viernes, 30 de octubre de 2020

Os echo de menos, pero no os lo diré.

 Cada día, a veces más tiempo del que me gustaría y otras los últimos 5 minutos antes de quedarme dormida, aparecéis en algún recuerdo del pasado corriendo, bailando o gritando por aquí o por allá, abrazo el recuerdo durante unos minutos y lleno ese vacío de aquí dentro que a vece intento rellenar con otros recuerdos, otras personas, otros sentimientos y emociones, pero nunca lo consigo, y ya no quiero hacerlo más porque cada día todo duele un poco menos y no cualquiera se merece un espacio aquí dentro. 

Lo vuelvo a experimentar todo de manera tan real que me cuesta creer que ya no sea ese el presente, unas veces me hace feliz y otras me hace llorar, pero todas las veces acabo volviendo a ese pasado del que no quiero despedirme, del que no quiero cambiar nada porque todo, absolutamente todo, es perfecto tal y como es.
Y los malditos miedos vuelven a hacer acto de presencia haciéndome creer que es imposible o muy muy difícil volver a encontrar lo que encontré en vosotros, volver a unos niveles tan altos de felicidad que me hacían dudar de si esto era un sueño o era real, volver a sentir todo lo que sentí, volver a ver la vida como juego de niños si vosotros seguís ahí, volver a cualquiera de esos momentos y creer que podríamos hacerlo eterno.
No quiero otros lugares en los que quedarme a dormir, no quiero otras personas especiales, ni otros brazos en los que refugiarme cuando todo se me hacía cuesta arriba, no quiero otras canciones que no sean las que escuché a vuestro lado, ni derramar otro puñado de lágrimas si no estáis vosotros en las butacas.
No quiero una realidad por muy bonita que me la pongan si no formáis vosotros parte de ella con la misma intensidad y constancia que antes, no quiero.
Y sí, quiero viajar tanto como pueda, vivir tantas aventuras como la vida me permita, pero tengo claro que no quiero quedarme a vivir en ninguna de ellas porque yo ya encontré el sitio, o mejor dicho, a las personas con las que sí quiero quedarme vivir, establecer una rutina por mucho miedo que me de y seguir a vuestro lado día sí y día también.
Dios, ¿a quién quiero engañar?, los miedos se alimentan de aquello que llevamos dentro que no compartimos, y conmigo tienen para rato últimamente.
Tengo tanto miedo a no poder volver nunca más, a sentir que algo desaparece cada día un poco más, a ser consciente de que ya no volverá a ser igual, a tener que aceptar que todos tenemos expectativas y que a veces ojalá no tenerlas.
Me da miedo volver a sentirme la pieza que no encaja, sentir que no debería haberme quedado callada, que debería haber sido valiente y ser sincera también hacia fuera, ojalá algún día encontrar la misma facilidad que encuentro escribiendo para serlo.
No sé que esperar o que no esperar, pero lo que sí sé es que a mí las expectativas me están haciendo daño, así que prefiero abandonarlas y simplemente dejar que lo que tenga que pasar, pase y lo que tenga que venir, venga.
Y tengo un conjunto de miedos que me arañan varias zonas por las que no me atrevo ni a caminar en compañía, pero nadie dijo que fuera fácil.
Pienso en vosotros todos los días, y no importa cuando leáis esto, pienso en todo, lo revivo a velocidad rápida, y después de todo y sin saber en qué momento exacto ocurrió.
Me descubro descubriendo que el amor es conocer a la mejor versión de ti mismo a través de los ojos de otra persona y, entre la infinidad de cosas con las que me quedo, me quedo sobre todo con la chica que conocí a través de vuestras pupilas, nunca nadie me había hecho quererla tanto como vosotros me enseñasteis a hacerlo, y eso sí que es para siempre.
Pase lo que pase os llevo en un lugar especial en el cual no hacen falta focos, porque vuestra presencia y existencia en el mundo ya brilla lo suficiente,recordándome lo enórmemente afortunada que soy.
Y ahora me encantaría deciros todo esto, el problema es que no quiero usar más el WhatsApp ni ninguna aplicación, estoy cansada, agotada.
Y tampoco creo que en persona me saliera ni la primera palabra, conociéndome acabaría llorando seguro, haciendo que firméis el contrato de mi mesilla de que no os vais a largar a ninguna parte, de que os vais a quedar pase lo que pase sin importar las dificultades, sabiendo como sois seguro que solo una o dos personas lo firman mientras el resto grita que a dónde vamos o qué si tenemos suficientes sacos... y jolin, llamadme cursi, pero yo quiero vivir justo en ese instante, en ese pequeño segundo en el cual vuestras carcajadas sonoras, vuestros chillidos, el ruido del resto de personas y el choque de dos chupitos que acabarán medio derramados por el suelo ya me han confirmado que estemos o no juntos, ya llevamos cada uno una pequeña parte del resto que sobrevivirá a los miedos y al tiempo.
Y como ya os he dicho, no voy a deciros nada de esto, ojalá me sea algo más fácil decirlo algún día, aunque yo ya sé, o espero, que lo sepáis. 

martes, 27 de octubre de 2020

¿Eres feliz?


¿Eres feliz?

Menuda pregunta; venga Instagram, Facebook, llamaré a amigos o saldré por ahí... cualquier cosa es buena antes que parar a hacerse esa pregunta y menos este año, ¿no?.
Mira, no sé quien eres y ni lo que estará ocurriendo ahora mismo en tu vida y/o cabeza, pero si has respondido que "no" deberías leer esto, y ya de antemano te digo que el hacerlo no te va a dar la clave de la felicidad y ni siquiera sé si puedo aportar algo de luz por muy poca que sea al conjunto de razones por las cuales has dado esa respuesta, pero voy a intentarlo. 


Es una jodida mierda estar en un sitio en el que no quieres estar o estar haciendo algo que no quieres hacer, yo he estado ahí y sé que levantarse todos los días exigiéndose llevarlo bien cuando ya no sabes ni como hacerlo es duro, pero quiero que recuerdes algo que he dicho otras veces, que es que todo está en continuo cambio, y hoy estás aquí y mañana puedes estar en un lugar totalmente diferente en el que sí quieres estar, así que no pienso decirte esas mierdas de: "la vida te pone obstáculos" o "de todo se puede aprender", pero si te pido por favor que ni se te ocurra rendirte por muy tentadora que sea la opción en ocasiones, no lo hagas de verdad, sigue intentándolo, y te prometo que antes o después saldrá todo bien.
También conozco esos miedos, esos que nunca verbalizamos, pero que no por eso dejan de existir, sé que en muchas ocasiones nos pueden hacer olvidar nuestro camino, hacernos sentir perdidos, invisibles o hasta tomar el control y quedarnos paralizados ante la posibilidad de estamparse y sentir el dolor del fracaso después.

Nos meten mucho la idea de éxito/fracaso, felicidad/tristeza y nos hacen vivir acompañados de innumerables miedos a mil cosas, tantas que a veces queremos hacer esto o aquello pero no hacemos nada, te voy a pedir algo, no es fácil y ni siquiera sé si puedo pedírtelo, pero allá ya va: haz lo que sientas que debes hacer, ahí fuera algunos lo verán bien y otros todo lo contrario, pero si sientes que es lo que debes hacer hazlo por favor, que no te frene el miedo al posible dolor de después, sólo tenemos una vida y debemos vivirla con la mayor intensidad posible.
Y si algún día sientes que todo está mal, que todo es horrible, que todo va a poder contigo respira una, otra y otra vez y valora esas personas que tienes a tu lado ahora, esas pequeñas cosas que has conseguido y que no creíste que lograrías, a veces creemos que estarán siempre ahí, pero no es así, agradece que estén, mañana puede que no estén o, es más, no todas las personas tienen la suerte de tenerlo así que aunque esté siendo un día de mierda agradece su existencia y, aunque sigas sintiendo que falta algo, que dentro de ti hay un vacío que no sabes como llenar o que algo no está bien recuerda que es una mala etapa, no una mala vida.
Una de esas personas que no siempre es feliz, pero que debería serlo la mayor parte del tiempo si el mundo fuera justo me dijo que la receta de la felicidad es secreto de estado.
Yo no sé si alguien tiene la receta o ni si existe porque la vida a veces puede resultar muy muy complicada, así que lo siento, pero no tengo ni idea de como se alcanza la felicidad porque estoy segura de que habrá tantos tipos de felicidad como personas, pero a las personas que ahora mismo no se consideren felices: por favor, sé que tal vez no tengas ya muchas razones para hacerlo, pero confía en que las cosas puede salir bien e ir todo a mejor, sintiéndote así bien contigo misma y con tu vida, es muy frustrante esforzarse, levantarse día sí y día también con el ánimo algo caído, pero creo que justo en esos días es en los que debemos recordar que lo que ahora estamos sintiendo no es para siempre y en algún momento cambiará, así que ni se te ocurra rendirte por favor.
¿Eres feliz?.
Pues no lo sé, no todo lo que me gustaría, recuerdo momentos de un pasado cercano donde era treméndamente feliz y las comparaciones son odiosas, pero las hago igualmente... y estoy bien, me siento bien en muchos aspectos, pero a veces es increíble como sólo una cosa que te dificulta estar bien del todo o como puede quitarle importancia a aquello que sí te hace sentir bien.
No soy todo lo feliz que me gustaría, pero sí voy por un camino (a veces cuesta arriba y otras cuesta abajo) en el cual espero volver a ser todo lo feliz que fui en momentos pasados que aún recuerdo con demasiada cercanía, no sé, me gustan mucho estos temas, pero también me asusta un poco tocarlos demasiado, ya sabéis, los malditos miedos que habitan bajo nuestra cama.
En fin...

sábado, 24 de octubre de 2020

En días como hoy es en los que más me necesito


Ojalá se pudiera pedir un manual con las instrucciones de la vida en ocasiones, no me vendría mal la verdad porque a veces no tengo ni idea de cómo hacer nada, aunque después de todo lo vivido seguro que ninguna instrucción me valdría, porque lo más probable es que cuando fuera a aplicarla  todo volviera a girar 180°, o mejor dicho, no lo volvería hacer porque continuamente esta girando, jugando con nosotros como si fuéramos los Sims y tuviéramos la capacidad de adaptarnos a todos los contextos y situaciones.
Yo eso no sé hacerlo, o al menos, hoy no, yo necesito un cambio y que luego no vengan más durante unos meses, o retroceder en el tiempo justo hasta el momento en que no pensaba en un futuro porque el presente era lo suficiéntemente maravilloso como para no tener que pensar en nada más, a veces me gustaría regresar 5 minutos a cualquiera de esos instantes e intentar disfrutarlo un poco más, memorizar cada instante sabiendo que se va a acabar y luego, como si fuera una masoquista, recordarlo una y otra vez
Y sé que prometí no volver, y sé que prometí no olvidar que nada dura para siempre, pero hoy duele un poco más de lo que estoy acostumbrada y necesitaba vomitar todo esto, gritar aquí y ahora porque no fui lo suficiéntemente valiente para hacerlo antes y ahí fuera.
A mí esto no se me da bien, y os prometo que me estoy esforzando mucho y sé que algunas cosas las estoy consiguiendo, pero hoy duele, no sé exactamente qué parte de mí, pero algo duele aquí dentro; la nostalgia de lo vivido, la culpabilidad que arrastra la cobardía que algunos días sentí o la tristeza entremezclada con unas gotas de miedo al sentir como todo se aleja en momentos, ¿se aleja o lo alejo?.
No tengo ni idea, pero hoy duele algo aquí dentro y escribir es la única forma que conozco para que, no sé si lograr que duela un poco menos, pero poder recordar que esto también lo dejaré de sentir en algún momento.
De verdad, me encantaría un manual con las instrucciones de la vida algunos días como estos, dejar de sentir que todo lo que no me gusta es por mi culpa y recordar que no siempre puede hacer sol, que a veces hace frío y no por eso hay que tener miedo, pero lo tengo, hoy lo tengo, tengo miedo de demasiadas cosas que, tal vez, ni siquiera ocurrieron u ocurrirá, pero el miedo existe, me pide algo de comer y yo me abro el pecho, creyendo que cuanto antes lo haga antes se irá, le dejo arañarme y apoderarse de mí durante unos minutos, le suplico que por favor tenga cuidado con el órgano que hay en la izquierda, que ahí guardo lo más valioso, aún así, él lo intenta romper, abrir y ver que hay dentro, pero no lo consigue, no es capaz de apoderarse de ello porque ahí guardo toda la energía, valentía y fuerza que hoy siento que me falta.
Creo que por eso escribo, porque cuando escribo recuerdo mi poder, y aunque esto no me libere de la tristeza me hace sentir bien, en mi mundo, en un mundo donde las cosas son un poco más fáciles, donde sí soy valiente, donde no me quedo callada, donde días como hoy encuentro a la felicidad echando un pulso con la nostalgia disfrazada de tristeza, y aunque hoy vaya perdiendo me hace sentir bien el recordar que ya vendrán otros días en los que gane ella. 

jueves, 22 de octubre de 2020

El dolor también se corre si lo abrazas con la suficiente fuerza.


Ven, entra, no tengas miedo que no muerdo, bueno a veces sí, pero despacito y con cuidado, así que no temas que mi boca termine justo ahí donde llevas tatuado mi nombre en braille desde hace unas semanas.

Hoy no quiero que me hagas el amor, prefiero que me amordaces con la suficiente fuerza como para creer que tienes el control de la situación, aunque no te confundas, no me estoy chupando el dedo, me lo estoy relamiendo, te estoy enseñando como me gusta, como necesito que lo hagas, que me lo hagas.

Intento mantener las distancias, pero mi cuerpo ha dejado de ser mío y se acerca al tuyo pidiendo guerra, pidiéndote que no tengas piedad, que el dolor a veces es la única forma de asegurarnos de que estamos vivos y hoy no me importaría experimentarlo mientras te adentras en mí.

Mis gemidos te suplican que no pares ahora, que no te lo permito, mi mirada ha perdido la poca inocencia y vergüenza que mantenía de esa niña de hace unos años, y ahora no deja de mirarte, retándote así a que subas la velocidad, la intensidad, que me subas las ganas de no salir de aquí; no sabes lo que me excita querer sentir tanto y saber que no puedo o que no quiero.

Eso sí, no me subas a la luna, hoy prefiero que me bajes a los infierno, a tus infiernos, hoy quiero arder.

Noto nuestras respiraciones bailando entrelazadas al mismo ritmo, siento como cada vez la velocidad es mayor y las ganas se desbordan a través de cada mordisco, a través de cada beso y a través de las embestidas.

No pares, ni se te ocurra, recuerda que el apoyo por las noches es muy importante, y más si es contra la pared; así que no pares, déjame sin respiración, llévame al límite de mis posibilidades y supéralos si tu ausencia de cordura es la suficiente como para hacerlo, estoy cansada de esta mierda.

Muerde, sí, hazlo, muérdeme fuerte y con ganas, las suficientes como para temblar ante la ambivalencia de la mezcla de dolor y placer que elimina las dudas y consume las ganas de sentirnos más unidas que nunca, de sentirte dentro de mí y notar con las yemas de mis dedos todo lo que provoco en ti; no me canso, no me rindo, tengo mucha sed, sed de ti, de mí, de nosotras juntas haciendo que hasta las paredes se queden sin palabras; me duele, pero, no quiero que pares, ¿es esto amor, sexo o locura?, no lo sé ni yo misma, pero, por favor no pares, no me dejes respirar.

Ven, átame a la cama y deshazme hoy, a oscuras, sin piedad y sin control de esta tediosa rutina.

Ven, necesito sentirte cerca de mí, probar tu sabor, probarte a oscuras y despacio, llenarte de razones por las cuales me quedaría a vivir en este instante y fantasear con la idea de que mañana te encuentre durmiendo en mi pecho, ¿te imaginas?.

No me mires así, ya sé que eso no va a ocurrir, pero por eso mismo no dejes que la curiosidad me mate, no me dejes abrir los ojos, todavía tengo ganas de ti, de saborearte, de imaginar que esto es algo más que un polvo sucio y rápido de despedida, joder he dicho que no me mires así, ya sé que esto es sólo una despedida, el tráiler de una película demasiado cursi que nunca veremos, pero qué más da, dijimos que nada de sentimientos, dijimos que sólo sexo y así será.

Noto tu respiración cada vez más agitada y me resulta imposible no deshacerme por dentro, me encanta el sonido de mi nombre entre tus gemidos.

-“Te quiero”.

¿En serio lo has dicho?, algo malo tenía que pasar, lo sabía, sé que no es verdad, que ni yo soy la chica que quieres ver mañana al despertar ni tu tampoco la que me gustaría ver dormir a mi lado, pero me ha gustado escucharlo y te muerdo con más fuerza como si todo esto fuera un sueño y no quisiera despertarme; me miras, sonrío y nos corremos a la vez mientras nuestras respiraciones bailan una última canción lenta; mañana es Domingo y sé que ya no estaremos aquí, pero me da igual, dijimos que sólo sexo y así será.


lunes, 19 de octubre de 2020

Ay mira y yo que sé...


-Tengo miedo a no tener demasiados amigos.

-¡Piiii!, error, prueba otra vez.

-Tengo miedo a fallar a las personas importantes de mi vida.

-¡Piiii!, eso puede asustarte en ocasiones, pero no es eso.

-Tengo miedo a que nadie me quiera y acabar quedándome sola.

-Te acercas, pero el miedo que sientes ahora te frena, sé sincera.

-Estoy siendo sincera...

-No lo suficiente, está claro que tienes muchos miedos que debes ir, poco a poco, explorando y superando, pero ¿qué es lo que de verdad te da miedo?.

Silencio incómodo, tenso, doloroso y feroz que siento como una eternidad en el tiempo.

-Me da miedo que nunca llegue a ser capaz de quererme a mí misma porque siento que no tengo demasiado que aportarme ni siquiera a mí, por eso me da miedo establecer rutinas con las personas, porque me cuesta creer que de verdad les aporto lo suficiente para jugar un papel importante en sus vidas de manera indefinida.

Dolía, el miedo en grandes cantidades puede doler en algún recóndito lugar de nuestro caótico espacio interior, otra vez ese silencio incómodo y esos segundos que parecían minutos en los cuales me esforzaba por no hacer evidente lo pequeña que me sentía en ese sillón.

- En algún momento tus personas imprescindibles no estarán o no tanto como antes, y sólo estarás tú contigo misma.

- No, hay personas que sí van a estar pase lo que pase -digo con voz temblorosa pidiendo que me diga que así será-.

-No, tú misma me dijiste que quieres viajar, volar y conocer lugares nuevos, ¿no?. Para eso no puedes quedarte en el mismo punto en el que estás ahora siempre, en algún momento tú ya no estarás en sus vidas y no pasa nada, siempre podrás volver después.

Joder,¡basta!, ¿qué quieres?, ¿qué lo diga?, vale sí, me da miedo estar teniendo esta conversación en voz alta, me duele.

- ¿Y si se olvidan de mí y no puedo volver?. -Me tiembla la voz, me siento ridícula-.

-Las personas dejamos en el interior de otras personas pequeñas partes de nosotros, pero lo importante no son tanto los de ahí fuera, sino tú, ¿qué pasa si te olvidas de ti por estar demasiado pendiente de todos menos de ti?, ¿qué pasa si no puedes volver contigo?.

Silencio, pero la incomodidad había sido sustituida por cierta culpabilidad disfrazada de tristeza por sentir que me había olvidado de mí misma y que estaba intentando encontrar ahí fuera lo que sólo podía encontrar aquí dentro.

- La única persona que va a estar con seguridad el resto de tu vida a tu lado eres tú misma, por lo tanto deberías empezar a ver el grandioso mundo y la infinidad de cosas que guardas en tu interior, no es vacío lo que hay dentro de ti, hay falta de conexión con quien eres. 

-Entonces, ¿por qué establecen las personas rutinas o por qué aspiran a llegar a una estabilidad en sus vidas si en cualquier momento todo puede desaparecer?, yo no quiero esforzarme por eso si no puedo tener la seguridad de que seguirá ahí mañana.

