martes, 31 de marzo de 2020

Catarsis emocional de un cactus.


Hoy llovía con rabia y el aire rugía con fuerza entre las calles, aire que hoy sentía como me faltaba, y no hablo metafóricamente, me he sentido como ese ave encerrado en una jaula que no deja de piar y encima algún gilipollas sigue diciendo que pía porque está feliz, se me ha puesto la piel de gallina al sentirme tan en su pellejo, así que abrí la ventana de par en par y respiré, me costó varios minutos hacerlo y no sé como lo conseguí, pero, lo hice, y agradecí que la lluvia me salpicara con la misma rabia con la que lo hacía con todo lo que encontraba, el aire llegó por fin a mis pulmones y durante unos segundos lo único que existía dentro y fuera de mí era silencio, y menos mal, porque de verdad que lo necesitaba.
Poco después empezaron los aplausos de las 8 y entonces sí que llovió, no sé que me pasa últimamente que estoy hipersensible, y si ya lo eres de normal cuando añades el "híper" es como una montaña rusa de la cual ya quieres bajarte, o al menos durante un rato para volver a subir luego.
El número de personas que salen a aplaudir con este tiempo es menor que cuando hace sol, pero, aún hay varias personas que se asoman, es gracioso como van apareciendo las cabezas por las ventanas y el sonido del conjunto de aplausos me sigue pareciendo realmente una manera  preciosa de decir que están ahí, si no estuvieran no habría aplausos, pero los hubo, así que están ahí.
Y son muchísimos los aplausos (aunque no todos se escuchen desde aquí), es decir, son muchísimas las personas que están ahí con sus vidas y sus montañas rusas de emociones y sentimientos.
Me gusta la lluvia, de verdad que me gusta mucho y en días como hoy cumple una importante función interna, aunque, también si se está algo decaída puede contribuir a aumentar esa tristeza, es como cuando de pequeña tu madre te aseguraba que todo iba a ir bien, pero, en su tono se podía apreciar que ni ella misma estaba del todo segura de sus palabras.
Una forma bonita (y también bastante ñoña/cursi) de visualizar la lluvia es pensar que cada gota es un "te quiero" de alguien que te importa, o una persona que te está echando de menos, o alguien que está pensando en ti o recordando algún momento juntos o haciendo algo relacionado contigo en ese momento; entonces es ahí cuando tus pulmones pueden coger todo el oxígeno cuya ausencia han sufrido antes demasiado, y es una pena que dure tan poco ese instante, pero, no hay ruido en tu cabeza, sólo observas el frío que sientes por todo el rato que llevas con la ventana abierta provocando que ya tengas la piel de gallina, o las gotas de lluvia deslizándose por tu rostro velozmente o el silencio que sólo rompe la canción de "Resistiré" que suena de fondo desde la ventana de alguien.
Y son sólo unos segundos, y no es que sean suficientes a largo plazo, pero, a corto plazo y como diría mi abuela:
Hace el apaño.

sábado, 28 de marzo de 2020

Primavera tenía que ser.


Es preciosa; cuando sonríe y me mira, cuando me mira, o cuando ni siquiera está mirándome a mí.

