viernes, 15 de enero de 2021

Segunda estrella, todo recto y hasta el amanecer 🌅


Desde mi ventana se sigue viendo todo cubierto de blanco y es realmente preciosa la imagen cuando anochece.
Las nubes se maquillan con un colorete rosado y los últimos rayos de sol calientan mi habitación y la transforman en mi pequeño gran refugio.
A través de mi ventana se ven distintas aves en varios momentos a lo largo del día, permanecen en uno de los árboles desnudos que hay cerca observándome con curiosidad y con su canto habitual sin importar la estación del año en la que nos encontramos. 
A veces cuando me pongo soñadora o cuando ya son demasiadas las horas que llevo estudiando me gusta considerarlas pequeñas mensajeras de mi mundo en sustitución de Lola cuando esta no ha podido venir, dispuestas a llevarme de nuevo a él aunque sólo sea un ratito. 
A veces acepto, viajo muy lejos de aquí sin separar los pies del suelo y descubro al llegar todo lo que ha aumentado a lo largo de este tiempo y la infinidad de seres fantásticos y mágicos que han decidido quedarse a vivir aquí; de pequeña recuerdo que me daba mucho miedo perder todo esto, dejar de creer en las hadas y en la magia y no poder regresar nunca más a este mundo, pero no fue así, todo lo contrario.
Procuro regresar de vez en cuando, visitar todos los pequeños reinos y a los seres que los habitan, contarles todos y cada uno de mis nuevos descubrimientos, decirles con asombro que he conocido a personas mágicas que desean conocerles y que hasta en algunos momentos he sentido como "hogar" lugares increíbles, que nunca son lugares, fuera de aquí.
Por últimos siempre hacemos una PinkyPromise de que nunca dejaré de visitarles, al fin y al cabo durante muchos años yo viví aquí.
Ellos respiran aliviados y Lola me regaña cariñosamente por haber tardado tanto en volver. 
Luego nos quedamos solas y le hablo de las partes menos bonitas de mis aventuras; que los miedos me han controlado en ocasiones, que sigo sin mejorar en algunos aspectos y me duele, que creo que me he despedido sin saber que era una despedida lo que estaba viviendo, que a veces no consigo encontrar el camino para regresar a mi mundo y que me asusta pensar que no pueda volver a él nunca más.
Ella me da un beso de esquimal y me susurra que todo lo que ha crecido este mundo ha sido gracias a lo que yo he logrado ahí fuera, y que está orgullosa de mí, me dice en voz bajita mientras apresuradamente se seca alguna que otra lágrima.
Ninguna de las dos nos habríamos imaginado nada de esto hace unos años, que no sabe cómo lo hago pero que siempre encuentro las formas para regresar con ella, y que no me preocupe, que si algún día no logro hacerlo será ella quien me encuentre y me traiga de vuelta.
Toca regresar, vuelvo a mi habitación y a centrar la mirada en unos apuntes demasiado extensos para el poco tiempo que tengo.
Desde fuera puedo parecer algo solitaria, algo aislada y algo encerrada, cuando los miedos van ganando hasta yo creo que esa es la realidad, pero desde mi ventana varios pájaros cantan y me observan con curiosidad.
- "Son sólo pájaros" dice un cualquiera.
Yo sonrío para mis adentros como si no quisiera desvelar lo que hay aquí dentro todavía, y recuerdo gracias a esos "pájaros" el camino para volver a mi mundo siempre que lo necesite. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario