viernes, 1 de enero de 2021

Metamorfosis


Hoy me sentía valiente, tanto que decidí darle al Play ▶️ de esa lista de canciones prohibidas que llevaba tiempo manteniendo en silencio con esfuerzo y con esmero.

Empezaron a sonar los primeros acordes de una guitarra, una voz limpia rompió el silencio y la canción me hizo llorar, pero también me provocó ganas de bailarla, de imaginarme en cualquier concierto escuchándola y sonreír porque esto sí que es un temazo; varios recuerdos felices se colaron entre medias y bailé en mi habitación con los rayos de sol acariciando mi piel, con una vecina demasiado aburrida observándome desde la ventana de enfrente, con el canto alegre de varias aves acompañándome y mirándome con curiosidad, y con unas ganas de bailar esa playlist de "Canciones tristes" que por alguna extraña razón hoy no me parecían tristes. Las sentí como si hubiera recuperado un pequeño tesoro que había perdido hace tiempo o que me negaba a encontrar por el miedo a cortarme si no tenía cuidado. 
Mientras bailaba con los ojos cerrados encontré cierta similitud entre mis relatos y las canciones que sonaban, estas última habían perdido casi todas ya su capacidad de arañar por dentro y se habían transformado en preciosos cajones de recuerdos al igual que mis escritos, fue imposible no emocionarse al contemplar el cambio, al revivir cada instante que guardaban en su interior y abrazarlo como el reencuentro más deseado de todos sin olvidar que cuando terminara de bailar me iría, que no podía quedarme a vivir ahí, aunque una parte de mí me lo suplique sin cesar, porque sé que aún quedan más canciones, más bailes, más instantes que coleccionar, muchos reinos que descubrir y mucha vida que vivir, sería absurdo negarse a explorar lo inexplorado sólo porque la belleza de los lugares presentes te ha capturado haciéndote creer que no hay más que esto.

A veces lo creo, pero también quiero creer que estas son las primeras canciones de una playlist que nunca dejará de aumentar.
"Lo estás haciendo bien" sonó dentro de mí, no me lo creí del todo, pero lo que sí sé con seguridad es que las cosas no las estoy haciendo tan mal como creía.

Y no voy a engañaros, no voy a engañarme.
Arrastro más miedos de los que me gustaría a mis espaldas, entre ellos y el que más muerde es el de no poder volver jamás a donde fui tan feliz por haberme alejado demasiado, ya lo acaba de decir una de las canciones que acaba de sonar: "donde fuiste tan feliz siempre regresarás".
Pero volveré, claro que volveré, pero a mí siempre me ha gustado viajar y es la primera vez en varios meses que ese conjunto de canciones que impide escuchar cualquier ruido de ahí fuera me susurra mientras me saca de nuevo a bailar que disfrute, que aún quedan muchísimas tierras desconocidas que descubrir, que esto no ha hecho más que empezar, que salga ahí fuera y que no pierda nunca esas ganas de ir más allá, que ellas ya se encargan de cuidar y proteger lo recorrido para poder volver siempre que lo necesite o siempre que lo eche de menos. 
Empieza a sonar otra canción, la chica del espejo se emociona como de costumbre, yo me río porque aunque no tenga ni idea de bailar me siento preciosa al hacerlo con este vestido rojo que tenía encerrado en el armario, no sé mañana que pasará y me da igual, disfruto del aquí y del ahora y abrazo esa lista de canciones que ya no me prohíbo, la playlist sigue teniendo el nombre de "canciones tristes", pero a mí hoy me han hecho sonreír y ponerme a bailar. 

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