martes, 24 de noviembre de 2020

Fue una retirada por miedo a no poder luego curar las heridas

Lo logró, el dolor consiguió asustarme lo suficiente esa noche para abandonar mis creencias sobre el futuro, sobre mí y sobre los demás.
Quedarse dormida llorando contra la almohada y que al día siguiente el dolor de cabeza y las ojeras te recuerden el ayer es una de las peores sensaciones que existen, así que aunque no quisiera hacerlo abandoné todo aquello en lo que creía y decidí dejar de esforzarme tanto y pasar a ser una más de esas personas que no reclaman la compañía de nadie (pese a necesitarla), que sólo cuenta pequeñas cosas de las que lleva dentro para no asustar, que se limitan a conversaciones superficiales que ni siquiera son importantes para poder deshacer todo si las cosas se pone feas, y que mejor no hablar demasiado sobre ti porque, total, a nadie le apetece meterse en cosas complicadas.
Abandoné verbalizar los "Te quiero", "me gusta estar contigo", "te echo de menos", aún sintiéndolos aquí dentro, abandoné los abrazos, pero no la necesidad de uno de ellos de verdad, abandoné la ilusión hasta por las cosas más insignificantes, pero no las ganas de sentirla, abandoné la intensidad, pese a seguir toda ella recorriéndome por dentro, abandoné los planes de futuro como mecanismo de defensa, pese a soñar con ellos varias noches cada semana, abandoné todo aquello que me hizo llorar esa noche y prometí que no volvería a intentarlo fuera de mi mundo, que dolió demasiado y me asustó la idea de no poder salir de ahí.
No es maldad lo que llevan muchas personas dentro, es miedo apoderándose de ellos, de nosotros, poniéndonos contra la pared y obligándonos a una retirada, abandonar nuestros ideales y ser realistas o adultos... que palabras tan feas, pero me sentía agotada de ese tipo de noches, tuve tanto miedo como dolor arañándome durante horas cada habitación que había cuidado con esmero.
Lo siento, esta es la última vez que lo digo (probablemente no), lo siento por todo lo que no se ajustara a las normas de la superficialidad de los vínculos y conversaciones, pero no quería ajustarme a ellas, quería creer y algo sigue creyendo dentro de mí que hay otra manera de hacer las cosas, que tal vez ahora no sepamos cuál es, pero que la vida y el día a día no se limita sólo a una escala de grises, a prisas en el metro y a individualismo como mecanismo de defensa, lo siento a todos, no supe hacerlo mejor, no me atreví.
No me gusta la opción que elegí, pero fue el precio que tuve que pagar para salir de ahí, para que el dolor dejara de apretarme el cuello y para no vivir más noches como aquella, tuve miedo, me asusté más de lo que ya me imaginaba que lo haría y estaba dispuesta a aceptar cualquier cosa antes de seguir sintiéndome así.
Tal vez hay una parte de mí que no pertenece a este mundo y que siempre me pide volver al mío, permitiéndome ahí ser de verdad, tal vez no funciono bien en este o tengo algún error de programación que me impide aceptar las cosas del todo, dejando de esforzarme así tanto en lo que al resto parece que no le cuesta trabajo alguno.
"Lo pasado, pisado".
Menuda mierda de consejo, pero es que yo no quiero pisarlo como hacéis vosotros, yo quiero abrazarlo, sentirme feliz de haberlo vivido, disculparme si a veces tanta intensidad fue abrumadora y pedir al momento que por favor se mantenga intacto tal cual es, que nada de esta sociedad lo rompa, y que algún día ni el miedo ni el dolor tendrán el poder que ahora tienen para aceptar una realidad que no queremos aceptar.
He dejado de creer en las buenas y malas personas, creo que hay personas valientes y otras cobardes, me gustaría sentirme algún día parte de las primeras del todo, mientras tanto prefiero regresar a mi mundo y columpiarme durante unas horas esperando que alguien mire al cielo sólo porque está bonito.


No hay comentarios:

Publicar un comentario