-Las personas somos mucho más de lo que el resto ve, el cambio es inevitable y no por eso ya es algo malo; se irán, vendrán otras nuevas y luego tal vez vuelvan o no, ¿qué más da?, pero al igual que una parte de ti queda en el interior de las personas de tu lista de "imprescindibles", también cada persona deja en ti una parte de ellos, una parte de todo lo que te hayan hecho sentir queda contigo llegando a ser una parte de ti con el tiempo, ya sé que me vas a decir que no es suficiente, pero es una forma de que ese "para siempre" pueda, a veces, llegar a ser verdad.


Intento poner alguna pega, aunque no sé ni que decir, me gustan estas conversaciones, pero también me asustan un poco por la gran cantidad de cosas que me remueven.

Y pensar que hoy he entrado diciendo que ya tenía las cosas claras, que ingenua...


domingo, 18 de octubre de 2020

Yo, Laura, acepto ser la persona que soy y no la que me gustaría ser.

 La vida no es ni tan fácil como nos contaban de pequeños ni tan complicada como imaginamos en nuestra cabeza.

Hay un libro de Geneen Roth que leí hace poco en el que dice:

"La vida es lo que te sucede mientras convives con las heridas. No es cuestión de sacar del medio las heridas para, finalmente, poder vivir. Las heridas jamás se borran de forma permanente. Somos seres frágiles y hay días en que se nos vuelven a abrir."

Deberíamos ser valientes y atrevernos a reconocer y aceptar que es inevitable escapar del dolor de manera continuada, en algún momento te acabará encontrando y tendrás que sentirlo, pero no lo hacemos, escapamos de él hasta cuando prometemos no hacerlo, aunque obviamente que escapamos de él como estrategia de supervivencia, pero no deberíamos hacerlo, es más, deberíamos estar dispuestos a abrazarlo con la misma intensidad con la que nos permitimos sentir placer, parece que en muchas ocasiones se nos olvida que ambos polos estas conectados y uno no podría existir sin el otro.

Nosotros somos los únicos causantes de nuestro dolor en infinidad de ocasiones, pero esto no es fácil reconocerlo, es más sencillo echar las culpas ahí fuera que aquí dentro, supongo que por eso nos pasamos demasiado tiempo usando como sujeto de nuestro malestar o dolor la tercera persona en vez de la primera.

Pero llega un momento, como diría Neruda, en que "te encontrarás a ti mismo y esa será la más feliz o amarga de tus horas."

Y ahí ya si que no puedes escapar y te toca ser lo más valiente posible ante la invasión de miedos y pesadillas que sientes de la forma más verídica posible.

Empiezas a entender que nunca vas a ser esa persona que tanto te esforzaste en ser para otros, que muchas de las expectativas que otros tenían sobre ti jamás podrás cumplirlas, y no será por falta de voluntad por tu parte, sino porque muestran la imagen idealizada de alguien que no eres y que nunca llegarás a ser por mucho esfuerzo que pongas.

Y tú deberás hacerlo también, deberás abandonar esas expectativas que tenías sobre otros, y que nunca admitiste tener, y aceptar que esas personas nunca serán como te gustarían, solemos caer en el error de usar expresiones como: "me han decepcionado", "me han fallado", pero a ti no te han hecho nada, las personas eligen un camino u otro y eres tú quien haces unas u otras interpretaciones; para saber si de verdad quieres a una persona o si quieres que una persona de verdad esté en tu vida es necesario que sientas que te ha decepcionado, es una manera dolorosa pero directa de que desaparezca cualquier expectativa e idealización y observes todo de una manera un poco más objetiva dentro de la subjetividad que nos caracteriza a las personas.

Y a veces, aunque todo este proceso sea doloroso, es bonito darte cuenta que sí, que quieres seguir compartiendo tu vida al lado de unas u otras personas, aunque te vayas a sentir decepcionado muchas veces más o aunque seas consciente de que nunca podrás ser esa persona que ellos esperaban que fueses.

Como ya dijo Geneen Roth "hay días que se nos vuelven a abrir las heridas" y eso no significa que en algún momento no vaya a volver a cicatrizar y podamos seguir adelante, pero esa abertura, ese recordatorio de que ahí hay una herida que dolió y que duele da muchísimo miedo porque no sabemos cuánto tiempo tardará en volver a cicatrizar y ni si lo llegará a hacer del todo, así que después de dos o tres veces adquirimos ciertos patrones de supervivencia.

Preferimos mantener las distancias, los "Te quiero" mejor no los digas en voz alta ni los escribas no vaya a ser que acabe doliendo, habla de esto o aquello, pero no profundices en ningún asunto, abraza pero suelta pronto (no vaya a ser que luego duela), lo de admitir que no estás bien okey, pero tampoco te extiendas demasiado y ni se te ocurra admitir que algunas noches lloras bajo las sábanas o lo que sientes los Domingos, eso no se cuenta.

Estamos muertos de miedo, reconozcámoslo, es como si hubiéramos sufrido hace poco una caída muy dolorosa al estar aprendiendo a montar en bicicleta y ahora cada vez que montamos vamos frenando continuamente por miedo a caernos de nuevo, así nunca vamos a aprender a hacerlo.

Acepto la primera parte; acepto ser quien soy y no quien me gustaría ser, y acepto a las personas que quiero en mi vida tal y como son y no como me gustaría que fueran, estoy dispuesta a aceptarlo porque no hacer esto es una autodestructiva forma de perderse dentro de laberintos donde la frustración y una tristeza continua te controla evitando que encuentres la salida.

Pero lo que no acepto es escapar del dolor y vivir con miedo, obviamente que nadie quiere sentir dolor, pero debemos recordar que lo sentimos con la misma intensidad con la que nos hayamos permitido sentir la felicidad, y yo esta no quiero sentirla a medias, quiero seguir diciendo y escribiendo "Te quiero" si así lo siento, emocionarme cada vez que pasan cosas buenas cerca de mí, abrazar con muchas ganas, llorar al descubierto, mirar a los ojos y disfrutar cada instante con la mayor intensidad posible, no quiero hacer las cosas a medias... y sí, tal vez luego sea el dolor el que vuelva a apoderarse de mí como si fuera su marioneta, y claro que tengo miedo, muchísimo, lo que más miedo me da de sentirlo es no saber cuando desaparecerá o si desaparecerá del todo en algún momento, pero correré el riesgo de volver a pasar por ahí, aprenderé a gestionarlo o a controlarlo cuando yo sea la causante de su existencia, pero también recordaré que sentirlo es una prueba de que estoy viva y que puedo sentir.

De verdad, ojalá todo fuera más fácil en ocasiones, pero es como es y debemos ser valientes por mucho que nos cueste, vendrán etapas mejores y otras peores pero ninguna es indefinida, y esto no debemos olvidarlo, esto que ahora sientes no lo vas a sentir siempre, así que coge aire y simplemente siéntelo, permítete sentirlo, es imposible estar bien con otras personas si antes no estás bien contigo misma y para eso debes estar dispuesta a aceptar todo lo que sientes y tener la valentía y confianza suficiente para que en esas noches donde todo va a poder contigo recuerdes que esto también pasará.

Para bien o para mal, nadie muere por este tipo de dolor, pero sí creo que a veces dejamos una parte de nosotros en los instantes en que fuimos muy felices así que hay que tener cuidado de a que momentos y personas le otorgamos ese poder, todo pasa y pasará, pero dejamos para siempre pequeñas partes de nosotros aquí y allá, lo importante es tener la seguridad de que las dejamos en buenas manos. 

Y como dijo Brenda Veland :

"Debido a que no eres igual que otro ser humano, tú eres incomparable"

Quedémonos con eso, con que no somos ni la persona que nos gustaría ser de manera exacta ni la persona que otros quieren que seamos, pero somos irrepetibles y eso no debemos olvidarlo nunca


sábado, 10 de octubre de 2020

Esto no ha hecho más que empezar

 

Y sin saberlo esa sería la última vez.

