miércoles, 5 de mayo de 2021

Vals con la muerte al anochecer

He decidido hacer de una parada de bus cualquiera el hostal para pasar esta noche, demasiado lejos de casa para poder volver ahora y demasiado cerca de la frontera que separa esta historia, estos lugares, de otros rincones nuevos por descubrir. 

Llevo a mis espaldas una mochila llena de hojas escritas, de bolígrafos medio gastados, una caja de bombones sin abrir para celebrar logros que ni sé identificar con claridad, dos cervezas para que los momentos amargos sean algo menos amargos y una botella con una carta en su interior que habla de todo y de nada a la vez y que mantiene un olor a nostalgia, al de la mezcla de colonias de todas las personas de una fiesta, al de la cocina cuando tú madre te preparaba tu comida favorita y al del campo después de llover durante horas mientras tú te dedicabas a ser feliz. 

He visto muchas partes de historias incompletas desde aquí, y a ratos me he sentido parte de cada una de ellas; he visto besos de despedida entre quien tuvo que quedarse y entre quien decidió coger ese bus por un puñado de sueños que implicaban alejarse de todo lo conocido para que algún día volver significara que había ido a muerte a por el plan A sin más que unos ahorros y algún que otro trébol de cuatro hojas en su bolsillo, he visto llorar a un padre porque su hija ya dejó de ser su niña para ser la mujer con ganas de jugar con fuego sin miedo a quemarse, he visto a personas regalarse flores más allá del 14 de Febrero, reconozco que he llorado al verlos emocionarse, he visto a una mujer dejar en una de las esquinas de esta parada de bus un ramo de flores con la fotografía de una joven con infinitas ganas de vivir.

- "Debería haberle dicho más veces que le quería".

Y así  me definió el amor de la manera más sencilla y más compleja posible, sin muchas grandilocuencias y con toda la sinceridad del mundo; también he visto a través de las ventanas de los autobuses que aquí se detuvieron los rostros cansados de quienes llevan muchas horas a sus espaldas viajando, rostros sumergidos en pantallas de quienes la nostalgia se apoderó haciéndoles agarrarse a un pasado difuso, y junto a estos los de muchas otras personas que observan el exterior con la mirada de un niño en su primera excursión sintiéndose, por fin, algo más libre.

He visto a muchos abuelos bajarse en esta parada mientras su nieta quedaba dentro algo desconcertada y mientras él, con los ojos humedecidos, le sonreía haciendo un pequeño gesto que sólo ellos dos conocían, he visto a gente perder el bus por quedarse cinco minutos más abrazados a alguien y he descubierto, tras ver cómo el bus se iba, que eso sí que es morir de amor, pero no de frío.

Estos últimos meses he visto tantas pequeñas partes de tantísimas historias diferentes que hasta a me cuesta distinguir si lo que veo es ajeno a mí o parte de mi historia, he visto tantas manifestaciones de amor diferentes, tantas emociones explotando a la vez y tanto sentimientos envolviendo a esta parada de brillantes destellos que no se me ocurre mejor manera que hablaros de ella para hablaros así de la vida.

Hace unos días un silencio pesado se apoderó del lugar y apareció entonces ella, a quienes todos temen olvidando que sin su existencia no tendría sentido la vida; apareció bailando un vals lento al ritmo de una canción que no lograba escuchar, iba besando con fragilidad y con cariño los rostros de algunas personas que allí estaban, los rodeaba con sus brazos, de la misma manera en que una madre lo hace con su hijo, y la persona entonces desaparecía creando un pequeño torbellino del que salían volando algunas flores ya mustias por el paso del tiempo.

Cuando ya se iba a marchar me observó entonces con curiosidad, me retiró el mechón de pelo que cubría parte de mi rostro y me dijo con un tono calmado: 

- "tú no deberías estar aquí"

- "Sólo quería imaginar cómo se ve desde este punto todo, nunca lo había hecho."

- "¿y qué observas?"

- "Observo que lo que de verdad nos asusta a todos no es tu presencia,  sino llegar a esta parada sin haber recorrido antes el camino que queríamos cada uno."

- "El camino, el soñado camino... nunca nadie llega a recorrer del todo el que había imaginado, y menos mal que no es así, si no ¿qué emoción tendría la aventura del vivir?, ante mi presencia sólo y únicamente hay algo que no puedo consumir ni modificar y es lo que cada uno haya logrado guardar y conservar en el lado izquierdo de su pecho."

Entonces, me abrió el pecho de par en par y observó con admiración todo mientras seguía levemente con su cabeza el ritmo cardíaco acelerado que tenía en esos momentos.

- "wow... ¿ves?, sólo esto es lo que da sentido a todo, lo que me da sentido a mí; hacía tiempo que no observaba uno tan resplandeciente, tan lleno de vida y tan bello como el tuyo; vive chiquilla, vive y sigue llenando este tesoro de joyas tan bellas como las que ya tienes, pues cuando vuelvas aquí, dentro de muchos años espero, será sólo esto lo que quede de ti". 

Esa noche me permitió quedarme con ella, observar todo desde su vieja parada de bus y bailar un vals lento a oscuras mientras el bus venía a por mí; una vez que llegó me beso la mano y me pidió que le escribiese desde el otro lado del puente, que sentía curiosidad por saber como se le veía desde allí y por qué a tantas personas les asustaba su presencia olvidando que sin ella la vida no tendría sentido. 

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