sábado, 27 de marzo de 2021

Estamos hechos del mismo material que los sueños

Creces de sopetón, sin previo aviso y sin poder retroceder, y entonces te das cuenta de por qué Peter Pan no quería hacerlo, que ya lo dijo él mismo, es una trampa de la cual nadie puede librarse. 
Todo se queda congelado en una realidad de la cual ya no formamos parte; el sillón de la entrada ahora parece tan grande y espacioso que asusta observarlo, a simple vista está lleno de polvo, pero si te fijas con atención salen algunos destellos provocados por recuerdos que bailan una última canción; la puerta está cerrada y dentro sólo se escucha la voz de algún profesor o el sonido del tráfico llenando la sala de ruido y eliminando el sonido del silencio escandaloso de las risas, los llantos y las explosiones de emociones y sentimientos que ayer llenaban un lienzo de colores tan mágicos y brillantes que ni siquiera son fácilmente perceptibles por la mayoría de las personas de ahí fuera.
Hoy sobra espacio donde ayer faltaba, el poder colocar los bolsos y abrigos en distintos sitios lo invade todo de un sabor agridulce que te hace salir corriendo o quedarte inmóvil contemplando un escenario vacío que nada tiene de vacío y rezando a un dios en el que ni crees para que se vuelvan a encender las luces, aunque sólo sean cinco minutos más.
Los relojes controlan el tiempo y te obligan a despedirte de donde nunca quisiste irte, las calles son sólo calles que te observan caminar con prisas por una montaña de preocupaciones que no hace más que crecer, los paraguas te cubren de la lluvia y el semáforo en rojo te hace creer que hemos perdido todo lo que ayer parecía eterno.
Algunos lugares se han convertido en museos preciosos de los planes de futuro que, probablemente, no llegarán, o no de la manera en la que los habíamos imaginado, pero también contiene un pasado tan parecido a NuncaJamás que ni el tiempo ni el ruido de ahí fuera se atreve a aparecer. 
El presente se engaña a sí mismo y te hace creer que todo fue un sueño demasiado bonito para ser real, a veces la realidad es tan aplastante que puede durar varias meses esta sensación, te dicen que es cuestión de tiempo, que todo pasará y que la función no ha hecho más que empezar.
Mentiras, mentiras y más mentiras por parte de quien solo conoce este mundo al ritmo de un reloj que nunca para y controlado por una alarma que te recuerda cosas banales de una realidad superficial y aburrida.
Pero entonces ocurre, el mismo día que te rindes y que aceptas lo que venga por miedo a que no deje de doler nunca es cuando te das cuenta que lo lograsteis, aunque no fuera como lo habíais imaginado.
Escuchas tu nombre  pronunciado con alegría al salir de Lista, la última carcajada antes de girar la esquina, el olor a tabaco antes de entrar, la sonrisa de bienvenida, el abrazo de oso que te devuelve el amor y la confianza, los gritos de ilusión al fondo de todo, el sonido de las zancadas de alguien que sólo quiere estar a tu lado porque te echaba de menos, el sonido de la maquina de café entre conversaciones animadas de quienes no quieren volver todavía a la biblioteca, y un montón de hojas volando a nuestro alrededor y regalándonos los últimos cinco minutos antes de que la función empiece.
Todos estos lugares están vacíos y en completo silencio, ¿cómo es posible observarlos tan llenos de vida?.
A veces me da tanto miedo sentirlos con tanta intensidad que permanezco inmóvil pidiendo que no duela demasiado, que ya lo hizo ayer y que hoy no quiero volver a las mismas sensaciones.
Pero cada día lo hace un poco menos, te abraza con tanta fuerza y amor que parece que nada cambió, ojalá.
Permanezco abrazada a una realidad que ya se fue con los ojos cerrados y pidiéndole antes de soltar de nuevo que por favor no se vaya, que estoy muerta de miedo porque nunca me había sentido así y que no sé qué hacer ni que viene ahora, esta me abre el pecho de par en par mientras me seco las lágrimas con rapidez notando el nudo de mi garganta apretando.
-Todo sigue aquí pequeña, lo conseguiste, te permitiste sentirlo todo con tanta intensidad y valentía que ya no sé irán, los tienes aquí para siempre aunque no estén a tu lado, pero ahora debes irte de aquí, mírate, lo estás deseando, te prometo que vas volver a ser esa chica tan feliz que ni se creía que pudiera ser real lo que estaba viviendo.
No me sale la voz ni aún esforzándome y sólo permanezco abrazada cinco minutos más prometiendo que luego soltaré, beso con todo el amor del mundo el momento, observo todo desde lejos y me acurruco en ese sillón lleno de polvo.
Y después, con un nudo ahora en el pecho, agradezco el viaje, sin duda alguna una aventura inolvidable.
Tengo un puñado de ilusión que cada día es más grande y otro de miedos que me impide hablar en más ocasiones de las que me gustaría, salgo ahí fuera, respiro dos veces hondo y una niña con apariencia divertida me susurra desde dentro:
-Prepárate, que la función está a punto de empezar y  sé que nos va a salir bien, confía en mí.
No sé si me dice la verdad o no, pero no me queda otra opción que confiar en ella.

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