Ven,
entra, no tengas miedo que no muerdo, bueno a veces sí, pero despacito y con
cuidado, así que no temas que mi boca termine justo ahí donde llevas tatuado mi
nombre en braille desde hace unas semanas.
Hoy no
quiero que me hagas el amor, prefiero que me amordaces con la suficiente fuerza
como para creer que tienes el control de la situación, aunque no te confundas,
no me estoy chupando el dedo, me lo estoy relamiendo, te estoy enseñando como
me gusta, como necesito que lo hagas, que me lo hagas.
Intento
mantener las distancias, pero mi cuerpo ha dejado de ser mío y se acerca al
tuyo pidiendo guerra, pidiéndote que no tengas piedad, que el dolor a veces es
la única forma de asegurarnos de que estamos vivos y hoy no me importaría experimentarlo
mientras te adentras en mí.
Mis
gemidos te suplican que no pares ahora, que no te lo permito, mi mirada ha
perdido la poca inocencia y vergüenza que mantenía de esa niña de hace unos
años, y ahora no deja de mirarte, retándote así a que subas la velocidad, la
intensidad, que me subas las ganas de no salir de aquí; no sabes lo que me
excita querer sentir tanto y saber que no puedo o que no quiero.
Eso sí,
no me subas a la luna, hoy prefiero que me bajes a los infierno, a tus
infiernos, hoy quiero arder.
Noto nuestras
respiraciones bailando entrelazadas al mismo ritmo, siento como cada vez la
velocidad es mayor y las ganas se desbordan a través de cada mordisco, a través
de cada beso y a través de las embestidas.
No
pares, ni se te ocurra, recuerda que el apoyo por las noches es muy importante,
y más si es contra la pared; así que no pares, déjame sin respiración, llévame
al límite de mis posibilidades y supéralos si tu ausencia de cordura es la suficiente como para hacerlo, estoy cansada de esta mierda.
Muerde,
sí, hazlo, muérdeme fuerte y con ganas, las suficientes como para temblar ante
la ambivalencia de la mezcla de dolor y placer que elimina las dudas y consume
las ganas de sentirnos más unidas que nunca, de sentirte dentro de mí y notar
con las yemas de mis dedos todo lo que provoco en ti; no me canso, no me rindo,
tengo mucha sed, sed de ti, de mí, de nosotras juntas haciendo que hasta las
paredes se queden sin palabras; me duele, pero, no quiero que pares, ¿es esto
amor, sexo o locura?, no lo sé ni yo misma, pero, por favor no pares, no me
dejes respirar.
Ven,
átame a la cama y deshazme hoy, a oscuras, sin piedad y sin control de esta
tediosa rutina.
Ven,
necesito sentirte cerca de mí, probar tu sabor, probarte a oscuras y despacio,
llenarte de razones por las cuales me quedaría a vivir en este instante y
fantasear con la idea de que mañana te encuentre durmiendo en mi pecho, ¿te
imaginas?.
No me
mires así, ya sé que eso no va a ocurrir, pero por eso mismo no dejes que la
curiosidad me mate, no me dejes abrir los ojos, todavía tengo ganas de ti, de
saborearte, de imaginar que esto es algo más que un polvo sucio y rápido de
despedida, joder he dicho que no me mires así, ya sé que esto es sólo una
despedida, el tráiler de una película demasiado cursi que nunca veremos, pero qué más da, dijimos que nada de
sentimientos, dijimos que sólo sexo y así será.
Noto tu
respiración cada vez más agitada y me resulta imposible no deshacerme por
dentro, me encanta el sonido de mi nombre entre tus gemidos.
-“Te
quiero”.
¿En
serio lo has dicho?, algo malo tenía que pasar, lo sabía, sé que no es verdad, que ni yo soy la chica que quieres
ver mañana al despertar ni tu tampoco la que me gustaría ver dormir a mi lado, pero me ha gustado escucharlo y te muerdo con más
fuerza como si todo esto fuera un sueño y no quisiera despertarme; me miras,
sonrío y nos corremos a la vez mientras nuestras respiraciones bailan una
última canción lenta; mañana es Domingo y sé que ya no estaremos aquí, pero me da
igual, dijimos que sólo sexo y así será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario