sábado, 24 de octubre de 2020

En días como hoy es en los que más me necesito


Ojalá se pudiera pedir un manual con las instrucciones de la vida en ocasiones, no me vendría mal la verdad porque a veces no tengo ni idea de cómo hacer nada, aunque después de todo lo vivido seguro que ninguna instrucción me valdría, porque lo más probable es que cuando fuera a aplicarla  todo volviera a girar 180°, o mejor dicho, no lo volvería hacer porque continuamente esta girando, jugando con nosotros como si fuéramos los Sims y tuviéramos la capacidad de adaptarnos a todos los contextos y situaciones.
Yo eso no sé hacerlo, o al menos, hoy no, yo necesito un cambio y que luego no vengan más durante unos meses, o retroceder en el tiempo justo hasta el momento en que no pensaba en un futuro porque el presente era lo suficiéntemente maravilloso como para no tener que pensar en nada más, a veces me gustaría regresar 5 minutos a cualquiera de esos instantes e intentar disfrutarlo un poco más, memorizar cada instante sabiendo que se va a acabar y luego, como si fuera una masoquista, recordarlo una y otra vez
Y sé que prometí no volver, y sé que prometí no olvidar que nada dura para siempre, pero hoy duele un poco más de lo que estoy acostumbrada y necesitaba vomitar todo esto, gritar aquí y ahora porque no fui lo suficiéntemente valiente para hacerlo antes y ahí fuera.
A mí esto no se me da bien, y os prometo que me estoy esforzando mucho y sé que algunas cosas las estoy consiguiendo, pero hoy duele, no sé exactamente qué parte de mí, pero algo duele aquí dentro; la nostalgia de lo vivido, la culpabilidad que arrastra la cobardía que algunos días sentí o la tristeza entremezclada con unas gotas de miedo al sentir como todo se aleja en momentos, ¿se aleja o lo alejo?.
No tengo ni idea, pero hoy duele algo aquí dentro y escribir es la única forma que conozco para que, no sé si lograr que duela un poco menos, pero poder recordar que esto también lo dejaré de sentir en algún momento.
De verdad, me encantaría un manual con las instrucciones de la vida algunos días como estos, dejar de sentir que todo lo que no me gusta es por mi culpa y recordar que no siempre puede hacer sol, que a veces hace frío y no por eso hay que tener miedo, pero lo tengo, hoy lo tengo, tengo miedo de demasiadas cosas que, tal vez, ni siquiera ocurrieron u ocurrirá, pero el miedo existe, me pide algo de comer y yo me abro el pecho, creyendo que cuanto antes lo haga antes se irá, le dejo arañarme y apoderarse de mí durante unos minutos, le suplico que por favor tenga cuidado con el órgano que hay en la izquierda, que ahí guardo lo más valioso, aún así, él lo intenta romper, abrir y ver que hay dentro, pero no lo consigue, no es capaz de apoderarse de ello porque ahí guardo toda la energía, valentía y fuerza que hoy siento que me falta.
Creo que por eso escribo, porque cuando escribo recuerdo mi poder, y aunque esto no me libere de la tristeza me hace sentir bien, en mi mundo, en un mundo donde las cosas son un poco más fáciles, donde sí soy valiente, donde no me quedo callada, donde días como hoy encuentro a la felicidad echando un pulso con la nostalgia disfrazada de tristeza, y aunque hoy vaya perdiendo me hace sentir bien el recordar que ya vendrán otros días en los que gane ella. 

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