sé como lo has o lo hemos hecho, pero como artífice de sueños que eres manipulas el tiempo a tu antojo y parece que nada ha cambiado, que todo sigue igual, menos nuestra forma de verlo, que por fin estamos consiguiendo eliminar cualquier vestigio de dolor y quedarnos sólo con aquellos momentos que prometimos hacerlos eternos, y lo hemos conseguido, el último abrazo es el primer abrazo de verdad que recibo desde hace meses y es la confirmación más bonita de que no hemos perdido nada ni a nadie, es más, todo lo que llevamos ya está aquí dentro para siempre. 

jueves, 5 de noviembre de 2020

A mal tiempo, buena cara :)


-Buenas, ¿es esta la fábrica del tiempo atmosférico?

-La misma, ¿en qué puedo ayudarle?.

-Verá, me encuentro en plena introspección interna muy muy profunda y algo dolorosa en ocasiones, y que esté lloviendo no me ayuda mucho la verdad ya que me recuerda muchos momentos felices de mi pasado y me cuesta mayor esfuerzo del que ya me supone todo el proceso del que le hablo.

-Entiendo, pero déjeme hacerle una pregunta, ¿por qué si son recuerdos felices los que están asociados a la lluvia no quiere experimentarlos de nuevo, aunque sea en su mente?.

-Pues porque soy una persona con facilidad para las adicciones y permanecer anclada a ese pasado del que le hablo es algo que me ha pasado durante varios meses y ahora quiero controlarlo y permanecer sobre todo en el presente, aunque todavía no me guste demasiado.

-Entiendo su situación, pero siento decirle que no podemos eliminar la lluvia del tiempo atmosférico al ser imprescindible su existencia a lo largo del año, pero le propondré una idea.

-Le escucho 

-¿Hace cuanto tiempo dejó de gustarle la lluvia?

-No es que no me guste, pero los días en que estoy algo triste o apagada no me ayudan demasiado a estar mejor.

-¿Y si crea nuevos recuerdos entorno a ella a partir de los anteriores?

-¿Y eso cómo se hace? 

-Dedique a esos recuerdos pasados asociados a la lluvia espacios de tiempo concretos y no se prohíba sentir nada, una vez que haya terminado ese tiempo salga por aquí o por allá estando toda usted en el momento presente, sólo así dentro de un tiempo podrá ver todos los nuevos recuerdos que has generado.

-Bueno... no me convence del todo, pero ya que no pueden eliminarla hasta dentro de un tiempo lo intentaré, gracias supongo.

-De nada, le prometo que en poco vendrá un mejor tiempo, confíe en mí y, sobre todo, en usted.

martes, 3 de noviembre de 2020

Irte sabiendo que no te estás yendo sino que estás escapando te puede destrozar mucho los días de mierda.


¿Qué coño estás haciendo esperando un mensaje o una señal que no fuiste capaz de escribir o generar en su momento?.
Sí, hay algo peor que las despedidas, y es no saber si esto es una despedida al no haber dicho "adiós" ninguna de las partes.
Pero siento que algo desapareció o cambió, y en vez de ser valiente y aclarar las cosas prefiero quedarme callada sin ser consciente todavía del daño que eso me provocaría.
La falta de comunicación y las malas interpretaciones pueden hacer demasiado ruido en tu cabeza durante demasiado tiempo.
Y tal vez llegue un momento en el que ya no te importe las conversaciones pendientes que sabes que jamás tendrás al sentirte demasiado incapaz de pasar por el miedo a no saber salir después.
Así que esperas, esperas que mágicamente todo vuelva a encajar o ser capaz de creerte tus propias mentiras de que todo está bien cuando dices que así es, y tal vez lo esté, o no, o yo que sé... pero esa falta de habilidad para hablar que sólo encuentras al escribir te está matando ciertos días.
Así que huyes aún sabiendo que esa no es la opción que quieres tomar, sales despavorida intentando dejarlo todo atrás, intentando olvidarlo todo durante unos minutos o, al menos, averiguar una fórmula mágica que te desvele donde se guardan todas las cosas que debería haber dicho o que te habría gustado liberar para que no hagan tanto ruido aquí dentro.
"Dentro de un tiempo ya no te afectará tanto".

Tienes razón, dentro de un tiempo tal vez no me afecte tanto, pero sí seguirá haciendo ruido en ocasiones, y te obligarás a masticar bien y tragarte lo que no deberías tragarte por los mismos miedos de siempre que tanto te hacían temer a los cambios, pero al final el temido cambió llegó y no fuiste capaz de cerrar esa maldita puerta del todo por la enorme cantidad de pensamientos e idea que se escondían debajo de ese: "Todo está bien".
Mi madre tenía razón, a veces la tiene en ciertos aspectos, aunque jamás vaya a reconocérselo.
"Tú sólo aprendes por las malas y en la última opción de supervivencia".
Tenía razón, esa fue la última vez que saldría corriendo de un lugar del que no quería irme, esa sería la última vez que cometería el error de elegir la opción fácil antes que la correcta, la última vez que dejaría que el silencio, ese que no sé si algún día seré capaz de romper, me arañase a su gusto por dentro.
No quise irme ni alejarme, pero tampoco sabía cómo quedarme sin la capacidad de poder sentirme libre de nuevo o valiente al responder algo distinto de "bien", fue el autosabotaje perfecto y más doloroso de todos los que llevo, a esto también deberían llamarlo autolesiones, lo malo es que dudo de si estas llegan a cicatrizar del todo en algún momento o siempre estarán en ese cajón que lleva el cartel de: "No apto para personas sensibles" y que tú siempre abres quitándote así la costra mientras tus ojos te suplican que dejes de hacerlo que eso duele, tal vez eso del instinto de supervivencia sea verdad y por eso saliste huyendo, pero ¿cómo se huye de algo que forma parte de ti?.
Mi madre tenía razón, siempre aprendo a las malas y en la última oportunidad, y ni siquiera sé si conseguí aprender del todo que más vale romper el silencio de la forma que sea que dejar que este se apodere de todo.
Y sí, he tenido un día de mierda, no hace falta que me lo preguntéis.

lunes, 2 de noviembre de 2020

Algún día ya no importará si nos estamos despidiendo o reencontrando.


Algún día ocurrirá, nos volveremos a encontrar en alguna de las muchas calles por las que ahora evito pasar, y será la misma calle, pero ya no será lo misma historia, aunque nos dará igual porque habrá pasado el suficiente tiempo como para que ya haya dejado de doler pensar en la zona de salidas, porque por fin habré sido consciente de que esa es la misma zona de llegadas que tantas otras veces nos ilusionó, y sólo la vida y algún tipo de energía invisible ante nuestros ojos pueden decidir si este momento es una despedida o un reencuentro. 
Ya habremos conocido otros lugares, otras emociones y sentimientos y, al fin y al cabo, otras personas.
Será un momento tan deseado y frágil a la vez que nos dará miedo decir cualquier cosa que pudiera estropearlo.
- Hola, no esperaba verte por aquí, pero me alegra verte, ¿a dónde vas?, ¿en qué aventura emocionante estás metida ahora?...
Me hablarás de dos o tres proyectos ilusionada, esos que no creíste que lograrías, me contarás los últimos viajes y lo enriquecedores que fueron, de varios baches que te enseñaron más de lo que creías que podías aprender en un comienzo, y de las personas que te han besado la carne, pero no el corazón, o tal vez sí, tal vez alguien haya conseguido por fin besar con el suficiente amor todos los miedos y complicaciones como para que todo parezca fácil, aún sin serlo.
Yo te sonreiré de la misma manera en que siempre lo he hecho y te hablaré emocionada de todo lo que he vivido, de como estoy, de mis aventuras pasajeras y de alguien nuevo que me canta canciones para dormir bien, y me encantará saber contarte todo sin pelos en la lengua, me parecerá fácil hacerlo hasta el punto de sentirme, tal vez, algo ridícula y frustrada por haber tenido que esperar todo este tiempo para poder hacerlo.
Entremedias se colarán algunos segundos donde ninguna de las dos dirá nada, sólo nos miraremos de la misma forma en que mirabas tu colegio el último día del último curso, y probablemente se me meterá algo en el ojo derecho que me haga llorar, tú sonreirás de esa manera tan peculiar, pero tan sincera que tienes... y no hace falta que digas nada, no hace faltan disculpas ni agradecimientos, ni recordar momentos que, aunque no te lo vaya a decir nunca, sigo recordando en ocasiones, todo eso sobra porque el momento será lo suficientemente mágico como para saber que tenían razón, a veces las cosas cambian cuando menos quieres que lo hagan, y lo vives como el fin del mundo al sentir que te han quitado una parte de ti, pero no es eso, nadie nos quitó nada, sólo decidimos pasar por la zona de salidas ante la curiosidad de averiguar que había al otro lado, y esta no nos mató, hizo todo lo contario, nos hizo libres y de esa forma firmamos el contrato de permanecer juntas para siempre, pase lo que pase.

Te diré feliz que he disfrutado cada rincón nuevo que he descubierto, y tú me mirarás orgullosa sabiendo que necesitaba todo esto, que necesitábamos perdernos, alejarnos, sentirnos desahuciadas de ese lugar que siempre será "hogar" para hoy volver a él, volver a ti y que algo dentro de mí vuelva a temblar ante el desconocimiento de si esto es una despedida o un reencuentro, ojalá que sea la segunda opción, ojalá que decidas quedarte o sino, seguir poniéndonos al día en cualquier otro momento y regresar a esos mismos lugares que nos vieron escribir aventuras que prometimos no dejar de vivir nunca.
Y no será igual, por supuesto que nada, absolutamente nada será igual, pero eso ya no será algo malo o que cause tristeza o nostalgia, será una hoja en blanco llena de posibilidades.
Y pensar que creía que esa era la despedida definitiva... uno siempre regresa a donde fue feliz y me alegro de haberte encontrado por aquí, no lo esperaba ni mucho menos, pero me hace muy feliz que seas tú quien ha aparecido saliendo de ese bar o de esa tienda y nos hayamos atrevido a mirar al pasado, aún sabiendo el riesgo existente a que pudiera esfumarse el momento y olvidarnos del ahora.

Ese día llegará algún día y será ahí cuando entenderemos que la zona de llegadas no tendría ningún sentido sin la de salidas, y te repito, desconozco si esto es una despedida o un reencuentro, pero me alegra haberte visto de nuevo. 

viernes, 30 de octubre de 2020

Os echo de menos, pero no os lo diré.

 Cada día, a veces más tiempo del que me gustaría y otras los últimos 5 minutos antes de quedarme dormida, aparecéis en algún recuerdo del pasado corriendo, bailando o gritando por aquí o por allá, abrazo el recuerdo durante unos minutos y lleno ese vacío de aquí dentro que a vece intento rellenar con otros recuerdos, otras personas, otros sentimientos y emociones, pero nunca lo consigo, y ya no quiero hacerlo más porque cada día todo duele un poco menos y no cualquiera se merece un espacio aquí dentro. 

Lo vuelvo a experimentar todo de manera tan real que me cuesta creer que ya no sea ese el presente, unas veces me hace feliz y otras me hace llorar, pero todas las veces acabo volviendo a ese pasado del que no quiero despedirme, del que no quiero cambiar nada porque todo, absolutamente todo, es perfecto tal y como es.
Y los malditos miedos vuelven a hacer acto de presencia haciéndome creer que es imposible o muy muy difícil volver a encontrar lo que encontré en vosotros, volver a unos niveles tan altos de felicidad que me hacían dudar de si esto era un sueño o era real, volver a sentir todo lo que sentí, volver a ver la vida como juego de niños si vosotros seguís ahí, volver a cualquiera de esos momentos y creer que podríamos hacerlo eterno.
No quiero otros lugares en los que quedarme a dormir, no quiero otras personas especiales, ni otros brazos en los que refugiarme cuando todo se me hacía cuesta arriba, no quiero otras canciones que no sean las que escuché a vuestro lado, ni derramar otro puñado de lágrimas si no estáis vosotros en las butacas.
No quiero una realidad por muy bonita que me la pongan si no formáis vosotros parte de ella con la misma intensidad y constancia que antes, no quiero.
Y sí, quiero viajar tanto como pueda, vivir tantas aventuras como la vida me permita, pero tengo claro que no quiero quedarme a vivir en ninguna de ellas porque yo ya encontré el sitio, o mejor dicho, a las personas con las que sí quiero quedarme vivir, establecer una rutina por mucho miedo que me de y seguir a vuestro lado día sí y día también.
Dios, ¿a quién quiero engañar?, los miedos se alimentan de aquello que llevamos dentro que no compartimos, y conmigo tienen para rato últimamente.
Tengo tanto miedo a no poder volver nunca más, a sentir que algo desaparece cada día un poco más, a ser consciente de que ya no volverá a ser igual, a tener que aceptar que todos tenemos expectativas y que a veces ojalá no tenerlas.
Me da miedo volver a sentirme la pieza que no encaja, sentir que no debería haberme quedado callada, que debería haber sido valiente y ser sincera también hacia fuera, ojalá algún día encontrar la misma facilidad que encuentro escribiendo para serlo.
No sé que esperar o que no esperar, pero lo que sí sé es que a mí las expectativas me están haciendo daño, así que prefiero abandonarlas y simplemente dejar que lo que tenga que pasar, pase y lo que tenga que venir, venga.
Y tengo un conjunto de miedos que me arañan varias zonas por las que no me atrevo ni a caminar en compañía, pero nadie dijo que fuera fácil.
Pienso en vosotros todos los días, y no importa cuando leáis esto, pienso en todo, lo revivo a velocidad rápida, y después de todo y sin saber en qué momento exacto ocurrió.
Me descubro descubriendo que el amor es conocer a la mejor versión de ti mismo a través de los ojos de otra persona y, entre la infinidad de cosas con las que me quedo, me quedo sobre todo con la chica que conocí a través de vuestras pupilas, nunca nadie me había hecho quererla tanto como vosotros me enseñasteis a hacerlo, y eso sí que es para siempre.
Pase lo que pase os llevo en un lugar especial en el cual no hacen falta focos, porque vuestra presencia y existencia en el mundo ya brilla lo suficiente,recordándome lo enórmemente afortunada que soy.
Y ahora me encantaría deciros todo esto, el problema es que no quiero usar más el WhatsApp ni ninguna aplicación, estoy cansada, agotada.
Y tampoco creo que en persona me saliera ni la primera palabra, conociéndome acabaría llorando seguro, haciendo que firméis el contrato de mi mesilla de que no os vais a largar a ninguna parte, de que os vais a quedar pase lo que pase sin importar las dificultades, sabiendo como sois seguro que solo una o dos personas lo firman mientras el resto grita que a dónde vamos o qué si tenemos suficientes sacos... y jolin, llamadme cursi, pero yo quiero vivir justo en ese instante, en ese pequeño segundo en el cual vuestras carcajadas sonoras, vuestros chillidos, el ruido del resto de personas y el choque de dos chupitos que acabarán medio derramados por el suelo ya me han confirmado que estemos o no juntos, ya llevamos cada uno una pequeña parte del resto que sobrevivirá a los miedos y al tiempo.
Y como ya os he dicho, no voy a deciros nada de esto, ojalá me sea algo más fácil decirlo algún día, aunque yo ya sé, o espero, que lo sepáis. 

martes, 27 de octubre de 2020

¿Eres feliz?


¿Eres feliz?

Menuda pregunta; venga Instagram, Facebook, llamaré a amigos o saldré por ahí... cualquier cosa es buena antes que parar a hacerse esa pregunta y menos este año, ¿no?.
Mira, no sé quien eres y ni lo que estará ocurriendo ahora mismo en tu vida y/o cabeza, pero si has respondido que "no" deberías leer esto, y ya de antemano te digo que el hacerlo no te va a dar la clave de la felicidad y ni siquiera sé si puedo aportar algo de luz por muy poca que sea al conjunto de razones por las cuales has dado esa respuesta, pero voy a intentarlo. 


Es una jodida mierda estar en un sitio en el que no quieres estar o estar haciendo algo que no quieres hacer, yo he estado ahí y sé que levantarse todos los días exigiéndose llevarlo bien cuando ya no sabes ni como hacerlo es duro, pero quiero que recuerdes algo que he dicho otras veces, que es que todo está en continuo cambio, y hoy estás aquí y mañana puedes estar en un lugar totalmente diferente en el que sí quieres estar, así que no pienso decirte esas mierdas de: "la vida te pone obstáculos" o "de todo se puede aprender", pero si te pido por favor que ni se te ocurra rendirte por muy tentadora que sea la opción en ocasiones, no lo hagas de verdad, sigue intentándolo, y te prometo que antes o después saldrá todo bien.
También conozco esos miedos, esos que nunca verbalizamos, pero que no por eso dejan de existir, sé que en muchas ocasiones nos pueden hacer olvidar nuestro camino, hacernos sentir perdidos, invisibles o hasta tomar el control y quedarnos paralizados ante la posibilidad de estamparse y sentir el dolor del fracaso después.

Nos meten mucho la idea de éxito/fracaso, felicidad/tristeza y nos hacen vivir acompañados de innumerables miedos a mil cosas, tantas que a veces queremos hacer esto o aquello pero no hacemos nada, te voy a pedir algo, no es fácil y ni siquiera sé si puedo pedírtelo, pero allá ya va: haz lo que sientas que debes hacer, ahí fuera algunos lo verán bien y otros todo lo contrario, pero si sientes que es lo que debes hacer hazlo por favor, que no te frene el miedo al posible dolor de después, sólo tenemos una vida y debemos vivirla con la mayor intensidad posible.
Y si algún día sientes que todo está mal, que todo es horrible, que todo va a poder contigo respira una, otra y otra vez y valora esas personas que tienes a tu lado ahora, esas pequeñas cosas que has conseguido y que no creíste que lograrías, a veces creemos que estarán siempre ahí, pero no es así, agradece que estén, mañana puede que no estén o, es más, no todas las personas tienen la suerte de tenerlo así que aunque esté siendo un día de mierda agradece su existencia y, aunque sigas sintiendo que falta algo, que dentro de ti hay un vacío que no sabes como llenar o que algo no está bien recuerda que es una mala etapa, no una mala vida.
Una de esas personas que no siempre es feliz, pero que debería serlo la mayor parte del tiempo si el mundo fuera justo me dijo que la receta de la felicidad es secreto de estado.
Yo no sé si alguien tiene la receta o ni si existe porque la vida a veces puede resultar muy muy complicada, así que lo siento, pero no tengo ni idea de como se alcanza la felicidad porque estoy segura de que habrá tantos tipos de felicidad como personas, pero a las personas que ahora mismo no se consideren felices: por favor, sé que tal vez no tengas ya muchas razones para hacerlo, pero confía en que las cosas puede salir bien e ir todo a mejor, sintiéndote así bien contigo misma y con tu vida, es muy frustrante esforzarse, levantarse día sí y día también con el ánimo algo caído, pero creo que justo en esos días es en los que debemos recordar que lo que ahora estamos sintiendo no es para siempre y en algún momento cambiará, así que ni se te ocurra rendirte por favor.
¿Eres feliz?.
Pues no lo sé, no todo lo que me gustaría, recuerdo momentos de un pasado cercano donde era treméndamente feliz y las comparaciones son odiosas, pero las hago igualmente... y estoy bien, me siento bien en muchos aspectos, pero a veces es increíble como sólo una cosa que te dificulta estar bien del todo o como puede quitarle importancia a aquello que sí te hace sentir bien.
No soy todo lo feliz que me gustaría, pero sí voy por un camino (a veces cuesta arriba y otras cuesta abajo) en el cual espero volver a ser todo lo feliz que fui en momentos pasados que aún recuerdo con demasiada cercanía, no sé, me gustan mucho estos temas, pero también me asusta un poco tocarlos demasiado, ya sabéis, los malditos miedos que habitan bajo nuestra cama.
En fin...

sábado, 24 de octubre de 2020

En días como hoy es en los que más me necesito


Ojalá se pudiera pedir un manual con las instrucciones de la vida en ocasiones, no me vendría mal la verdad porque a veces no tengo ni idea de cómo hacer nada, aunque después de todo lo vivido seguro que ninguna instrucción me valdría, porque lo más probable es que cuando fuera a aplicarla  todo volviera a girar 180°, o mejor dicho, no lo volvería hacer porque continuamente esta girando, jugando con nosotros como si fuéramos los Sims y tuviéramos la capacidad de adaptarnos a todos los contextos y situaciones.
Yo eso no sé hacerlo, o al menos, hoy no, yo necesito un cambio y que luego no vengan más durante unos meses, o retroceder en el tiempo justo hasta el momento en que no pensaba en un futuro porque el presente era lo suficiéntemente maravilloso como para no tener que pensar en nada más, a veces me gustaría regresar 5 minutos a cualquiera de esos instantes e intentar disfrutarlo un poco más, memorizar cada instante sabiendo que se va a acabar y luego, como si fuera una masoquista, recordarlo una y otra vez
Y sé que prometí no volver, y sé que prometí no olvidar que nada dura para siempre, pero hoy duele un poco más de lo que estoy acostumbrada y necesitaba vomitar todo esto, gritar aquí y ahora porque no fui lo suficiéntemente valiente para hacerlo antes y ahí fuera.
A mí esto no se me da bien, y os prometo que me estoy esforzando mucho y sé que algunas cosas las estoy consiguiendo, pero hoy duele, no sé exactamente qué parte de mí, pero algo duele aquí dentro; la nostalgia de lo vivido, la culpabilidad que arrastra la cobardía que algunos días sentí o la tristeza entremezclada con unas gotas de miedo al sentir como todo se aleja en momentos, ¿se aleja o lo alejo?.
No tengo ni idea, pero hoy duele algo aquí dentro y escribir es la única forma que conozco para que, no sé si lograr que duela un poco menos, pero poder recordar que esto también lo dejaré de sentir en algún momento.
De verdad, me encantaría un manual con las instrucciones de la vida algunos días como estos, dejar de sentir que todo lo que no me gusta es por mi culpa y recordar que no siempre puede hacer sol, que a veces hace frío y no por eso hay que tener miedo, pero lo tengo, hoy lo tengo, tengo miedo de demasiadas cosas que, tal vez, ni siquiera ocurrieron u ocurrirá, pero el miedo existe, me pide algo de comer y yo me abro el pecho, creyendo que cuanto antes lo haga antes se irá, le dejo arañarme y apoderarse de mí durante unos minutos, le suplico que por favor tenga cuidado con el órgano que hay en la izquierda, que ahí guardo lo más valioso, aún así, él lo intenta romper, abrir y ver que hay dentro, pero no lo consigue, no es capaz de apoderarse de ello porque ahí guardo toda la energía, valentía y fuerza que hoy siento que me falta.
Creo que por eso escribo, porque cuando escribo recuerdo mi poder, y aunque esto no me libere de la tristeza me hace sentir bien, en mi mundo, en un mundo donde las cosas son un poco más fáciles, donde sí soy valiente, donde no me quedo callada, donde días como hoy encuentro a la felicidad echando un pulso con la nostalgia disfrazada de tristeza, y aunque hoy vaya perdiendo me hace sentir bien el recordar que ya vendrán otros días en los que gane ella. 

jueves, 22 de octubre de 2020

El dolor también se corre si lo abrazas con la suficiente fuerza.


Ven, entra, no tengas miedo que no muerdo, bueno a veces sí, pero despacito y con cuidado, así que no temas que mi boca termine justo ahí donde llevas tatuado mi nombre en braille desde hace unas semanas.

Hoy no quiero que me hagas el amor, prefiero que me amordaces con la suficiente fuerza como para creer que tienes el control de la situación, aunque no te confundas, no me estoy chupando el dedo, me lo estoy relamiendo, te estoy enseñando como me gusta, como necesito que lo hagas, que me lo hagas.

Intento mantener las distancias, pero mi cuerpo ha dejado de ser mío y se acerca al tuyo pidiendo guerra, pidiéndote que no tengas piedad, que el dolor a veces es la única forma de asegurarnos de que estamos vivos y hoy no me importaría experimentarlo mientras te adentras en mí.

Mis gemidos te suplican que no pares ahora, que no te lo permito, mi mirada ha perdido la poca inocencia y vergüenza que mantenía de esa niña de hace unos años, y ahora no deja de mirarte, retándote así a que subas la velocidad, la intensidad, que me subas las ganas de no salir de aquí; no sabes lo que me excita querer sentir tanto y saber que no puedo o que no quiero.

Eso sí, no me subas a la luna, hoy prefiero que me bajes a los infierno, a tus infiernos, hoy quiero arder.

Noto nuestras respiraciones bailando entrelazadas al mismo ritmo, siento como cada vez la velocidad es mayor y las ganas se desbordan a través de cada mordisco, a través de cada beso y a través de las embestidas.

No pares, ni se te ocurra, recuerda que el apoyo por las noches es muy importante, y más si es contra la pared; así que no pares, déjame sin respiración, llévame al límite de mis posibilidades y supéralos si tu ausencia de cordura es la suficiente como para hacerlo, estoy cansada de esta mierda.

Muerde, sí, hazlo, muérdeme fuerte y con ganas, las suficientes como para temblar ante la ambivalencia de la mezcla de dolor y placer que elimina las dudas y consume las ganas de sentirnos más unidas que nunca, de sentirte dentro de mí y notar con las yemas de mis dedos todo lo que provoco en ti; no me canso, no me rindo, tengo mucha sed, sed de ti, de mí, de nosotras juntas haciendo que hasta las paredes se queden sin palabras; me duele, pero, no quiero que pares, ¿es esto amor, sexo o locura?, no lo sé ni yo misma, pero, por favor no pares, no me dejes respirar.

Ven, átame a la cama y deshazme hoy, a oscuras, sin piedad y sin control de esta tediosa rutina.

Ven, necesito sentirte cerca de mí, probar tu sabor, probarte a oscuras y despacio, llenarte de razones por las cuales me quedaría a vivir en este instante y fantasear con la idea de que mañana te encuentre durmiendo en mi pecho, ¿te imaginas?.

No me mires así, ya sé que eso no va a ocurrir, pero por eso mismo no dejes que la curiosidad me mate, no me dejes abrir los ojos, todavía tengo ganas de ti, de saborearte, de imaginar que esto es algo más que un polvo sucio y rápido de despedida, joder he dicho que no me mires así, ya sé que esto es sólo una despedida, el tráiler de una película demasiado cursi que nunca veremos, pero qué más da, dijimos que nada de sentimientos, dijimos que sólo sexo y así será.

