viernes, 30 de octubre de 2020

Os echo de menos, pero no os lo diré.

 Cada día, a veces más tiempo del que me gustaría y otras los últimos 5 minutos antes de quedarme dormida, aparecéis en algún recuerdo del pasado corriendo, bailando o gritando por aquí o por allá, abrazo el recuerdo durante unos minutos y lleno ese vacío de aquí dentro que a vece intento rellenar con otros recuerdos, otras personas, otros sentimientos y emociones, pero nunca lo consigo, y ya no quiero hacerlo más porque cada día todo duele un poco menos y no cualquiera se merece un espacio aquí dentro. 

Lo vuelvo a experimentar todo de manera tan real que me cuesta creer que ya no sea ese el presente, unas veces me hace feliz y otras me hace llorar, pero todas las veces acabo volviendo a ese pasado del que no quiero despedirme, del que no quiero cambiar nada porque todo, absolutamente todo, es perfecto tal y como es.
Y los malditos miedos vuelven a hacer acto de presencia haciéndome creer que es imposible o muy muy difícil volver a encontrar lo que encontré en vosotros, volver a unos niveles tan altos de felicidad que me hacían dudar de si esto era un sueño o era real, volver a sentir todo lo que sentí, volver a ver la vida como juego de niños si vosotros seguís ahí, volver a cualquiera de esos momentos y creer que podríamos hacerlo eterno.
No quiero otros lugares en los que quedarme a dormir, no quiero otras personas especiales, ni otros brazos en los que refugiarme cuando todo se me hacía cuesta arriba, no quiero otras canciones que no sean las que escuché a vuestro lado, ni derramar otro puñado de lágrimas si no estáis vosotros en las butacas.
No quiero una realidad por muy bonita que me la pongan si no formáis vosotros parte de ella con la misma intensidad y constancia que antes, no quiero.
Y sí, quiero viajar tanto como pueda, vivir tantas aventuras como la vida me permita, pero tengo claro que no quiero quedarme a vivir en ninguna de ellas porque yo ya encontré el sitio, o mejor dicho, a las personas con las que sí quiero quedarme vivir, establecer una rutina por mucho miedo que me de y seguir a vuestro lado día sí y día también.
Dios, ¿a quién quiero engañar?, los miedos se alimentan de aquello que llevamos dentro que no compartimos, y conmigo tienen para rato últimamente.
Tengo tanto miedo a no poder volver nunca más, a sentir que algo desaparece cada día un poco más, a ser consciente de que ya no volverá a ser igual, a tener que aceptar que todos tenemos expectativas y que a veces ojalá no tenerlas.
Me da miedo volver a sentirme la pieza que no encaja, sentir que no debería haberme quedado callada, que debería haber sido valiente y ser sincera también hacia fuera, ojalá algún día encontrar la misma facilidad que encuentro escribiendo para serlo.
No sé que esperar o que no esperar, pero lo que sí sé es que a mí las expectativas me están haciendo daño, así que prefiero abandonarlas y simplemente dejar que lo que tenga que pasar, pase y lo que tenga que venir, venga.
Y tengo un conjunto de miedos que me arañan varias zonas por las que no me atrevo ni a caminar en compañía, pero nadie dijo que fuera fácil.
Pienso en vosotros todos los días, y no importa cuando leáis esto, pienso en todo, lo revivo a velocidad rápida, y después de todo y sin saber en qué momento exacto ocurrió.
Me descubro descubriendo que el amor es conocer a la mejor versión de ti mismo a través de los ojos de otra persona y, entre la infinidad de cosas con las que me quedo, me quedo sobre todo con la chica que conocí a través de vuestras pupilas, nunca nadie me había hecho quererla tanto como vosotros me enseñasteis a hacerlo, y eso sí que es para siempre.
Pase lo que pase os llevo en un lugar especial en el cual no hacen falta focos, porque vuestra presencia y existencia en el mundo ya brilla lo suficiente,recordándome lo enórmemente afortunada que soy.
Y ahora me encantaría deciros todo esto, el problema es que no quiero usar más el WhatsApp ni ninguna aplicación, estoy cansada, agotada.
Y tampoco creo que en persona me saliera ni la primera palabra, conociéndome acabaría llorando seguro, haciendo que firméis el contrato de mi mesilla de que no os vais a largar a ninguna parte, de que os vais a quedar pase lo que pase sin importar las dificultades, sabiendo como sois seguro que solo una o dos personas lo firman mientras el resto grita que a dónde vamos o qué si tenemos suficientes sacos... y jolin, llamadme cursi, pero yo quiero vivir justo en ese instante, en ese pequeño segundo en el cual vuestras carcajadas sonoras, vuestros chillidos, el ruido del resto de personas y el choque de dos chupitos que acabarán medio derramados por el suelo ya me han confirmado que estemos o no juntos, ya llevamos cada uno una pequeña parte del resto que sobrevivirá a los miedos y al tiempo.
Y como ya os he dicho, no voy a deciros nada de esto, ojalá me sea algo más fácil decirlo algún día, aunque yo ya sé, o espero, que lo sepáis. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario