viernes, 5 de marzo de 2021

Los abrazos siempre serán el mejor lenguaje


Hoy era el día de las fotos de la orla, me hacía ilusión ya que es la primera vez en mi vida que me hago este tipo de fotos, aunque a la vez, el no creerme del todo que pueda lograrlo me impedía disfrutar las sensaciones del todo, aún así tenía ganas de hacerlo.

Me abrió una chica con un rostro lleno de pecas, me colocó la toga oscura y me sonrío de manera simpática; no pasaron más de dos minutos hasta que por la puerta se escuchó la voz grave y cansada de quien se había pegado un viaje de varias horas sólo por estar hoy aquí, poco después una esfera de dulzura e ilusión apareció por la puerta abarrotándonos de abrazos y, por último, los gritos de emoción de esa amiga que se ilusiona más que tú ante las cosas buenas que te pasan hizo de ese pequeño gran reencuentro algo realmente bonito.

Nadie decía con claridad nada a lo largo de la sesión de fotos, no sé por que nos tiene que costar siempre tanto decir que nos echábamos mucho de menos, pero ninguno parábamos de sonreír como idiotas y hablar de las cosas más absurdas, a la vez y como ya era de esperar cierta nostalgia saltaba de pecho en pecho y de mirada en mirada al darnos cuanta en algunos momentos que esto se estaba acabando, daba un poco de vértigo ser conscientes de ello, y sobre todo el pensar en qué momento había pasado ya todo lo que habíamos vivido de largo para dar paso a un futuro que todavía observo como un folio en blanco al desconocer qué hay al girar la esquina.

Después acabamos perdidos en el bar más cute de Madrid, por supuesto gluten free, y con el sabor de varias tartas y galletas como el mejor aperitivo para un reencuentro.

Uno de nosotros recordó uno de los muchísimos momentos increíbles de estos últimos años, después de ese vinieron muchos más, y a través de ellos las miradas empezaron a crear estrellas fugaces en el centro de las pupilas que se movían con rapidez, me declaro fan absoluta de los rostros de las personas cuando hablan de instantes en los cuales fueron muy felices, me parecen tan preciosos...

Y por eso mismo, y para que nadie pensara que estoy loca (más de lo que ya lo puedan pensar), escondí una de mis manos bajo la mesa, cruce el dedo índice con el del medio y repetí tres veces en mi cabeza:

"Por favor que no pase muy rápido este momento"

"Por favor que no pase muy rápido este momento"

"Por favor que no pase muy rápido este momento"

Obviamente ya todo había cambiado lo suficiente para dejar de seguir creyendo que seguía igual y que este tiempo sólo era una pausa intermedia, pero todos llevábamos mucho echándonos de menos, cada uno lo manifestaba de diferentes formas y, aunque sabíamos que no eran suficientes unas cuantas horas, nos sirvieron para recuperar parte de la energía y alegría cuya ausencia era notable otros días.

Las despedidas como siempre volvieron a sacarnos de esa esfera mágica y ser un desagradable recordatorio de que cada uno se tenía que ir ya o antes de tiempo como producto de cómo estaba todo aquí y ahora, pero pese a todo fue una mañana sencilla y especial en la que durante unas horas retrocedimos en el tiempo y fantaseamos con la realidad dándole la forma y colores que nosotros quisiéramos.

Y no sé, es cierto que a veces todo puede doler en exceso, pero otras veces abraza con fuerza y ganas haciéndote sentir de nuevo en familia unos minutos; y por supuesto que nunca serán suficientes si lo que quieres es una eternidad imposible de alcanzar en un momento concreto del pasado o del presente, pero aún así fueron bonitos esos minutos. 

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