jueves, 10 de octubre de 2019

El invierno será precioso si prometes que no te vas a ir.


Hola, vamos a hacer un trato.
Yo prometo (poco a poco) dejar de pensar(te) todas las noches seguidas y salir ahí fuera para conocer lugares, personas y sensaciones nuevas y tú me prometes que no dejarás nunca que pase el suficiente tiempo como para que la sinvergüenza de tu ausencia se ponga a arañar las paredes del órgano que tenemos en el lado izquierdo de nuestro pecho.
Prométeme que cuando me canse de sociabilizar y vuelva a casa al echar de menos vuestros abrazos, uno de ellos me lo darás siempre tú porque estás ahí, porque hoy me vas a prometer que no te vas a ir nunca y, no te equivoques, no hablo de distancias; hablo de estar, prométeme que vas a estar siempre.
¿Trato hecho?.
Esta noche varias canciones y recuerdos felices se han juntado para hacer que te eche de menos, para recordarme que no te tengo aquí y sí, lo sigo haciendo, sigo buscando tus ojos entre la gente o el sonido de tu risa en mitad del ruido y no los encuentro, y duele, dueles, dueles mucho.
Quiero que vuelvas y que vuelvan cosas tan pequeñitas, pero, tan especiales como el olor a tortitas recién hechas, el tacto de tu Jersey bajo la lluvia, los abrazos fugaces sinónimo de: "No quiero irme de aquí", el brillo de las estrellas que, en realidad no brillaban, sino que se emocionaban al vernos bailar en mitad de la noche; quiero que vuelva todo eso; que estés cuando las chocolaterías empiecen a abrir en Invierno, que veas encenderse las luces de Navidad en Gran Vía, que las calles que unen la universidad y todos los bares cercanos vuelvan a sentir tus pisadas, a escuchar tu risa, y que Madrid al anochecer vuelva a ser un poco más bonito gracias a ti.
Ahora me hago una película en mi cabeza y sonrío como nadie al verme como protagonista de una historia donde los personajes principales no acaban juntos, pero, joder no será por falta de amor.
Y sonrío, sonrío mucho y a veces, sólo a veces olvido que has comprado un billete de vuelta y fantaseo con la idea de que sólo tienes en tu cartera un billete de ida.
Y, ¿sabes?, algunos dirán que no he aprendido la lección, pero, volvería a elegirte mil veces más por ser la causa de gran parte de mis sonrisas, por hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con ese brillo en los ojos y esas ganas de hacer frente a un millón de tormentas y, sobre todo, por haberme enseñado a quererme a través de tu especial forma de mirarme.
Y, lo estoy pensando y sí, quiero hacer todo lo que te he prometido al empezar este intento de sentirte un poco más cerca.
Quiero viajar, bailar, reír sin parar, besar y follar con ganas, los dos cepillos en el vaso, experiencias que me llenen, tirarme en paracaídas, amueblar un piso, emborracharme, subir a más escenarios, el problema o la suerte es que sigo queriendo hacerlo todo contigo.
Pero te prometo que lo haré todo, ahora sólo falta que tú cumplas tu parte y que no te alejes de aquí nunca, aunque en realidad ya lo has cumplido porque hoy y ahora cierro los ojos y siento a una niña sentada en lado izquierdo de mi pecho que me susurra con seguridad que se va a quedar ahí siempre, cuidando de mí y yo de ella.

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