Última fiesta, último reencuentro donde nadie falta, último ensayo, última vez que los pasillos están repletos de gente, último abrazo de verdad, último día donde las mesas de la biblioteca están repletas de gente, última vez que bajo o salgo, aunque no fume, sólo por encontrarme con personas que conozco, última vez que había que juntar mesas, última vez en la cafetería y joder, sabía que no debía irme de ahí.
Última vez de lugares de los que no quiero salir, personas y sensaciones de las que no quiero deshacerme, emociones y sentimientos que dejo de sentir, ruidos que dejo de escuchar y que recuerdo como la melodía más preciosa de todas, y olores que impregnan mi piel, dándose así el último beso con el pasado, corriéndose ambos a la vez, mientras el futuro me saca de la cama para bailar una canción que no había escuchado antes.
¿Cómo algo puede hacerte tan feliz y darte tanto miedo a la vez?.
Me doy la vuelta, prometo que esta es la última vez que lo hago, y con un puñado de lágrimas y otro de ilusión abrazo con todas las fuerzas que tengo el momento al que espero volver, pese a no ser lo mismo, pese a saber que nunca volverá a ser igual.
Me quedo unos minutos observando la escena, me hace feliz pensar en que todo esto de verdad ocurrió, que no fue un sueño, que fue real, que no sé como pero lo conseguí, aprender a volar está siendo una aventura emocionante.
Y me miro en el espejo después de una noche algo dura donde no me queda océanos que liberar y veo dos alas enormes en mi espalda, me froto los ojos y me pongo las gafas, sigo viéndolas, siguen ahí.
Una niña pequeña y asustadiza se levanta con torpeza, se coloca su corona, me susurra que todo esto es el comienzo, que yo soy la única responsable de la existencia de esas alas y que ahora que por fin las he descubierto sólo yo decido el rumbo, que no me puedo quedar aquí, que aún queda mucha vida por vivir.
Le pregunto por el pasado y por todo lo que en él se queda, ella abre la caja torácica del lado izquierdo de mi pecho y observo como todo habita ahí dentro, brilla tanto que hasta parece que sigue aquí, que todavía forma parte de un  presente algo desconcertante, beso con todo el amor del mundo cada instante y lo cierro con la misma llave que abre las puertas de mi mundo y que creía haber perdido.
Y entonces salgo por la ventana y decido volar tan alto y lejos como pueda, todo es nuevo y me muero de ganas de descubrirlo.
Dejo de leer los libros de mi mesilla y empiezo uno totalmente distinto, aterrizo en lugares que ni conocía de su existencia, aprendo a bailar, a patinar o a escalar, lo importante es que no lo haya hecho antes, Bikiniburka me escucha recitar y siento su calor, mi madre me dice conteniendo el mar de sus ojos que está orgullosa de mí, dudo que sea verdad pero hemos vuelto a hablar y sé que ambas estamos poniendo de nuestra parte, bailo por primera vez canciones de ayer y de hoy, la chica del metro que nunca se fijaría en alguien como yo me ha sonreído y, casualmente o no, íbamos en la misma dirección, me he atrevido a levantar la voz, me ha costado, pero lo he hecho y todos estaban expectantes, he disfrutado de mí y de mi cuerpo, he escapado del silencio y me he vuelto a encontrar, pasar los pasos de cebra pisando sólo las líneas blancas, bailar sin música de fondo o reírme a solas de cualquier tontería y notar como regresaba a mí mundo poco a poco, lo bueno de este tiempo perdida ha sido ser consciente de la persona tan increíble que soy, cada día me gusto un poco más.
Y por supuesto sé que la clave está en ir paso a paso sin miedo a las posibles recaídas.
Soplo zonas que aún duelen cinco minutos antes de acostarme, mañana dolerá un poquito menos, y los acordes de una guitarra me duermen rápido por primera vez mientras sonrío, lo estás haciendo bien.
Reconozco que tengo miedo, muchísimo, reconozco que a veces me siento tan asustada que me escondo bajo las sábanas, reconozco que mis demonios me siguen capturando algunas noches en que creo haberme perdido de nuevo, pero siempre me vuelvo a encontrar, pego mi grito de guerra y me vuelvo a levantar siendo mi versión más fuerte y valiente con la seguridad de que ni la mayor de las recaídas podría quitarme mis ganas de conquistar el mundo, lo voy a hacer, esto es sólo el comienzo.