jueves, 24 de agosto de 2023

Real como la vida misma


Escucho el barullo de voces de las personas de mi alrededor mezclándose, el ladrido de felicidad de varios perros siendo libres durante un rato, el sonido de las ruedas de los vehículos pasando por la carretera, la brisa del viento que, pese a ser caliente, disminuye un poco la sensación de calor del ambiente. Miro a lo lejos el centro comercial de Madrid Río, a estas horas ya es de noche y es lo que está más iluminado junto a la terraza de varios bares. 
Bajo volumen externo y empiezo a mirar hacia dentro sin dejar de ver todas las luces del centro comercial que tengo enfrente. 
Ojalá encontrara silencio, no lo hay, hay ruido compuesto por múltiples sinfonías difusas; miedo, vergüenza, amor, deseo, rabia y algo de curiosidad encerrada en las mazmorras de mi castillo queriendo explorar lo desconocido.
¿Cómo va esto?, ¿cómo se hace?, no tengo ni la menor idea y tengo miedo a que, por querer mirar más allá, pierda lo realmente importante y lo que de verdad me hace feliz tener, cuidar y querer, no sé cómo va ni qué hacer, el miedo en ocasiones me paraliza y se transforma en una rabia amarga por inhibir ese abrazo, ese beso o esa caricia por temor a que todo se desmorone o a encontrarme desnuda frente a la verdad, ¿es posible vivir este momento de vulnerabilidad sin dolor o en realidad somos nosotros los culpables del mismo por la infinidad de películas mentales que nos montamos en vez atrevernos a abrirnos las ventanas que nos hacen visibles ante los de ahí fuera?.
Pero, al menos, cuando ese dolor viene de nuestros miedos e inseguridades, nosotros somos quien lo controla (o quien cree que lo controla); la maldita falsa necesidad de tener el control como mecanismo de defensa, que complicado es...
Y es que lo que realmente me asusta de esta situación es eso, no tener el control, tengo un puñado de emociones haciéndome en ocasiones llorar y en otras lo contrario, pero siento que van por delante de mí y que cuanto más las intento silenciar más jaleo armán aquí dentro para que no me olvide de su existencia, ¿qué hago?, el tema de fluir nunca ha sido mi punto fuerte, necesito como cierta organización, cierta protección o arnés en el que agarrarme si me tiemblan las piernas.

Mira que es guapísima la idiota, ya le vale desequilibrar mi estantería así sin ni saber yo en qué momento exacto empezó a tambalearse la misma, tiene una niña interna realmente preciosa, bueno, en realidad varias de mis amigas tienen dentro de ellas niñas preciosas, jamás me cansaré de verlas jugar entre ellas, me da cierta envidia la facilidad con la que parecen hacerlo, ojalá apagar la mente durante un rato y usar únicamente cuerpo y corazón, a veces todo sería más fácil así.

¿Pero por qué narices le doy tantas vueltas a todo?, ¿qué importancia tiene esto?, al final estamos hablando de algo púramente físico, lo realmente valioso y especial para mí sigue intacto e igual que siempre, pero me da miedo que pueda verse influido y/o alterado de algún modo.
Ojalá se me diera hablar con las personas, por lo menos, la mitad de bien que lo que se me da escribir, aún así sigo pensando en que soy capaz de conectar, cuidar y querer a las personas, así me lo he ido demostrando estos últimos años. 
En fin, que no sé que coño me pasa exactamente ni lo que hacer al respecto, y sé que esto no ha sonado muy poético que digamos, pero ha sonado como es, real, y a veces con eso es suficiente. 

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