lunes, 12 de agosto de 2024

Lárgate a jugar, yo me encargo del resto


Eras tan solo una niña, y yo coloqué sobre tu espalda responsabilidades de otros. Lo siento, te pedí que te comportaras como una adulta cuando no eras más que una niña.

Perdóname pequeña por no dejarte jugar el tiempo que querías en el parque, perdóname pequeña por no dejarte tropezar, por llenarte la cabeza de miedos que devoraban, en ocasiones, a tus mariposas e ilusiones.
Perdóname por exigirte que corrieses cuando todavía te costaba andar con soltura, perdóname por obligarte a sonreír cuando querías destrozarlo todo, por obligarte a llorar en silencio en el baño cuando necesitabas gritar, por pedirte palabras de compasión y fortaleza sin haberlas antes recibido, por hacerte sentir insuficiente cuando querías jugar con otros niños y niñas, por obligarte a callar cuando querías hablar, y por hacerte bajar la mirada cuando necesitabas que alguien la sostuviese, perdóname pequeña por hacerte creer que no eras suficiente, que no estabas haciendo lo suficiente y que, por tanto, no merecías ese amor y esos cuidados en los que refugiarte de ti misma y de los monstruos.

Ojalá haberte dejado jugar más, tropezar más, reírte más y atreverte más... ojalá haberte dejado ser más niña durante más tiempo; tú nunca tuviste prisa por crecer, pero yo te insistía en esforzarte por lograr ese afecto por parte de quienes no debían haberte pedido nada más que ser tú para que te quisieran. Ni ellos ni yo supimos hacerlo del todo bien, las habitaciones se llenaban de ruido, monstruos hambrientos nos controlaban, y una niña asustadiza nos observaba desde debajo de una cama intentando que no se le escuchase llorar. 
Perdóname pequeña; me necesitabas a tu lado, me suplicaste un respiro y un "todo va a ir bien", yo no lo hice, no estaba, y las veces en que estaba te repetía las voces de esos adultos tan grises: "No es suficiente".

Me equivoqué desde el momento en que te obligaba a seguir aprendiendo a correr cuando tú lo que me pedías es que te dejase escribir y bailar, tenías demasiados y preciosos colores en tu interior, y yo no supe valorar tu potencial hasta muchos años después.

Desde que nos conocimos de verdad nunca más volvimos a soltarnos de la mano, hemos crecido mucho juntas, me has enseñado muchísimo más tú a mí que yo a ti, pero quiero repetirte algo muy importante para que nunca más lo olvidemos.
Eras una niña suficiente y valiosa, y merecías una infinidad de cuidados y amor por ser tal y como eras, exigirte esforzarte por lograr esto es de las cosas que sé que te han generado mayor dolor, y que aún a veces sigues obligándote a hacer. 
Para pequeña, no debes nada a nadie más que a ti misma, no debes pagar un precio por dejarte cuidar y querer, debes seguir aprendiendo a recibirlo de personas que lo único que quieren es verte feliz bailando. Sí preciosa, esas personas existen y están ahí fuera sentadas sonriéndote esperando que les dejes entrar un poquito más en ti y llenarte campos enteros de flores, déjales pasar, confía en mí.

Cierra los ojos, hazlo, abre tus brazos y coge aire, déjate envolver por mis brazos y por sus brazos y rómpete a llorar las veces que lo necesites, prometo que seguiremos aquí cuando vuelvas a abrir esos ojos color chocolate. Baila pequeña, baila sin parar y juega con tantos niños y niñas como puedas, hazlo ahora, mientras yo te cuido. 

Eres suficiente y eres merecedora de todo ese amor y esos cuidados que tú aprendiste a dar sin haberlos antes recibido, perdóname por no habértelo dicho más, perdóname por llenarte la cabeza de miedos cuando no eras más que una niña con ganas de jugar con otros niños y niñas.

Te quiero pequeña, y lo de pequeña es un decir, porque siempre has sido muy grande, casi tanto como el corazón que llevas ahí dentro.





No hay comentarios:

Publicar un comentario