miércoles, 11 de abril de 2018

Te echo de menos, a ti, como una pequeña gran parte de mí.


Aquí, a mi izquierda, acariciando mi espalda mientras me iba quedando dormida, aquí, agarrando mi mano con fuerza, llenándome de besos cuando alguna de esas inseguridades o miedo aparecía para robarnos protagonismo, riéndote como cuando tenías cinco o seis años de las cosas más absurdas de la vida, cuidándome con recelo hasta cuando decías que no lo ibas a hacer, sabiendo cuando necesitaba que me lo pusieras difícil y cuando era mejor uno de esos abrazos que siempre me hacían sentir tan pequeña y tan grande al mismo tiempo.
Te echo de menos muy dentro de mí, tan dentro que duele ese gran vacío que ahí queda, te echo de menos mientras sonrío de esa manera tan vacía que ahora tengo de hacerlo, te echo de menos mientras me miro al espejo cada mañana y no te veo en mis pupilas abrazándome.
Y es curioso que te eche de menos a ti sin ni siquiera ser demasiado el tiempo que pasamos ni algo demasiado serio ese laberinto en el que buscábamos la salida, deseando no encontrarla, pero, así es, aunque me de rabia reconocer que tenías razón cuando me dijiste que te iba a acabar echando de menos, aunque no quisiera hacerlo cuando todo se fuese a pique, porque...mi amor... sobre todo tú sabías que no sacaríamos nada bueno.
Y, ni siquiera sé porque te estoy contando y reconociendo esto porque, sabemos... tú mejor que yo que no te lo mereces, así que no creas que lo hago por ti, lo hago por mí porque me lo merezco, me merezco decirte todo esto...que aunque supiéramos como íbamos a acabar sin haber empezado, te echo de menos a ti como una pequeña gran parte de mí, no sé como lo has hecho, pero lo has hecho y tenía que decírtelo aunque no lo merezcas, aunque no lo vayas, probablemente, ni a saber.

No hay comentarios:

Publicar un comentario