jueves, 22 de octubre de 2020

El dolor también se corre si lo abrazas con la suficiente fuerza.


Ven, entra, no tengas miedo que no muerdo, bueno a veces sí, pero despacito y con cuidado, así que no temas que mi boca termine justo ahí donde llevas tatuado mi nombre en braille desde hace unas semanas.

Hoy no quiero que me hagas el amor, prefiero que me amordaces con la suficiente fuerza como para creer que tienes el control de la situación, aunque no te confundas, no me estoy chupando el dedo, me lo estoy relamiendo, te estoy enseñando como me gusta, como necesito que lo hagas, que me lo hagas.

Intento mantener las distancias, pero mi cuerpo ha dejado de ser mío y se acerca al tuyo pidiendo guerra, pidiéndote que no tengas piedad, que el dolor a veces es la única forma de asegurarnos de que estamos vivos y hoy no me importaría experimentarlo mientras te adentras en mí.

Mis gemidos te suplican que no pares ahora, que no te lo permito, mi mirada ha perdido la poca inocencia y vergüenza que mantenía de esa niña de hace unos años, y ahora no deja de mirarte, retándote así a que subas la velocidad, la intensidad, que me subas las ganas de no salir de aquí; no sabes lo que me excita querer sentir tanto y saber que no puedo o que no quiero.

Eso sí, no me subas a la luna, hoy prefiero que me bajes a los infierno, a tus infiernos, hoy quiero arder.

Noto nuestras respiraciones bailando entrelazadas al mismo ritmo, siento como cada vez la velocidad es mayor y las ganas se desbordan a través de cada mordisco, a través de cada beso y a través de las embestidas.

No pares, ni se te ocurra, recuerda que el apoyo por las noches es muy importante, y más si es contra la pared; así que no pares, déjame sin respiración, llévame al límite de mis posibilidades y supéralos si tu ausencia de cordura es la suficiente como para hacerlo, estoy cansada de esta mierda.

Muerde, sí, hazlo, muérdeme fuerte y con ganas, las suficientes como para temblar ante la ambivalencia de la mezcla de dolor y placer que elimina las dudas y consume las ganas de sentirnos más unidas que nunca, de sentirte dentro de mí y notar con las yemas de mis dedos todo lo que provoco en ti; no me canso, no me rindo, tengo mucha sed, sed de ti, de mí, de nosotras juntas haciendo que hasta las paredes se queden sin palabras; me duele, pero, no quiero que pares, ¿es esto amor, sexo o locura?, no lo sé ni yo misma, pero, por favor no pares, no me dejes respirar.

Ven, átame a la cama y deshazme hoy, a oscuras, sin piedad y sin control de esta tediosa rutina.

Ven, necesito sentirte cerca de mí, probar tu sabor, probarte a oscuras y despacio, llenarte de razones por las cuales me quedaría a vivir en este instante y fantasear con la idea de que mañana te encuentre durmiendo en mi pecho, ¿te imaginas?.

No me mires así, ya sé que eso no va a ocurrir, pero por eso mismo no dejes que la curiosidad me mate, no me dejes abrir los ojos, todavía tengo ganas de ti, de saborearte, de imaginar que esto es algo más que un polvo sucio y rápido de despedida, joder he dicho que no me mires así, ya sé que esto es sólo una despedida, el tráiler de una película demasiado cursi que nunca veremos, pero qué más da, dijimos que nada de sentimientos, dijimos que sólo sexo y así será.

Noto tu respiración cada vez más agitada y me resulta imposible no deshacerme por dentro, me encanta el sonido de mi nombre entre tus gemidos.

-“Te quiero”.

¿En serio lo has dicho?, algo malo tenía que pasar, lo sabía, sé que no es verdad, que ni yo soy la chica que quieres ver mañana al despertar ni tu tampoco la que me gustaría ver dormir a mi lado, pero me ha gustado escucharlo y te muerdo con más fuerza como si todo esto fuera un sueño y no quisiera despertarme; me miras, sonrío y nos corremos a la vez mientras nuestras respiraciones bailan una última canción lenta; mañana es Domingo y sé que ya no estaremos aquí, pero me da igual, dijimos que sólo sexo y así será.


No hay comentarios:

Publicar un comentario