Noto tu respiración cada vez más agitada y me resulta imposible no deshacerme por dentro, me encanta el sonido de mi nombre entre tus gemidos.

-“Te quiero”.

¿En serio lo has dicho?, algo malo tenía que pasar, lo sabía, sé que no es verdad, que ni yo soy la chica que quieres ver mañana al despertar ni tu tampoco la que me gustaría ver dormir a mi lado, pero me ha gustado escucharlo y te muerdo con más fuerza como si todo esto fuera un sueño y no quisiera despertarme; me miras, sonrío y nos corremos a la vez mientras nuestras respiraciones bailan una última canción lenta; mañana es Domingo y sé que ya no estaremos aquí, pero me da igual, dijimos que sólo sexo y así será.


lunes, 19 de octubre de 2020

Ay mira y yo que sé...


-Tengo miedo a no tener demasiados amigos.

-¡Piiii!, error, prueba otra vez.

-Tengo miedo a fallar a las personas importantes de mi vida.

-¡Piiii!, eso puede asustarte en ocasiones, pero no es eso.

-Tengo miedo a que nadie me quiera y acabar quedándome sola.

-Te acercas, pero el miedo que sientes ahora te frena, sé sincera.

-Estoy siendo sincera...

-No lo suficiente, está claro que tienes muchos miedos que debes ir, poco a poco, explorando y superando, pero ¿qué es lo que de verdad te da miedo?.

Silencio incómodo, tenso, doloroso y feroz que siento como una eternidad en el tiempo.

-Me da miedo que nunca llegue a ser capaz de quererme a mí misma porque siento que no tengo demasiado que aportarme ni siquiera a mí, por eso me da miedo establecer rutinas con las personas, porque me cuesta creer que de verdad les aporto lo suficiente para jugar un papel importante en sus vidas de manera indefinida.

Dolía, el miedo en grandes cantidades puede doler en algún recóndito lugar de nuestro caótico espacio interior, otra vez ese silencio incómodo y esos segundos que parecían minutos en los cuales me esforzaba por no hacer evidente lo pequeña que me sentía en ese sillón.

- En algún momento tus personas imprescindibles no estarán o no tanto como antes, y sólo estarás tú contigo misma.

- No, hay personas que sí van a estar pase lo que pase -digo con voz temblorosa pidiendo que me diga que así será-.

-No, tú misma me dijiste que quieres viajar, volar y conocer lugares nuevos, ¿no?. Para eso no puedes quedarte en el mismo punto en el que estás ahora siempre, en algún momento tú ya no estarás en sus vidas y no pasa nada, siempre podrás volver después.

Joder,¡basta!, ¿qué quieres?, ¿qué lo diga?, vale sí, me da miedo estar teniendo esta conversación en voz alta, me duele.

- ¿Y si se olvidan de mí y no puedo volver?. -Me tiembla la voz, me siento ridícula-.

-Las personas dejamos en el interior de otras personas pequeñas partes de nosotros, pero lo importante no son tanto los de ahí fuera, sino tú, ¿qué pasa si te olvidas de ti por estar demasiado pendiente de todos menos de ti?, ¿qué pasa si no puedes volver contigo?.

Silencio, pero la incomodidad había sido sustituida por cierta culpabilidad disfrazada de tristeza por sentir que me había olvidado de mí misma y que estaba intentando encontrar ahí fuera lo que sólo podía encontrar aquí dentro.

- La única persona que va a estar con seguridad el resto de tu vida a tu lado eres tú misma, por lo tanto deberías empezar a ver el grandioso mundo y la infinidad de cosas que guardas en tu interior, no es vacío lo que hay dentro de ti, hay falta de conexión con quien eres. 

-Entonces, ¿por qué establecen las personas rutinas o por qué aspiran a llegar a una estabilidad en sus vidas si en cualquier momento todo puede desaparecer?, yo no quiero esforzarme por eso si no puedo tener la seguridad de que seguirá ahí mañana.

-Las personas somos mucho más de lo que el resto ve, el cambio es inevitable y no por eso ya es algo malo; se irán, vendrán otras nuevas y luego tal vez vuelvan o no, ¿qué más da?, pero al igual que una parte de ti queda en el interior de las personas de tu lista de "imprescindibles", también cada persona deja en ti una parte de ellos, una parte de todo lo que te hayan hecho sentir queda contigo llegando a ser una parte de ti con el tiempo, ya sé que me vas a decir que no es suficiente, pero es una forma de que ese "para siempre" pueda, a veces, llegar a ser verdad.


Intento poner alguna pega, aunque no sé ni que decir, me gustan estas conversaciones, pero también me asustan un poco por la gran cantidad de cosas que me remueven.

Y pensar que hoy he entrado diciendo que ya tenía las cosas claras, que ingenua...


domingo, 18 de octubre de 2020

Yo, Laura, acepto ser la persona que soy y no la que me gustaría ser.

 La vida no es ni tan fácil como nos contaban de pequeños ni tan complicada como imaginamos en nuestra cabeza.

Hay un libro de Geneen Roth que leí hace poco en el que dice:

"La vida es lo que te sucede mientras convives con las heridas. No es cuestión de sacar del medio las heridas para, finalmente, poder vivir. Las heridas jamás se borran de forma permanente. Somos seres frágiles y hay días en que se nos vuelven a abrir."

Deberíamos ser valientes y atrevernos a reconocer y aceptar que es inevitable escapar del dolor de manera continuada, en algún momento te acabará encontrando y tendrás que sentirlo, pero no lo hacemos, escapamos de él hasta cuando prometemos no hacerlo, aunque obviamente que escapamos de él como estrategia de supervivencia, pero no deberíamos hacerlo, es más, deberíamos estar dispuestos a abrazarlo con la misma intensidad con la que nos permitimos sentir placer, parece que en muchas ocasiones se nos olvida que ambos polos estas conectados y uno no podría existir sin el otro.

Nosotros somos los únicos causantes de nuestro dolor en infinidad de ocasiones, pero esto no es fácil reconocerlo, es más sencillo echar las culpas ahí fuera que aquí dentro, supongo que por eso nos pasamos demasiado tiempo usando como sujeto de nuestro malestar o dolor la tercera persona en vez de la primera.

Pero llega un momento, como diría Neruda, en que "te encontrarás a ti mismo y esa será la más feliz o amarga de tus horas."

Y ahí ya si que no puedes escapar y te toca ser lo más valiente posible ante la invasión de miedos y pesadillas que sientes de la forma más verídica posible.

Empiezas a entender que nunca vas a ser esa persona que tanto te esforzaste en ser para otros, que muchas de las expectativas que otros tenían sobre ti jamás podrás cumplirlas, y no será por falta de voluntad por tu parte, sino porque muestran la imagen idealizada de alguien que no eres y que nunca llegarás a ser por mucho esfuerzo que pongas.

Y tú deberás hacerlo también, deberás abandonar esas expectativas que tenías sobre otros, y que nunca admitiste tener, y aceptar que esas personas nunca serán como te gustarían, solemos caer en el error de usar expresiones como: "me han decepcionado", "me han fallado", pero a ti no te han hecho nada, las personas eligen un camino u otro y eres tú quien haces unas u otras interpretaciones; para saber si de verdad quieres a una persona o si quieres que una persona de verdad esté en tu vida es necesario que sientas que te ha decepcionado, es una manera dolorosa pero directa de que desaparezca cualquier expectativa e idealización y observes todo de una manera un poco más objetiva dentro de la subjetividad que nos caracteriza a las personas.

Y a veces, aunque todo este proceso sea doloroso, es bonito darte cuenta que sí, que quieres seguir compartiendo tu vida al lado de unas u otras personas, aunque te vayas a sentir decepcionado muchas veces más o aunque seas consciente de que nunca podrás ser esa persona que ellos esperaban que fueses.

Como ya dijo Geneen Roth "hay días que se nos vuelven a abrir las heridas" y eso no significa que en algún momento no vaya a volver a cicatrizar y podamos seguir adelante, pero esa abertura, ese recordatorio de que ahí hay una herida que dolió y que duele da muchísimo miedo porque no sabemos cuánto tiempo tardará en volver a cicatrizar y ni si lo llegará a hacer del todo, así que después de dos o tres veces adquirimos ciertos patrones de supervivencia.

Preferimos mantener las distancias, los "Te quiero" mejor no los digas en voz alta ni los escribas no vaya a ser que acabe doliendo, habla de esto o aquello, pero no profundices en ningún asunto, abraza pero suelta pronto (no vaya a ser que luego duela), lo de admitir que no estás bien okey, pero tampoco te extiendas demasiado y ni se te ocurra admitir que algunas noches lloras bajo las sábanas o lo que sientes los Domingos, eso no se cuenta.

Estamos muertos de miedo, reconozcámoslo, es como si hubiéramos sufrido hace poco una caída muy dolorosa al estar aprendiendo a montar en bicicleta y ahora cada vez que montamos vamos frenando continuamente por miedo a caernos de nuevo, así nunca vamos a aprender a hacerlo.

Acepto la primera parte; acepto ser quien soy y no quien me gustaría ser, y acepto a las personas que quiero en mi vida tal y como son y no como me gustaría que fueran, estoy dispuesta a aceptarlo porque no hacer esto es una autodestructiva forma de perderse dentro de laberintos donde la frustración y una tristeza continua te controla evitando que encuentres la salida.

Pero lo que no acepto es escapar del dolor y vivir con miedo, obviamente que nadie quiere sentir dolor, pero debemos recordar que lo sentimos con la misma intensidad con la que nos hayamos permitido sentir la felicidad, y yo esta no quiero sentirla a medias, quiero seguir diciendo y escribiendo "Te quiero" si así lo siento, emocionarme cada vez que pasan cosas buenas cerca de mí, abrazar con muchas ganas, llorar al descubierto, mirar a los ojos y disfrutar cada instante con la mayor intensidad posible, no quiero hacer las cosas a medias... y sí, tal vez luego sea el dolor el que vuelva a apoderarse de mí como si fuera su marioneta, y claro que tengo miedo, muchísimo, lo que más miedo me da de sentirlo es no saber cuando desaparecerá o si desaparecerá del todo en algún momento, pero correré el riesgo de volver a pasar por ahí, aprenderé a gestionarlo o a controlarlo cuando yo sea la causante de su existencia, pero también recordaré que sentirlo es una prueba de que estoy viva y que puedo sentir.

De verdad, ojalá todo fuera más fácil en ocasiones, pero es como es y debemos ser valientes por mucho que nos cueste, vendrán etapas mejores y otras peores pero ninguna es indefinida, y esto no debemos olvidarlo, esto que ahora sientes no lo vas a sentir siempre, así que coge aire y simplemente siéntelo, permítete sentirlo, es imposible estar bien con otras personas si antes no estás bien contigo misma y para eso debes estar dispuesta a aceptar todo lo que sientes y tener la valentía y confianza suficiente para que en esas noches donde todo va a poder contigo recuerdes que esto también pasará.

Para bien o para mal, nadie muere por este tipo de dolor, pero sí creo que a veces dejamos una parte de nosotros en los instantes en que fuimos muy felices así que hay que tener cuidado de a que momentos y personas le otorgamos ese poder, todo pasa y pasará, pero dejamos para siempre pequeñas partes de nosotros aquí y allá, lo importante es tener la seguridad de que las dejamos en buenas manos. 

Y como dijo Brenda Veland :

"Debido a que no eres igual que otro ser humano, tú eres incomparable"

Quedémonos con eso, con que no somos ni la persona que nos gustaría ser de manera exacta ni la persona que otros quieren que seamos, pero somos irrepetibles y eso no debemos olvidarlo nunca


sábado, 10 de octubre de 2020

Esto no ha hecho más que empezar

 

Y sin saberlo esa sería la última vez.

Última fiesta, último reencuentro donde nadie falta, último ensayo, última vez que los pasillos están repletos de gente, último abrazo de verdad, último día donde las mesas de la biblioteca están repletas de gente, última vez que bajo o salgo, aunque no fume, sólo por encontrarme con personas que conozco, última vez que había que juntar mesas, última vez en la cafetería y joder, sabía que no debía irme de ahí.
Última vez de lugares de los que no quiero salir, personas y sensaciones de las que no quiero deshacerme, emociones y sentimientos que dejo de sentir, ruidos que dejo de escuchar y que recuerdo como la melodía más preciosa de todas, y olores que impregnan mi piel, dándose así el último beso con el pasado, corriéndose ambos a la vez, mientras el futuro me saca de la cama para bailar una canción que no había escuchado antes.
¿Cómo algo puede hacerte tan feliz y darte tanto miedo a la vez?.
Me doy la vuelta, prometo que esta es la última vez que lo hago, y con un puñado de lágrimas y otro de ilusión abrazo con todas las fuerzas que tengo el momento al que espero volver, pese a no ser lo mismo, pese a saber que nunca volverá a ser igual.
Me quedo unos minutos observando la escena, me hace feliz pensar en que todo esto de verdad ocurrió, que no fue un sueño, que fue real, que no sé como pero lo conseguí, aprender a volar está siendo una aventura emocionante.
Y me miro en el espejo después de una noche algo dura donde no me queda océanos que liberar y veo dos alas enormes en mi espalda, me froto los ojos y me pongo las gafas, sigo viéndolas, siguen ahí.
Una niña pequeña y asustadiza se levanta con torpeza, se coloca su corona, me susurra que todo esto es el comienzo, que yo soy la única responsable de la existencia de esas alas y que ahora que por fin las he descubierto sólo yo decido el rumbo, que no me puedo quedar aquí, que aún queda mucha vida por vivir.
Le pregunto por el pasado y por todo lo que en él se queda, ella abre la caja torácica del lado izquierdo de mi pecho y observo como todo habita ahí dentro, brilla tanto que hasta parece que sigue aquí, que todavía forma parte de un  presente algo desconcertante, beso con todo el amor del mundo cada instante y lo cierro con la misma llave que abre las puertas de mi mundo y que creía haber perdido.
Y entonces salgo por la ventana y decido volar tan alto y lejos como pueda, todo es nuevo y me muero de ganas de descubrirlo.
Dejo de leer los libros de mi mesilla y empiezo uno totalmente distinto, aterrizo en lugares que ni conocía de su existencia, aprendo a bailar, a patinar o a escalar, lo importante es que no lo haya hecho antes, Bikiniburka me escucha recitar y siento su calor, mi madre me dice conteniendo el mar de sus ojos que está orgullosa de mí, dudo que sea verdad pero hemos vuelto a hablar y sé que ambas estamos poniendo de nuestra parte, bailo por primera vez canciones de ayer y de hoy, la chica del metro que nunca se fijaría en alguien como yo me ha sonreído y, casualmente o no, íbamos en la misma dirección, me he atrevido a levantar la voz, me ha costado, pero lo he hecho y todos estaban expectantes, he disfrutado de mí y de mi cuerpo, he escapado del silencio y me he vuelto a encontrar, pasar los pasos de cebra pisando sólo las líneas blancas, bailar sin música de fondo o reírme a solas de cualquier tontería y notar como regresaba a mí mundo poco a poco, lo bueno de este tiempo perdida ha sido ser consciente de la persona tan increíble que soy, cada día me gusto un poco más.
Y por supuesto sé que la clave está en ir paso a paso sin miedo a las posibles recaídas.
Soplo zonas que aún duelen cinco minutos antes de acostarme, mañana dolerá un poquito menos, y los acordes de una guitarra me duermen rápido por primera vez mientras sonrío, lo estás haciendo bien.
Reconozco que tengo miedo, muchísimo, reconozco que a veces me siento tan asustada que me escondo bajo las sábanas, reconozco que mis demonios me siguen capturando algunas noches en que creo haberme perdido de nuevo, pero siempre me vuelvo a encontrar, pego mi grito de guerra y me vuelvo a levantar siendo mi versión más fuerte y valiente con la seguridad de que ni la mayor de las recaídas podría quitarme mis ganas de conquistar el mundo, lo voy a hacer, esto es sólo el comienzo. 

martes, 15 de septiembre de 2020

Lo único que hago bien es escribir.


Como si absolutamente todo hubiera sido un sueño demasiado bonito para ser verdad y acabara de despertar.
Todo es exactamente igual, pero nada lo veo o lo siento de la misma forma, ¿realmente ha desaparecido todo lo que creí haber logrado o tenido bien agarrado, o sigue ahí y no soy capaz de abrir los ojos de nuevo?.
De verdad, me estoy esforzando mucho pero no lo consigo, sólo escucho ruido a mi alrededor y tengo ganas de desaparecer temiendo que nadie note mi ausencia, aunque sé que eso no pasaría, pero aún así quiero irme de aquí, esto duele demasiado para permanecer más tiempo, hace rato que he dejado de creerme hasta yo los : "estoy bien" y noto mis ojos demasiado húmedos.
Joder quiero irme ya, esto me da demasiado miedo, miedo estar viviendo lo que sólo ocurría en mis pesadillas, y quien sabe tal vez ni está ocurriendo, pero la percepción parece tan verídica que no sé ni que pensar.
Respira, respira, respira, estás así solo por todo el caos que tienes dentro de ti, fuera todo sigue igual de bien y sólo necesitas tiempo para que te des cuenta y tú vuelvas a ser la de siempre.
Quiero creérmelo, ojalá sea eso, por favor que sea eso, pero no lo sé y me asusta la idea de que aquella parte de mí que me hacía ilusionarme y reírme sola haya desaparecido y ya no tenga más para aportar, joder estoy muerta de miedo, pero ni siquiera me atrevo a alzar la voz por miedo a que todo esto sean imaginaciones mías y sonrío de forma vacía.
"Estás que deslumbras".
Me siento buena actriz, ¡¡socorro!!, venga coño di que no estás bien, ponte como una magdalena si lo necesitas, tal vez eso resolvería todo, tal vez así abrirías los ojos y podrías darte cuenta que todo volverá a ser como siempre, pero que ahora mismo demasiado tienes con estar contigo misma.
Mira yo que sé, estoy cansada y no quiero irme así a la cama, no puedo más con este tipo de noches. 

lunes, 7 de septiembre de 2020

Esta no es la última canción, pero sí es la última vez que suena así.


Nuevas etapas, nuevas experiencias, nuevos vientos, nuevas sensaciones, nuevos retos, nuevos días grises o no tan grises, nuevos recuerdos, nuevas personas, nuevas rutinas, nuevas normalidades, todo nuevo, pero, la misma ciudad de papel y la misma belleza y fealdad simultánea que provoca esa relación de amor-odio.
Todo cambia, en silencio, a oscuras y sin opciones de retorno, aunque lo hace de una manera tan sutil, tan elegante o tan violenta que nadie dice nada, es como si estuviéramos jugando al escondite con los monstruos de debajo de la cama y el miedo a que nos vieran fuera mucho mayor a las ganas de empezar una lucha de la cual no saldremos victoriosos.
Hoy he pasado, con la canción de Dinamita de Sidecars en mis cascos, por la misma zona por la que caminaba hace un año, no estaba igual; faltaba algún recuerdo, alguna persona o alguna sensación, tenía y tengo miedo a sentir lo que sentí y más miedo a ser consciente de que aquello que faltaba ya no podía volver, y si lo hacía no sería igual, tenía miedo a sentir lo que sentí, pero algo me impedía huir, algo me obligó a sentir lo que estaba sintiendo; poco a poco todo lo que creí que se había ido me abrazó sin tocarme y a distancia y me regaló una última canción, nunca un baile me había parecido tan bello y tan triste al mismo tiempo.
Termina la canción, silencio, algún que otro miedo, pero también ganas, de lo nuevo, de lo desconocido, de que vengan épocas mejores.
Me siento como si tuviera un libro con el envoltorio puesto todavía, como si sujetara entre mis manos una hoja en blanco y pudiera hacer lo que quisiera con ella, no sé que hacer, pero me levanto del banco en el que estaba sentada siendo distinta sin dejar de ser yo.
Camino decidida hasta que recuerdo el baile de hace unos minutos, me doy la vuelta, prometo que esta es la última vez, creo que es la primera vez en mi vida que siento únicamente una alegría inmensa de lo que llevo vivido, de lo que llevo recorrido, dios, he sido capaz de vivir instantes tan mágicos e inolvidables y emociones tan intensas que me han tentado con la idea de pedir dentro de ellas permiso de residencia, pero no lo quiero, pese a sentirme tentada a aceptarlo y que así entonces la vida sea algo más fácil.
Todo cambia, nada permanece igual y yo necesito y quiero formar parte de ese cambio, no puedo ni quiero rechazar la infinidad de galaxias que me quedan por descubrir tan sólo por haber dejado parte de mí en esta.
Tengo miedo, pero también muchas ganas, estoy preparada, sé que aún queda mucho por descubrir, mucho por sentir y mucho por vivir fuera de estas cuatro paredes. 

domingo, 23 de agosto de 2020

Minutos antes del despegue


Deberíais estar aquí o ya allí, pero deberíais estar, aunque sé que esto no lo habéis elegido y que si por vosotros fuera estaríais, algo dentro de mí todavía os está buscando por aquí creyendo que apareceréis mágicamente, menuda masoquista que estoy hecha, sería muy de película, pero sería un puntazo que ocurriera, aquí dentro duele un poquito (mucho) vuestra ausencia, ojalá poder abrazaros muy fuerte ahora mismo.
Y sí, también siento un puñado de nervios, otro de miedos y un cosquilleo incesante con una ilusión entremezclada que me ha hecho ir sonriendo a la nada hasta llegar aquí, pero es mucho menor de lo que me creía que sería, nada ha salido como me imaginaba, este verano ha sido totalmente un: "La realidad supera a la ficción".
Los miedos e inseguridades siguen capturándome en ocasiones haciendo que no disfrute tanto como me gustaría algunas sensaciones nuevas, aún así lo estoy intentando. 
Me gusta mucho esta zona del aeropuerto, está al fondo de todo y por alguna razón nadie llega hasta aquí solo por sentarse, así que disfruto mucho de mi burbuja, apenas se escucha nada, por lo que se respira cierta paz y tranquilidad en esta zona del aeropuerto, ojalá poder venir hasta aquí más veces aunque no fuera a coger ningún avión, no es un lugar especial y ni siquiera creo que se pueda calificar como bonito, pero me gusta asomarme a través de una cristalera enorme, tiene cierto grado de encanto y nostalgia, sino fuera por lo incómodo que es llevar aquí la mascarilla ya sería perfecto.
Un pequeño sonido procedente de mi móvil rompe la burbuja en la que estaba y escucho no muy lejos de mí el barullo de la gente; me paso los siguientes minutos observando a cada persona, sus gestos, sus manías, el tono de sus voces, las prendas de ropa que llevan e imagino de dónde viene y hacia dónde se dirige cada una.
Hay veces que me encantaría que alguien me observara a mí con la misma atención y admiración con la que yo lo hago, pero me cuesta creer que eso pueda ocurrir.
No muy lejos de mí veo a un hombre de avanzada edad con unas gafas idénticas a las de Harry Potter leyendo un libro, me fijo en la portada y leo: "El secreto de la felicidad", le veo tan concentrado y fascinado que hasta siento cierta envidia de la burbuja en la que se encuentra inmerso, yo ya me siento incapaz de volver a la mía y lo único que hago es mirar el reloj nerviosa e imaginar como una idiota el momento del reencuentro para intentar no acabar como una magdalena, por favor que no pase.
Quedan 5minutos para averiguar cual es la puerta de embarque, esto es una locura, demasiado locura, y me asusta la idea de pensar que no ha sido una buena idea, se me da mal no tener las cosas bajo control, aunque en el fondo me gusta la sensación pese a no estar muy acostumbrada a ella.
Miro dentro de mí y veo a una niña saltando en cada órgano como si de camas elásticas se tratase, le pregunto asombrada si no tiene miedo y me dice:
-Un poco, pero como ocurre siempre antes de vivir una nueva aventura, ¿no?.
No sé que decirle, me siento muy orgullosa de todo lo que ha logrado en sólo unos meses, aún recuerdo cuando creí haberla perdido; siento un poco de vergüenza, siempre he sido yo la que ha cuidado de ella y la que sabía que decir para tranquilizarla, en cambio ahora parece como si nos hubiéramos intercambiado los roles.
- "Todo va a salir bien Lau", me dice mientras vuelve a acurrucarse en el órgano que tenemos a la izquierda de nuestro pecho; no sé cómo lo hago, pero por primera vez me lo creo del todo y no a medias, ojalá que sea la primera de muchas más veces. 
Y ahora sí que sí, el puñado de ilusión es mucho más grande que el de miedos e inseguridades, pero siguen haciendo acto de presencia, aunque con menor intensidad.
Las cosas no han salido de la manera en que me imaginaba que ocurrirían, pero bueno, así empiezan las historias de aventuras, al menos la del niño de Up empieza así ¿no?.
Yo que sé... a ver si despegamos ya.

miércoles, 12 de agosto de 2020

La fidelidad con los libros de mi mesilla


De verdad que lo intento, pero no lo consigo; me paso cerca de una hora en cualquier librería o biblioteca leyendo los títulos y la contraportada de cientos de libros con muchas ganas de que alguno de ellos me parezca lo suficiéntemente llamativo como para querer leerlo entero y no perder el interés y las ganas antes de haber llegado a la mitad, pero siempre pasa lo mismo y me siento algo culpable, como si  ese libro que tengo entre mis manos fuera realmente interesante o tuviera algo realmente especial, y que yo no he sabido encontrar por unas altas expectativas iniciales o por no haberle dedicado el tiempo suficiente, y como no quiero volver a esa sensación desagradable vuelvo a los mismos cinco o seis libros de mi mesilla de hace años, es ir por el camino seguro, por el camino sin imprevistos ni nuevas experiencias, y pese a haber perdido ya el número de veces que los he leído me siguen gustando tanto como la primera vez, pero me quedo con las ganas de que ocurra algo que no me espero, algo que me sorprenda y que no había leído antes, así que vuelvo a intentar probar con alguno nuevo con la esperanza de conseguirlo, pero son tan pocas las veces en que esto ocurre que me rindo fácilmente si no consigue atraparme con la suficiente intensidad como para llegar a la última página.
Creo que con las personas me pasa algo parecido.
Acabo siempre con los cinco o seis libros de mi mesilla como mis únicas opciones de éxito, pero me tienta la idea de volver a buscar alguno nuevo que consiga engancharme lo suficiente como para no querer llegar al final o que cuando esto ocurra querer volver a empezar.