sábado, 8 de mayo de 2021

Pétalos de Margaritas


Hoy me fui a perderme por Malasaña en busca de algún bar en el que refugiarme durante unas horas del estrés, de la ansiedad y del miedo ante el futuro de estas semanas y meses que hay por delante. 
Acabé en uno ya conocido lleno de estanterías llenas de libros y donde preparan un café con la espuma en forma de corazón que está riquísimo, es una tontería, pero ese detalle y la sonrisa de la dueña del bar hacen que me sienta como en una nube aislada del mundo.
Me encanta escribir en sitios así ya que suelo tener más inspiración de lo normal con tan sólo fijarme en las personas que me rodean.
Esta vez estuve observando a dos mujeres de cabello canoso que vestían dos abrigos tan elegantes como si fueran dos actrices en su mejor momento personal y profesional, ambas reían con ganas y con gestos de complicidad hasta tal punto que acabaron llorando de la risa que se contagió a otra personas que estaban cerca.
Me hizo sonreír observar la divertida escena, pero a la vez me encogió un poco el corazón al ser consciente durante esos minutos que hace demasiados meses que yo no me río de esa forma, lo reconozco, me ha dado mucho envidia; cada vez más me río por compromiso, porque algo me ha hecho gracia o porque estoy nerviosa, pero hace mucho que no me río de verdad hasta el punto de llorar y lo echo tanto de menos...
En voz alta no he dicho nada, pero dentro de mí he escuchado a una niña secándose rápido las lágrimas y diciendo: "jo, yo quiero eso".
En verdad hace muchos meses que no me río de verdad, que no sonrío porque de verdad quiera hacerlo o que no me siento como súper ilusionada, es como si me hubiera transformado en una persona seria y que se limita sólo a seguir la corriente al resto porque le han dicho que eso es lo que hay que hacer si quiere dejar de sentirse mal.
No sé, me he echado muchísimo de menos hoy; yo solía reírme sin parar hasta sin saber muy bien por qué había empezado a reír, sonreía porque me sentía con ganas de hacer mil cosas y tenía ideas tan locas y creativas que era capaz de viajar a mi mundo y sentirme invencible allí, me encantaba ese lado de mí y, jamás lo hubiera imaginado, pero me encantaba que no me entendiera casi nadie con facilidad y que ni siquiera me importase, jo, ¿dónde estás?.
Ahora las personas de mi alrededor me dicen que se me ve mucho mejor, que me adapto mejor a todo y me hablan de cosas actuales que han pasado; joder yo no quiero ser como vosotros, no quiero ser normal ni acercarme a ello, quiero ser como era antes en todo lo bueno, estar sola y no sentirme sola o ser rara para la mayoría, estoy cansada de esperar que ese lado de mí regrese porque cada vez me cuesta más creer que pueda volver.
Estoy muerta de miedo y no me gusta sentirlo durante tanto tiempo, tengo tantísimo miedo respecto a tantas cosas diferentes que a veces sólo me gustaría desaparecer un rato hasta que todo pase o hasta que las cosas no parezcan tan difíciles; a veces me encantaría recibir una carta de mi yo futuro y poder leer en ella algo como: "Vuelves a ser la de siempre, aunque no sea como antes, confía en mí".
No sé, al menos me serviría como una prueba de que todo irá bien, estoy agotada de no saber qué hacer en casi ningún momento y que sean otros los que deciden por mí lo que sentir o dejar de sentir.
Después de un rato, las dos mujeres se levantaron y se fueron sin poder articular palabra sin que alguna carcajada les interrumpiera, a una de ellas se le cayó una margarita algo mustia, me levanté y fui a devolvérsela creyendo que tal vez podría ser como un amuleto o tener algún valor especial.
Ambas se miraron entre ellas y luego la mujer a la que se le había caído la margarita sacó de su otro bolsillo muchas otras margaritas sin apenas pétalos, en ese momento confirmé lo tanto que me gustaría en unos años ser como ella y llevar mis bolsillos llenos de flores.
- "Quédatela, por cada pétalo puedes pedir un deseo como yo he hecho con estas otras, ¿ves?".
Mi cara era un cuadro y no sabía si esas dos mujeres me estaban vacilando, pero ambas me miraban serias y sin apariencia de que estuvieran bromeando.
- "Gracias, supongo" dije mientras les sonreía por lo surrealista que estaba siendo ese momento.
Volví a entrar en la cafetería, me terminé mi café y me quedé sonriendo a la nada como si acabara de hablar con dos seres de un mundo mágico.
Observé la margarita, arranqué un pétalo y lo apreté con fuerza en mi puño.
"Quiero volver a reírme sin parar hasta llorar un montón de veces porfi, echo muchísimo de menos sentirme así".
Soplé con fuerza el pétalo y este echó a volar, ojalá que se cumpla.
Volví a casa sin haber escrito apenas nada, pero más animada que antes, ojalá volver a salir más veces a sitios como estos, me encanta hacerlo y lo hago demasiado poco para lo tanto que me llena ese tipo de días. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario