sábado, 10 de octubre de 2020

Esto no ha hecho más que empezar

 

Y sin saberlo esa sería la última vez.

Última fiesta, último reencuentro donde nadie falta, último ensayo, última vez que los pasillos están repletos de gente, último abrazo de verdad, último día donde las mesas de la biblioteca están repletas de gente, última vez que bajo o salgo, aunque no fume, sólo por encontrarme con personas que conozco, última vez que había que juntar mesas, última vez en la cafetería y joder, sabía que no debía irme de ahí.
Última vez de lugares de los que no quiero salir, personas y sensaciones de las que no quiero deshacerme, emociones y sentimientos que dejo de sentir, ruidos que dejo de escuchar y que recuerdo como la melodía más preciosa de todas, y olores que impregnan mi piel, dándose así el último beso con el pasado, corriéndose ambos a la vez, mientras el futuro me saca de la cama para bailar una canción que no había escuchado antes.
¿Cómo algo puede hacerte tan feliz y darte tanto miedo a la vez?.
Me doy la vuelta, prometo que esta es la última vez que lo hago, y con un puñado de lágrimas y otro de ilusión abrazo con todas las fuerzas que tengo el momento al que espero volver, pese a no ser lo mismo, pese a saber que nunca volverá a ser igual.
Me quedo unos minutos observando la escena, me hace feliz pensar en que todo esto de verdad ocurrió, que no fue un sueño, que fue real, que no sé como pero lo conseguí, aprender a volar está siendo una aventura emocionante.
Y me miro en el espejo después de una noche algo dura donde no me queda océanos que liberar y veo dos alas enormes en mi espalda, me froto los ojos y me pongo las gafas, sigo viéndolas, siguen ahí.
Una niña pequeña y asustadiza se levanta con torpeza, se coloca su corona, me susurra que todo esto es el comienzo, que yo soy la única responsable de la existencia de esas alas y que ahora que por fin las he descubierto sólo yo decido el rumbo, que no me puedo quedar aquí, que aún queda mucha vida por vivir.
Le pregunto por el pasado y por todo lo que en él se queda, ella abre la caja torácica del lado izquierdo de mi pecho y observo como todo habita ahí dentro, brilla tanto que hasta parece que sigue aquí, que todavía forma parte de un  presente algo desconcertante, beso con todo el amor del mundo cada instante y lo cierro con la misma llave que abre las puertas de mi mundo y que creía haber perdido.
Y entonces salgo por la ventana y decido volar tan alto y lejos como pueda, todo es nuevo y me muero de ganas de descubrirlo.
Dejo de leer los libros de mi mesilla y empiezo uno totalmente distinto, aterrizo en lugares que ni conocía de su existencia, aprendo a bailar, a patinar o a escalar, lo importante es que no lo haya hecho antes, Bikiniburka me escucha recitar y siento su calor, mi madre me dice conteniendo el mar de sus ojos que está orgullosa de mí, dudo que sea verdad pero hemos vuelto a hablar y sé que ambas estamos poniendo de nuestra parte, bailo por primera vez canciones de ayer y de hoy, la chica del metro que nunca se fijaría en alguien como yo me ha sonreído y, casualmente o no, íbamos en la misma dirección, me he atrevido a levantar la voz, me ha costado, pero lo he hecho y todos estaban expectantes, he disfrutado de mí y de mi cuerpo, he escapado del silencio y me he vuelto a encontrar, pasar los pasos de cebra pisando sólo las líneas blancas, bailar sin música de fondo o reírme a solas de cualquier tontería y notar como regresaba a mí mundo poco a poco, lo bueno de este tiempo perdida ha sido ser consciente de la persona tan increíble que soy, cada día me gusto un poco más.
Y por supuesto sé que la clave está en ir paso a paso sin miedo a las posibles recaídas.
Soplo zonas que aún duelen cinco minutos antes de acostarme, mañana dolerá un poquito menos, y los acordes de una guitarra me duermen rápido por primera vez mientras sonrío, lo estás haciendo bien.
Reconozco que tengo miedo, muchísimo, reconozco que a veces me siento tan asustada que me escondo bajo las sábanas, reconozco que mis demonios me siguen capturando algunas noches en que creo haberme perdido de nuevo, pero siempre me vuelvo a encontrar, pego mi grito de guerra y me vuelvo a levantar siendo mi versión más fuerte y valiente con la seguridad de que ni la mayor de las recaídas podría quitarme mis ganas de conquistar el mundo, lo voy a hacer, esto es sólo el comienzo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario