martes, 17 de abril de 2018

Romper en caso de incendio


No parecía peligrosa, pero, llevaba un cartel en el pecho que decía:
                                                  -Romper en caso de incendio 

Llevo unas horas escribiendo y borrando todo lo que me gustaría decirte por miedo a que mis miedos te capturen de nuevo, y es irónico porque ya no te veo en el horizonte y, probablemente, se deba a que ya estás demasiado lejos para que te puedan alcanzar; que lo que ahora duele no es que ahora mires con tanta magia a otras personas, sino que lo hagas con los mismos ojos con los que me mirabas a mí.
Que tengo miedo a dormir en un lado de la cama por tener que aceptar que ya no estás en el otro lado, que tengo miedo de que no estés al final de la calle, que tengo miedo a coincidir de nuevo y no decirnos nada por miedo a sufrir daños, como si fuéramos dos viejos asesinos... que tengo miedo de que hayas encontrado unas palabras que te ofrezcan más calor o que te hagan sentir así.
Apenas me quedan fuerzas para lanzar esta última bengala, y ni siquiera sé si estarás mirando al cielo en este instante, así que creo que esto es sólo el último acto suicida para decirte que te echo de menos más que a mí misma.
Las mariposas de mi interior empiezan a tener frío y muy bajito me preguntan si vas a venir a cantarlas como siempre hacías cada noche o vas a dejar que se mueran de frío, yo intento aparentar tranquilidad, pero, te prometo que ese es el último sentimiento que tengo aquí dentro.
Al menos mi corazón sé que se quedó contigo, ahora, en mi pecho a la izquierda, noto un vacío y una nota de despedida en la que se lee: -Te lo dije.
Cuida de él, no dejes que vuelva conmigo, está mejor a tu lado, ahí, abrazándote durante horas es donde siempre quiso estar, así que no le despiertes y cántale bajito si se desvela por la noche, ojalá me lo devuelvas en forma de libertad algún día, pero, por ahora dale de mi parte las buenas noches para que no me sienta tan lejos.
En realidad, no sé cuando se fue todo a la mierda...
Desperté un día y ya no estabas, aunque, seguías agarrando con fuerza mi mano para evitar que me diese cuenta, deberías haberlo hecho mejor, pues fui consciente de que volvía a estar sola desde que busqué ansiosa ese brillo de tus ojos y ya no estaba, ya no lo encontraba en ningún rincón perdido de tu ser.
Ahora me quedan muchísimas palabras, tan fieles como siempre, pero, el problema es que no encuentro un orden para escribirlas.
Que la felicidad llevaba años durmiendo entre las sábanas y nunca me di cuenta hasta hoy, por eso siempre nos costaba tanto salir de ahí.
¿Sabes?, sigo caminando por la calle con la esperanza de tropezar con tu mirada, pero, todavía no he tenido éxito, sólo me queda escribirte como una acción suicida ya que son escasas las posibilidades de que te des cuenta que cada palabra lleva un recuerdo junto a ti.
También debería decirte perdón porque me asustó la idea de pensar que te habías vuelto un factor imprescindible para estar bien y decidí escapar por miedo a que el paso del tiempo solo agravase la herida que ahora curo con cariño y ternura.
Sólo me queda, ahora, experimentar bien esas sensaciones a las que siempre temí y llenarme de fuerza al pensar que algún día nos volveremos a encontrar, no diremos nada, pero, me sonreirás y luego cada uno seguirá su vida y yo sonreiré  como si no hubiera pasado nada.
Mientras, cuídate, espero que estés mirando al cielo cuando decida usar esta última bengala y, gracias, por haber ignorado el cartel que llevaba tatuado en mi pecho hasta cuando parecía que no había otra solución.

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