sábado, 26 de octubre de 2019

"Madrid es feo"


"Madrid es un lugar feo" me dijeron una vez.
Madrid es feo si se observa desde fuera, para ver lo precioso de Madrid hay que perderse entre las calles o escapar a rincones que apenas conozca la gente corriente.
El barrio de Malasaña y la infinidad de bares y tiendecillas donde siempre hay de fondo una canción de guitarra nostálgica o alguien recitando delante de un micrófono, y donde todas las personas se caracterizan por ese estilo bohemio que disfrutan la vida despacito y que antes de dormir devoran un libro de poesía o de mundos lejanos donde todo es posible.
El Círculo de Bellas Artes en Gran Vía y las vistas desde arriba para recordar el tamaño real de las cosas cuando te sientas pequeña.
La estación de Chamartín por la noche con las vistas panorámicas de las Torres de Madrid, tarde en la bolera donde la iluminación parece sacada de una película de ciencia-ficción y patinaje al anochecer.
El invernadero de Atocha, tan ajetreado pero, tan mágico por su capacidad de detener el tiempo en algunos instantes en que sientes que no hay nadie más.
El autocine Race como la mejor forma de una sesión de películas al anochecer.
La plaza de los cubos y que la última canción con la que tengas una obsesión sea lo único que rompa el silencio.
El Capricho o el Retiro como formas de alejarse de la parte fea que tiene vivir en una ciudad.
El parque Quinta de los Molinos y el momento en que los cerezos empiezan a florecer y recuerdas la frase de Peter Pan: Yo creo, sí creo, yo creo en las hadas.
El barrio de las letras y comprender la respuesta de Bécquer a "¿Qué es poesía?".
El sábado manifestación feminista en Sol, donde estuvimos 80 días acampando luchando por nosotras con la sororidad como nuestra mayor arma, y el Domingo al Rastro y querer llevárselo todo por el estilo hippie y vintage de todo lo que te encuentras.
El museo ABC, el Prado o el Reina Sofía y encontrar ese nivel de paz que no consigues casi nunca.
La Galería de Cristal del palacio de Cibeles y su preciosa bóveda acristalada enorme.
Las calles que unen la universidad y todos los bares cercanos, bueno, no sé si las calles son bonitas o, si por el contrario, son las personas que las recorren las que hacen que me parezcan preciosas.
Una tarde en el Desert City, llevártelo a lo personal, y recordar que hasta entre espinas pueden nacer flores en las condiciones adecuadas, al menos los cactus lo consiguen.
El Yatai Market para conocer y disfrutar con el paladar la cultura asiática.
Y al terminar todo, el Parque de las siete tetas en Vallecas y ser consciente de que sí, Madrid es una ciudad con mucho tráfico y ruido desde fuera, pero al adentrarse en ella hay rincones que hacen que sea un lugar precioso si se mira y disfruta desde el ángulo correcto.
Y no, no he ido ni a la mitad de estos lugares y podría mencionaros muchísimos más, pero, jamás me atreveré a decir que Madrid es un lugar feo, porque no lo es, Madrid es un lugar precioso.



Fotografía hecha por @juanitahurtado19

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