domingo, 1 de abril de 2018

Difícil de resolver.


En mi defensa y, aunque resulte poco creíble, diré que no fui yo la primera en sonreír, aún así, me declaro culpable porque reconozco que sí fui la primera en enamorarme, en perderme en esa sonrisa y tomar la arriesgada decisión de quedarme a vivir allí.
Ahora bien, señoría, le pido que tenga en cuenta a la hora de poner la sentencia que llevo presa, aunque no esté encerrada en una prisión, estos últimos meses y le aseguro que no es algo que haya sido por mi voluntad, sólo le pido que lo tenga en cuenta y comprenda la estrecha relación entre "culpable" y "víctima" que existe en esta ocasión. 
Sí, ya se lo he dicho, yo fui la primera en enamorarme, en despegar los pies del suelo para alzar el vuelo junto a alguien que sabía cuales eran mis debilidades, en pintar mi mundo de colores que no son muy bien vistos por los demás, en apagar el despertador por esos cinco minutos que tan increíbles y tan cortos resultaban siempre y, sobre todo, por creer que podría salir bien cuando yo misma sé que conceptos como "estabilidad" o "equilibrio" no tienen mucha relación conmigo, así que no le negaré que parte de la culpa recaiga en mí, he jurado decir la verdad antes de empezar y es lo que estoy haciendo; pero, sinceramente, no creo que sea la única culpable aquí...¿cómplices?...no creo que ese sea el término, no sabría como llamarlo, pero, los daños, los violentos golpes que recibieron los recuerdos a los que siempre mimábamos, la presencia invasora de las mentiras, los gritos y las malas energías que ya se han hecho con nuestro piso no son sólo por mi culpa.
Ya conoce usted el dicho, ¿no?... "dos no discuten si uno no quiere", no creo que me falte nada por decir, sólo quería que supiera que esta no es una situación donde podamos apreciar claramente uno o varios culpables ni una o varias víctimas, así que dígame...
¿Cómo solucionamos todo esto sin provocar más heridos?, de verdad, estoy deseando saber si, al menos usted, sabe como hacer creer a todos que las cosas están bajo control, cuando en realidad, nunca lo han estado y, probablemente por eso me resultó tan fácil enamorarme como una idiota. 

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