domingo, 23 de julio de 2023

Nos estamos perdiendo, pero mi vida abarca mucho más


El intento de indiferencia con el paso de los años pasó a ser nuestra forma de convivir bajo el mismo techo sin morir en el intento; llevábamos muchos gritos, mucha violencia y muchos conflictos a nuestras espaldas y ambos sabíamos y sabemos que somos personas complétamente diferentes como para poder tener mayor relación que la que tenemos. 
Tienes una cabeza tan rígida, unas ideas y valores tan inflexibles y un miedo tan grande a no ser un buen padre que al final se te olvidó como ser un padre real a secas. 
Recuerdo que esos años negros que pasamos fueron el motivo por el que fui por primera vez a una psicóloga, no sabía muy bien hasta que punto me podía ayudar a curar heridas profundas que llevaba arrastrando y escondiendo al salir de casa durante tantos años, pero mi objetivo no era tanto el lograr tener una relación idílica e imposible de padre e hija, sino abandonar el odio hacia ti, no quería que ese sentimiento me invadiera y menos que me atase a ti; lo conseguí, o al menos en gran medida, aunque no lo creas. 
No he olvidado apenas ninguna de nuestras discusiones ni momentos negros, no puedo ni podré, y en ocasiones me sigue afectando en mi manera de ser y comportarme, pero me gusta (tras años de terapia, crecimiento y descubrir el mundo que había fuera de mi habitación) verte como un niño pequeño a quien le vino grande el tema de la paternidad y quien, por tanto, lo hizo lo mejor que pudo con las herramientas que tenía, ojalá mamá y tú hubiérais ido a un buen psicólogo juntos y por separado antes de querer ser padres, tal vez así yo no tendría que haber ido, o no para trabajar temas que deberíais haber trabajado vosotros. 
El último día que visité a mi psicóloga hace muchos años me dijo unas palabras preciosas que me hicieron llorar frente a ella: "Tu padre se está perdiendo a una hija preciosa, pero ahí fuera encontrarás mucha más vida y miembros de una familia mucho más especial y fuerte que la que ahora tienes."
Tenía razón, ahí fuera encontré personas realmente especiales a quienes me siento enórmemente orgullosa de poder decir que forman parte de mi familia, me descubrí y me encontré en rincones preciosos ahí fuera, pero lo que también es cierto y mi psicóloga nunca me dijo directamente fue que yo también me estaba perdiendo a un padre, tras varios meses de nulos avances nuestro trabajo en terapia pasó de un intento por conectar y conocer a mi padre a protegernos de él, no fue una decisión nada fácil, pues desde fuera podría parecer una rendición, pero fue abrir la ventana de mi ventana ante una puerta cerrada y descubrir todo el potencial y mundo interno que tenía yo misma por dentro. 
No creo que nunca vayamos a llevarnos especialmente bien y dudo de que algún día podamos sentarnos frente a frente, la mayoría del tiempo suelo decir que no me importa, que mi vida va más allá de estas cuatro paredes de mi habitación, pero si te soy sincera me duele en un pequeño rincón de mi pecho estar perdiéndonos el uno al otro, sé que tal vez ni tú ni yo sepamos hacerlo mejor, pero ojalá todo fuera distinto en ocasiones. 
Papá, yo misma soy la mujer de mi vida, mi mayor apuesta y la historia más emocionante que estoy escribiendo y que escribiré, eres una pequeña parte de mi mundo, pero mi mundo abarca mucho más, si algún día quisieras visitarlo desde dentro, conocerlo y aprender a amarlo la puerta estará abierta, aunque si decides no hacerlo lo entenderé, yo tampoco sabría como enseñártelo. 
Te escribo todo esto escuchando la canción de Vanesa Martín de "Te has perdido quien soy", hay partes de esta canción que siempre me recordarán a ti.

Te quiero, o eso creo, aunque me cueste explicarte la forma en que lo hago. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario