miércoles, 11 de abril de 2018

Que nunca mueran los amores platónicos de instituto.


Voy a hablaros de ella como la chica más bonita de todos los pasillos y de todas las clases, voy a hablaros de su sonrisa chiquitita capaz de desordenar latidos y de las pequeñas arrugas de su rostro cuando sonríe que tan embobado deja a cualquiera, no quiero hacer que parezca que tiene una sonrisa enorme, para nada, pero, por esa misma razón es tan bonita cuando aparece.
En sus ojos, a veces, se puede observar la estrella de Nunca Jamás a  la que siempre queríamos viajar cuando éramos pequeños, de verdad, ojalá nunca dejen de brillar y que si alguna vez lloran, que sea sólo de risa porque no se merecen con toda la magia que guardan en su interior, esa en la que nunca deberíamos dejar de creer, mostrar alguna pizca de tristeza o miedo.
Y no sé que más podría contaros porque, en realidad, es de esa clase de personas que no se pueden describir con palabras porque todas se le quedan cortas.
Parece siempre una más del grupo de personas con el que esté rodeada, pero, es especial y, aunque lo intente, no sabría deciros claramente el por qué, supongo que, como ocurre en muchos casos, lo es porque se pasa la vida alabando a otras personas sin haberse mirado antes ella en el espejo, y no sé...resulta bonito que no se de cuenta ni ella misma que sería capaz de darle mil vueltas a cualquiera.
No es fácil saber que es ella, la puedes tener a tu lado y no darte ni cuenta, pero, si la veis por ahí, si tenéis la suerte de ser consciente de lo valiosa que es no hagáis nada y dejar que ella sola con sus pequeños gestos y manías siga brillando como siempre lo ha hecho, pero, no os alejéis por si acaso se le olvida esa magia que contienen su forma de mirar y su pequeña y escurridiza sonrisa que, aunque debería estar siempre ahí, no siempre lo está.
Así que quedaros ahí cerquita sólo por si acaso tenéis que recordarle quien es la chica que ve en el espejo cada mañana. 

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