Es preciosa y estremecedora la manera en que provoca ese tornado de emociones y como se burla de la primavera haciéndole competencia en el instante en que sonríe cuando cree que nadie le está viendo o, cuando por el contrario, son muchos los ojos que le observan.
Lleva un campo entero de flores en su interior y los girasoles que crecen en sus ojos siempre están orientados hacia los rayos de sol que le acarician la piel con delicadeza, y da igual cual sea el tiempo atmosférico de hoy o de los próximos días, nunca están mirando al suelo, y quizá por eso y mucho más la primavera esté embobada con ella, porque nunca antes había presenciado el momento en que las flores crecen sin miedo alguno, pese a todas las posibilidades que hay de que sean arrancadas como producto de las incontables ideas equivocadas que se mantienen del amor.
Y camina entre la gente, perdiéndose entre la multitud mientras el eco de sus carcajadas resuena entre las calles que ya vuelven a estar vacías, juguetea con un hilo suelto, con algún mechón rebelde o se ríe de repente pensando en vete tú a saber que.
Y nada ha cambiado, pero a la vez todo es distinto.
El barullo de fondo volverá a dificultar las conversaciones, el metro se volverá a ir justo cuando apareces, llegarás demasiado tarde a donde quiera que vayas y parecerá desde fuera una ciudad estresante, pero, en cualquier lugar de cualquier ciudad un campo abarrotado de flores preciosas baila al ritmo de la canción que suena de fondo, los girasoles siguen la dirección de los rayos de sol que ya se están despidiendo y la luna insiste en hacer acto de presencia ante la envidia de que alguien haya enamorado a la primavera, cuando todo el mundo sabe que la primavera no es más que una estación del año a la cual no se le suele prestar demasiada atención.

jueves, 19 de marzo de 2020

Algo de introspección...


Hola, vengo a hablar contigo y, a su vez e inevitablemente, conmigo misma.
Ya has estado últimamente demasiado desanimada y sin ganas de nada, echando de menos hasta las más pequeñas cosas del día a día y visualizando todo bajo un filtro de negatividad y pesimismo,pero, ya es hora de intentar cambiar esa forma de ver las cosas.
Hoy me he despertado con ganas de levantarme y es la primera vez que me ocurre desde que empezó la cuarentena; como ya es costumbre me he pasado unos minutos pensando en todas las personas a las que llenaremos de abrazos y besos cuando acabe todo esto, pero esta vez echarles de menos no ha provocado dolor ni tristeza, sino que ha generado un inmenso sentimiento de orgullo y alegría al ser conscientes de que si ahora hay días que les echas de menos a todas esas personas importantes así como hasta las más pequeñitas cosas es porque forman parte de tu vida y están ahí día tras día, eso es increíble, tener la inmensa suerte de haber conseguido crear unos vínculos tan fuertes, íntimos y valiosos como para notar con tanta intensidad su ausencia ahora.
Sé que no somos una persona fácil Laura, que nos metemos demasiada caña con esto y con aquello, que el ruido incesante de nuestra cabeza agota demasiado y que algunas noches es difícil conciliar el sueño por ello, y el hecho de pasar tantas horas sola no es que ayude precisamente, pero, todo esto también te está dando la oportunidad de frenar, de ver como está todo dentro de nosotras, y ya no me vale expresiones de "es todo un desastre","es un caos", deja de decir esas mierdas porque no es verdad, sé que estás en ello, pero abandona ya toda expresión que conlleve una dura crítica hacia cualquier aspecto de ti, pues sólo te estás haciendo daño a ti misma al decirlas.
También me gustaría pedirte que dejes de aislarte o poner tantas barreras cuando alguien quiera conocerte en los días tristes; soy perfectamente consciente de que da muchísimo miedo abandonar el escudo y pedir ayuda, que asusta pensar que nadie te vaya a querer escuchar en esos días o creer que estás prohibiéndole así a la otra persona que te hable de sus días grises, es increíble todas las vueltas que le das a las cosas, pero, tú misma sabes que sola no puedes con todo, ojalá algún día lo admitas. No puedes con todo y no pasa nada por no poder, que el miedo que provoca esto sé que es real, pero en muchísimas ocasiones lo has sentido y no por eso has dejado de arriesgarte, así que me parece genial que te permitas tus tiempos y espacios, pero, en muchas ocasiones lo que has necesitado es que invadan tu espacio personal y lo has puesto muy complicado, ¡para ya!.
Déjate ayudar y mimar, deja que vean que hay debajo del escudo, que aunque tú creas que es horrible no lo es, que muchas veces no es tanto que seas complicada sino que pones la excusa de tus espacios para no sentir luego que era una mala decisión o que no deberías haber ido por ahí, deja de mentirte, eres la primera a la que le gusta exponerse a nuevos contextos desconocidos, pese a que resulte algo incómodo al comienzo, así que sal ahí fuera (metafóricamente por ahora) y con miedo o sin él no retrocedas.
Y, por cierto, me alegro de que hayas encontrado varias vías para distraerte y, poco a poco, volver a sentirte realizada y orgullosa de ti misma, pero deja de ver tantas películas tristes todos los días, así te deprimes tú y cualquiera.
Y. por último, sé que lo que peor llevas es sentirte demasiado sola durante demasiado tiempo, pero todas esas personas importantes van a volver a estar a centímetros de distancia, y el reencuentro va a ser increíble después del tiempo que llevamos, así que no te preocupes porque el hecho de que no siempre estés tan presente no indica que se vayan a olvidar de ti, seguro que también te echan de menos tanto o más que tú a ellos.
¡Ah!, celebra tus 21 más adelante, siempre hemos creído que la manera en que los empieces influye mucho en como te irá el año y, de verdad, te lo mereces, te mereces que tus 21 estén cargados de cosas bonitas, así que celébralos aunque sea de una forma sencilla como a ti te gusta.
Un abrazo Laura, me alegro de verte tan feliz siempre en tu mundo, ahora bien, vuelve a este de vez en cuando que también tiene su lado bonito.
Cuídate, y no sólo físicamente por favor.


martes, 17 de marzo de 2020

Lo echo de menos, os echo de menos


Echo de menos tantísimas cosas tan especiales y tan pequeñitas que hasta duele.

El sonido del tráfico, de los bares, de las clases; echo de menos ese ruido que a veces contribuía a mi dolor de cabeza, las horas en el bus con canciones de fondo y sentirme inspirada, el frío de los días en que madrugaba, y que sentía sobre todo en mis manos al sacarlas de mis bolsillos, el sonido del bono transporte, la comida de los restaurantes recién hecha, observar a alguien que no conozco en el metro y que me sonría porque sí, el olor de las personas a las que quiero, el sonido de su respiración, la infinidad de expresiones faciales particulares que intento siempre memorizar, los besos sonoros y demasiado rápidos que ni valoramos lo suficiente, los abrazos fuertes para expresar todo el amor que se lleva dentro, dios, lo que daría ahora mismo por repetirlos todos seguidos y a la vez.
 Los golpecitos sobre cualquier parte de tu cuerpo, las caricias y hasta los empujones cariñosos entre otras formas bonitas de decir: <<Te quiero>>.
El sonido de las carcajadas en directo o el simple barullo de fondo, los gritos de ilusión, los encuentros diarios y espontáneos, observar de cerca los segundos que tarda en formarse una sonrisa de la cual tú eres la causa, tomarse unas cervezas hablando o en silencio mientras el viento te acaricia, el tacto de la barba o el pelo de alguien y nunca haberte parado a pensar en lo genial que es, imaginar y fantasear como me gustaría empezar los 21 sin haber llegado a este momento todavía, sentarse en un banco y disfrutar de la compañía, las aceras que sienten nuestras pisadas alegres, los rostros de las personas, las escaleras del metro de lista o Diego de León, ir de compras, ir al cine, la zona de llegadas del aeropuerto, el tacto de la hierba, las fiestas que se llevan a cabo tan sólo para celebrar la vida.
Las manías y particularidades de cada uno y las distintas formas de expresar y sentir todas las emociones.
El olor de la comida de personas que están comiendo cerca de ti, el sillón de la cafetería, la infinidad de tipos de miradas que puedes recibir en un día sólo y el abrazo de después, los ensayos o improvisaciones, las sorpresas que hacen tu día especial, las ventanas de la biblioteca y coincidir siempre con alguien, los movimientos corporales frecuentes en cada uno y el nerviosismo de ir con el tiempo justo, caminar hasta Avenida de América, o... ¿qué digo?, caminar simplemente sin importar nada más.
Lo echo de menos más que a mí misma en los días buenos, y duele un poquitín, y sé que es solo tiempo, pero aquí sentada en mi silla con los rayos del sol atravesando mi ventana y acariciándome cierro los ojos y os visualizo, nos visualizo en cualquier instante de estos, aunque no es suficiente y joder menuda llorera que llevo últimamente, pero lo echo de menos.
Que ganas de que todo vuelva.

sábado, 14 de marzo de 2020

Fueron sólo unos minutos, pero, fueron suficientes.


Y ahí estábamos, un montón de desconocidos asomados por las ventanas homenajeando y agradeciendo en forma de aplausos eufóricos el esfuerzo y sacrificio de todas las personas que estos días están trabajando sin pausa en los hospitales, demostrando una vez más que ellos son los verdaderos superhéroes a los que se les debería admirar y reconocer más, y hablo de todos ellos, desde el médico que trata con el paciente hasta la persona que se encarga de limpiar con extremo cuidado cada lugar y cada instrumento, todos ellos son igual de necesarios e imprescindibles.
Y me parecieron preciosos esos minutos de aplausos porque eran muchas las personas que aplaudían, y cualquier pequeño sentimiento de soledad que pudiera existir desapareció durante ese espacio de tiempo.
Me quedé asomada por mi ventana, sonreía y escuchaba aplaudir a mi alrededor, y recordaba como cuando era pequeña alguna vez también me había quedado ahí quieta con la seguridad de que Campanilla estaba al llegar y me llevaría a NuncaJamás, hace años alguna que otra vez deseaba irme con ella, aunque sólo fuera esa noche.
Pero hoy no quería irme de aquí, quería que fuera ella quien se quedara a mi lado, poder explicarle todo lo que estaba ocurriendo y contarle que, por surrealista que pareciese, una panda de desconocidos me acaba de hacer sentir súper acompañada eliminando el pequeño sentimiento de soledad que se había colado en mí hoy.
Seguro que ella, con su dulce tintineo, me daría un beso de esquimal y se sentaría en mi hombro observando con asombro toda la escena, es más, creo que lo ha hecho.
Y ahí nos quedamos, observando y rompiendo con aplausos el silencio propio de otras noches; permanecimos juntas pensando en todas las personas que ojalá poder abrazar ahora y fue una bonita forma de estar todos conectados durante unos minutos hasta que ya no oímos ningún aplauso y, parecerá una tontería, pero en ese instante el mundo pasó a ser un poco menos feo a ser y a sentirse un poco más humano y un poquito más mío.
Y sé con seguridad que nuestros aplausos fueron escuchados desde los hospitales, y sé, con aún más seguridad, que el miedo, la soledad y la preocupación que por allí se hubiera colado despareció totalmente, siendo sustituido cualquier energía negativa por un firme sentimiento de que todo va a ir bien.


jueves, 12 de marzo de 2020

1:06


Me dan miedo algunas noches, no sé muy bien desde cuando me ocurre, pero, desde X tiempo me asusta el momento en que cae la noche y me meto en la cama deseando pillar pronto el sueño, algo que no suele ocurrir con frecuencia.
Los días buenos suelen ir acompañados de un agotamiento físico y emocional en algunos casos que me hace no temer este momento, pero, los días tristes ese agotamiento general se transforma en ruido en mi cabeza que es imposible silenciar, y cuanto más te esfuerzas en disminuirlo mayor es el ruido y mayor el poder que tiene de apropiarse de ti durante el tiempo que se le antoje, dificultando tu capacidad de tomar todo el oxígeno que necesites.
Pero llega un momento en el que explotas, al no poder aguantar más o gracias a una canción que sabías perfectamente que hoy no debías escuchar.
Y, mediante un llanto silencioso pidiendo a gritos que deje de doler o a través de varias respiraciones profundas lo consigues, y no es que sea un proceso agradable, esos minutos duelen y liberan a la vez como si se tratase de una especie de catarsis emocional necesaria por la que sabes que debes pasar.
Y no sé, tal vez todo esto sea una tontería y, me he prometido no calificar de este modo lo que piense o sienta, pero, joder como cuesta.
Tal vez por todo esto me dan miedo las noches en que sé que no me quedaré dormida con facilidad, porque nada más acostarme sé que hoy será una de esas noches.

miércoles, 11 de marzo de 2020

La belleza de los días tristes


A mí sí me gustaría saber que hiciste durante el día, el humor con el que te has levantado hoy, si eres de las personas que necesita un colacao, un vaso de leche o un café bien caliente, o por el contrario, de esas otras que prefiere saltarse el desayuno.
Los planes previstos e improvisados que has llevado a cabo, saber si hoy ha sido uno de esos días buenos en los que con facilidad dejas asomar una sonrisa y no dejas de hablar sin parar sobre cualquier cosa, o si hoy ha sido un día de mierda en el que eliges justo esa canción que sabes que te va a hacer polvo mientras deseas que llegue la noche con el temor de que te cueste le vida conciliar el sueño por todo el ruido de tu cabeza; si te sirve de consuelo todos tenemos varias conversaciones pendientes que sabemos que no llegarán, un puñado de miedos inconfesables y una montaña de inseguridades que dificultan responder cualquier cosa distinta de "Bien" cuando te preguntan cómo estás en los días grises, me gustaría que contases conmigo también ahí, ojalá poder asegurarte que no habrá más días de mierda, pero eso es imposible, así que ojalá que cuando no deje de llover y haga frío ahí dentro, recuerdes que los días tristes duelen un poquito menos si estás cerquita de alguien.
Que casi nadie tenga interés en descubrir la belleza de los días tristes no elimina el casi, me parece precioso dejar a un lado todas esas cosas que pueden conocer todos ya sea por tus redes sociales o en una primera conversación rápida, e interesarse por la lista de sueños por cumplir, aquellos imprescindibles que salvarías de tu habitación si toda ella estuviera ardiendo en llamas, la manera en que visualizas tu futuro, así como los bares y lugares que con el tiempo se han transformado en baúles de recuerdos intactos que despiertan todos a la vez cuando acudes a ellos, con el temor de que alguno se haya esfumado o haya sido sustituido por otro más reciente.
Nadie conoce la belleza de esta parte de ti hasta que no explotas y sientes la necesidad de contar todo lo que alguna que otra noche no te ha dejado dormir, ojalá algún día sienta que realmente no puedo más como para empezar a creer que, tal vez, si haya personas que sepan apreciar la belleza de los días tristes. 

martes, 10 de marzo de 2020

El bus de vuelta a casa.


A veces me viene un bloqueo social que me hace no querer hablar ni interactuar con nadie, sólo oír mis canciones y que el volumen sea lo suficiéntemente alto como para silenciar todo el ruido de mi cabeza.
Hoy hace frío, y eso que ya estamos en Marzo, el conductor me ha saludado al entrar en el autobús con un tono cansado y me he colocado al final del todo con los cascos ya conectados a mí móvil; voy viendo por la ventanilla y fijándome en todo, me gusta este instante en el que me imagino la vida de las personas que voy observando con detalle, llegando a preguntarme quién les está esperando en casa, quienes serán sus personas imprescindibles o que les dará miedo a cada uno.
A veces algún desconocido me sonríe y ese gesto ya es suficiente para creer con firmeza que no todo está perdido.
También me fijo en las mascotas de cada persona y, sobre todo, en las miradas hacia sus dueños, el mundo sería un lugar mejor si nuestro corazón fuera como el de ellos.
Algunos días escribo gracias a una de esas pequeñas cosas que he descubierto con el rostro apoyado en la ventanilla y otras no lo hago por miedo a perder el momento presente, así que solo me quedo mirando desde fuera todo lo que ocurre.
Llego a la parada, grito un: ¡Gracias! que no recibe respuesta, me gustaría que algún día la recibiera, sé que es una tontería, pero a mí me gustaría.
Espero a que el semáforo se ponga verde mientras me esfuerzo en elegir la última canción que escucharé hasta llegar, esta debe ser la mejor canción, no me preguntéis el porqué, pero, debe serlo.
Llego a casa, hace algo de frío como de costumbre y me deshago del abrigo al sentir la calefacción encendida, me quito los cascos, termino de escribir este relato y me tiro sobre el colchón de mi cama, me preparo mi serie y viajo dentro de ella sintiendo las emociones y sentimientos de cada personaje y deseando que no muera ninguno de ellos ahora, que hoy no lo soportaría, hoy necesito que el final sea la voz de ese personaje que todavía no ha hablado, el beso que llevo esperando una temporada entera o las palabras de ese otro que se que me harán llorar como una cría al escucharlas; me apetece ver eso, pero, lo más seguro es que no ocurra nada o que acabe pasando apuntes a limpio con la misma canción con la que me bajé del bus.

No lo sé todavía. 

domingo, 8 de marzo de 2020

Sola o borracha quiero llegar a casa


Yo no nací mujer para morir por serlo, yo no nací mujer para que juzguen mi manera de vestir y cuestionen mi palabra cuando consideran que alguna parte de mí debería estar cubierta y no lo está.
Mi cuerpo no es un objeto que poder sexualizar, y no debe ser cuestionado su valor por unas expectativas inalcanzables que creía que debía alcanzar para ser merecedora de amor; estoy viva, no tengo ninguna enfermedad, respiro bien... mi cuerpo es jodídamente precioso, pero, los comentarios que recibí durante años de: "eres demasiado blanca", "deberías coger unos kilos que estas demasiado delgada", "controla el peso que por tus muslos veo que has cogido unos kilos", "eres demasiado alta para las chicas de tu edad", "no te favorece ese peinado","te están saliendo unos granos por ahí" aún pasan factura al mirarme al espejo, en ningún momento  hemos pedido tu opinión.
Tampoco el hecho de ser una mujer conlleva un "amigo especial", ni lo hay ni lo habrá nunca en este caso.
"Chicas acabo de llegar a casa", ¿os suena?, en la mano aún tengo la marca de las llaves que he ido apretando con fuerza a lo largo del camino.
"Yo a ti no te veo muy capaz", "piensa en otras opciones","es mejor que lo dejes"; ¡¡basta!!, podemos conseguir todo lo que nos propongamos a través del esfuerzo, no quiero volver a oír ninguna frase de esas.
También nos hicieron sentir que el maquillaje es la única solución para sentirnos guapas  o sexys, no lo necesitamos, cada vez más el maquillaje se ha vuelto un complemento, pero, no la causa de nuestra belleza.
Me está costando, pero la chica del espejo y yo nos estamos reconciliando poco a poco.
¿Y eso de qué no puedo proporcionarme placer a mí misma?, a veces las mujeres nos masturbamos y nos corremos solas, si algún dios no acepta esto, entonces, ¡alabado sea Satanás!.
Que no esperes a la bofetada para plantearte irte de ahí; si te insulta, te discrimina, te hace sentir incómoda, poca cosa, insuficiente o sin valor es un maltratador o una persona llena de toxicidad, estoy a tu lado y te prometo que no voy a alejarme, estamos todas aquí. Nosotras sí te creemos.
"No, no, a mi hijo educación sexual no, es mi hijo, yo decido".
Primero, no es tuyo, está bajo tu potestad, y segundo, sin una correcta educación sexual tu hijo usará el porno como manual ante sus primeras relaciones sexuales o no conocerá términos como "orientación sexual","identidad de género", etc.
Está a tiempo de evitar creer que el único estilo de familia está compuesto por un hombre y una mujer o caer en una visión falocentrista creyendo que lo más importante es meterla.
"Si se pone celoso es que te quiere", "eres mía y solo mía", "no deberías salir así"...
Se sigue manteniendo una idea muy tóxica de que es el amor al creer que conlleva una atención constante; el amor es respeto, es estar sin ser visto por la persona a veces, es cuidar y admirar, sentir enorme orgullo cada vez que ves que es feliz o que consigue alguno de sus objetivos, y sobre todo, si es amor no duele.
Hoy es 8M y sé que en algunos trabajos no cobraré lo mismo que un hombre con el mismo trabajo por mi género, por la noches seguimos teniendo miedo a volver sola y nunca falta el: <<Ya estoy en casa chicas>>, nuestro cuerpo se sigue juzgando con dureza, no siempre existirá un príncipe y cuando exista no tendrá que salvarnos de nada, nos masturbamos y disfrutamos de nosotras, la existencia de pelo en diversas partes de nuestro cuerpo no nos convierte en unas "guarras", tenemos derecho a enfadarnos y a no sonreír si no queremos, he visto a muchas de mis hermanas llorando al no ser creídas por su forma de vestir o cualquier excusa que jamás justificaría una agresión sexual o una violación.
He visto a mi madre molesta y no decir ni una palabra, he oído de mi padre frases basadas en una ignorancia que ni se esfuerza en ocultar sobre que es ser mujer hoy en día.
Hoy salgo junto a mis compañeras, mis hermanas, mis guerreras a pie de batalla a hacer mucho mucho ruido, a dejarnos la voz por todo esto, a dejarnos la voz por nosotras, pero, sobre todo, gritaremos por quienes no tienen voz, porque a partir de hoy:
sola o borracha, quiero tener la seguridad de que llegaré a casa.
¡Que vivan las mujeres y que viva el feminismo!, pues gracias a él soy una mujer fuerte, libre y valiente.


