jueves, 7 de enero de 2021

Todo va a velocidad "rápida" y yo permanezco inmóvil.


Hay veces que nos quedamos congelados en el tiempo mientras todo a nuestro alrededor avanza y continúa, nos quedamos en el último lugar donde fuimos muy felices esperando que en algún momento todas aquellas personas que tanto se alejaron de aquí noten la ausencia de una parte importante de ellos que les obligue a volver.
Y ojalá saber cómo lo hace el resto o cuál es la fórmula mágica para no quedarse donde ya no hay nadie, pero no lo sé y me cuesta.
Me quedo sentada en la sala de baile en la cual sonó la última canción, me quedo encogida en un sillón que ahora me parece demasiado grande y espero, espero con la ilusión de qué mágicamente todo vuelva a encajar y con la mezcla de dolor y tristeza al saber que no ocurrirá.
Y te llevan a nuevos lugares, te presentan nuevas personas, te dicen que salgas por esa puerta asegurándote que esto sólo es el comienzo, que ahí fuera queda mucho que vivir, pero no lo hago, no todavía.
Me quedo viviendo un rato más en un pasado que, aunque sepa que no voy a perder, no puedo transformarlo en presente, me duele y me asusta.
Los miedos están apretando demasiado por las noches y prometieron dejar de hacerlo con el tiempo.
Permanezco callada observando todo mi alrededor a velocidad "rápida" y sintiéndome algo torpe ante la facilidad que parecen tener todos para seguir ese ritmo, algunos días me siento demasiado alejada de todo y sólo en mi mundo soy capaz de liberarme un poco de aquello que nunca menciono.
Hoy nieva por fuera y llueve por dentro.

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