sábado, 5 de agosto de 2023

Carboncillo


En este apartamento, desde mi ventana, se ve una gran terraza perteneciente a la casita de enfrente, allí un gatito negro, que desconozco si tiene dueños o no, se pasa las horas yendo de un sitio para otro, jugando con las hojas caídas de los árboles o durmiendo plácidamente al sol, a veces desaparece y veo a lo lejos como se va por la calle principal de este pueblo pesquero en busca de aventuras o de nuevas terrazas por descubrir; llevo viéndole desde mi ventana varios días, por lo que he decidido ponerle nombre como si fuera mío, se llama Carboncillo, o al menos mientras yo esté aquí. 

Eso sí, me he dado cuenta de algo, todos los días, cuando empieza a anochecer, Carboncillo vuelve a esa terraza que hay enfrente de este apartamento y se sienta mirando a la entrada de la terraza, tras unos minutos sale de la casita una señora de cabello canoso y rostro tierno y sonriente caminando hacia la terraza, cuando llega va directa a Carboncillo, le coge entre sus brazos gorditos para abrazarle y la curvatura de su sonrisa aumenta, siendo el elemento principal y más bonito de su rostro, Carboncillo estira sus patitas entre los brazos de esa señora y mueve con dulzura su cabeza como si llevara todo el día pensando en este instante. Llevo aquí una semana, y los siente días he visto la misma escena, hay algunas noches en las que Carboncillo se queda a dormir en la terraza y otras en las que, tras su rutinario y especial abrazo, sale de allí con sus elegantes movimientos felinos. 

No sé si es porque en vacaciones echo más de menos a mi abuela de lo normal o porqué, pero me transmite mucha dulzura esa señora que sale religiosamente a abrazar al gatito de su terraza, el primer día en que vi esta peculiar escena deseé ser ella para abrazar a Carboncillo, pero ahora a veces desearía ocupar también el lugar de ese gato negro. 

Es curioso, ¿no?, desde pequeños se nos potencia la autonomía, la independencia, y según vamos creciendo deseamos que nuestros padres nos vayan dejando hacer más cosas solos, salir solos, viajar solos, vivir solos, etc. Pero, un día cualquiera, vemos a una dulce mujer de cabello canoso abrazando a ese gato negro que ves por tu ventana y entonces no sabes si le envidias más a ella o al felino.

Me parece bonita la metáfora; que haya un montón de personas ahí fuera acusando a los gatos negros de su mala suerte en la vida y que esta señora, ajena a todos y a todo, salga cada noche a abrazarle y darle las buenas noches.

Creo que el amor y la felicidad tiene mucho que ver con este instante que presencio cada día desde mi ventana, tal vez por eso fantaseo a veces con tener de mayor cierto parecido a esa señora tan pero tan preciosa. 

Buenas noches Carboncillo, hasta mañana. 

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