lunes, 2 de marzo de 2020

En verdad, no sé que me pasa


No puedo más, estoy agotada, física y emocionalmente y ni siquiera soy capaz de decir esto en voz alta, supongo que por eso estoy de nuevo aquí, permitiéndome contaros esto y, de alguna forma, respirar.
Estoy cansada de mí misma, y sí, hoy es uno de esos días de los cuales ya os he hablado alguna que otra vez en los que he decidido aparecer por aquí por necesidad y no tanto por placer.
Estoy cansada de decir que estoy bien cuando no lo estoy, de decir que no pasa nada cuando si pasa, de obligarme a hacerme la fuerte cuando alguien me está mirando y de llorar al reconocer la verdad cuando estoy a solas, estoy cansada de sentir que suficientes problemas mayores o menores tenemos todos como para verbalizar todo esto; y nada de esto quita que sea una persona feliz en muchísimos instantes, pero, las pequeñas heridas o rasguños que siempre cubría de maquillaje o cosía con rapidez ya son suficientes para sentir que en cualquier momento todos los puntos saldrán disparados y esto empezará a sangrar, y tengo miedo, siempre me asustan estos segundos anteriores a la explosión.
Y si el hecho de explotar fuera lo suficiente doloroso o intenso como para cambiar después, de verdad que adelante, pero, vuelvo a las andadas repitiéndome continuamente que yo puedo con esto y con muchísimo más, que si hemos salido de peores, de esto también podremos, eso sí, lo conseguiré yo porque yo puedo con todo.
Mentiras y más mentiras, pero, me da miedo reconocer lo contrario y decido dejar que pase el tiempo sin haber desinfectado heridas y ahora todas ellas en algunos días en los que estoy DramaQueen duelen todas a la vez y sé que mañana todo esto lo volveré a guardar dentro y que saldré ahí fuera siendo una persona fuerte y feliz, de verdad que lo soy, pero, miro hacia dentro y no sé por donde empezar, he llegado ya a un punto en el que siento que necesito salir de aquí, 5minutos serían suficientes para permitirme dejar que todo salga fuera, vaciarme al completo, pero, supone una gran exposición de la parte vulnerable que no me atrevo a llevar a cabo, así que lo hago a solas y me ayuda bastante, es como el momento en que vuelves a sacar tu cabeza a la superficie después de haber aguantado la respiración tanto como pudieras.
Y no sé, es Lunes y eso seguro que también influye.
Buenas noches. 

domingo, 1 de marzo de 2020

La eternidad de un instante


La teoría del caos tiene algo inmensamente poderoso y mágico relacionado con nuestra propia existencia que descubrí hace poco.
Esta teoría hace referencia a que cuanto más cerca estés de conocer la posición exacta de un punto, menos capaz eres de averiguar su velocidad, y da igual el número de ensayos en un laboratorio y el bagaje de experiencias que acumules a tus espaldas, nunca podrás predecir la posición exacta de una partícula, y menos de una persona.
No se puede, es imposible todo eso de controlar el tiempo y creer que conoces la órbita en la que se desarrolla tu vida porque un segundo es suficiente para que todo haya cambiado y sientas que no puedes hacer nada al respecto, y entonces sólo ahí te sientes el jodido barquito de papel que sin ni siquiera saber navegar acabó haciéndolo; y es eso lo que debemos hacer, aceptar la vulnerabilidad y fragilidad que nace en uno mismo al saber que no tenemos ningún control en este viaje y sólo así empezaremos a vivir el instante presente, el aquí y ahora sin miedo o intentando que los temores que vivan en nuestro interior no nos hagan perdernos esto tan increíble que tenemos a nuestro lado.
¿Os acordáis la última vez que estuvisteis en un parque de bolas con tus amigos celebrando, probablemente, algún cumpleaños?.
Un día nos bajamos del tobogán sin saber que esa sería la última vez, al igual que nos dimos un último abrazo o beso con alguien sin saber que ese sería el último, que no habría más y seguimos nuestro recorrido, pero, si queremos podemos hacer que no sea la última vez, aunque siempre existirá una fuerza mayor, un conjunto de energías que son las que decidieron que ese día sería el último y joder que si da miedo, muchísimo.
Y llega a doler la vulnerabilidad que sentimos y que se nos obliga a esconder al ser conscientes de que lo que hoy es así, mañana tal vez es completamente diferente, asusta mucho sentir que ciertos elementos de tu vida te tientan a creer en que esto puede ser, que te planteen planes de futuro y que te brillen los ojos creyendo de verdad en ellos y deseando llevarlos a cabo, ¿es todo esto real?, no me creo nunca del todo que lo sea.
Y os revelaré cierto descubrimiento ahora; si algo debe permanecer en tu vida o así lo deciden esas energías de las que hablaba, no importa la velocidad de cada partícula ni el número de órbitas que recorra, volverá a tu vida o no se irá nunca de ella, pero es imposible saber de antemano lo que nos espera.
¿Qué podemos hacer entonces ante todo esto?
Vive, sal ahí fuera y déjate el alma en cada esquina y en cada factor de tu vida que creas que merece la pena, debes darlo todo y más si es posible, sólo así creyendo firmemente en los imposibles, en los "para siempre" desafiarás la teoría del caos y habrá un instante, sólo uno en que os volveréis eternos e infinitos en el tiempo sin importar si después viene o no una despedida.
Tal vez venga y dolerá, eso tenlo asegurado, pero, me da igual, no podemos pasarnos la vida escapando del dolor, a veces debes sentirlo con intensidad como prueba irrefutable de que estás vivo y de que tienes la capacidad de sentir, eso es increíblemente maravilloso y precioso, pese a pensar lo contrario alguna que otra noche de insomnio, así que olvídate de mañana que tal vez ni llega y céntrate en el aquí y en el ahora, llena este pequeño y fugaz instante de tanto amor, tanta magia y tanta energía que consigas detener el segundero y llevar contigo siempre este pequeño rallo de luz en lo más profundo del órgano que tenemos a la izquierda de nuestro pecho.
Con respecto a esto último, Mahatma Gandhi dijo:

<<No existen las despedidas entre nosotros. Allí donde estés, te llevaré en mi corazón>>

¿Quién sabe?, quizá no existan y sí tengamos la capacidad de hacer instantes, factores y personas eternas, es más, estoy segura de que así es, y que lo que conocemos como despedidas sólo es el comienzo del recorrido en una nueva órbita que acabamos de descubrir.