domingo, 26 de julio de 2020

Carta a un cuerpo herido


Ocurrió hace unos meses y supe entonces que estaba llegando al límite, que ni tú ni yo podíamos más y que debíamos tomarnos una tregua e intentar firmar el tratado de paz.
Sucedió mientras te observaba en un espejo sentada sobre una mesa fría de hierro ante la mirada preocupante de un médico que me observaba como un padre observa a su hija, con cariño y con ganas de que vuelva a brillar.
"¿Te gusta tu cuerpo?".
Fue un momento bastante incómodo, hacía tiempo que nadie me lo preguntaba de una manera tan directa; me mordí con mucha fuerza el labio y parpadee con rapidez, lo último que quería era ponerme a llorar, de verdad que quise responderle con un "sí", decirle que nos llevábamos bien, pero sabía perfectamente que no me creería, es más, él ya sabía la respuesta a la pregunta que había formulado.
Te miré de nuevo en el espejo, tu tonalidad, tus marcas y tus peculiaridades, y entonces me fue imposible no ponerme a llorar, me deshice como un castillo de naipes ante una pequeña ráfaga de viento y justo ahí, cuando tuviste la oportunidad de echarme en cara todo lo que te había hecho, lo mal que te había tratado, no lo hiciste, me ofreciste algo de calor y me susurraste desde dentro: "no puedo más, lo siento".
El hombre de bata blanca y cabello oscuro pareció escucharlo también y con una mirada cálida soltó:
"A tu cuerpo le falta hierro, pero también le falta mucho amor propio y de eso no existen pastillas".
Y ahí fue cuando ocurrió, contra las cuerdas y sabiendo que no quedaba otra opción que empezar a cuidarte y a quererte, te pedí perdón, me disculpé por cada crítica, cada forma de maltrato y cada mirada despectiva con la que te había hecho sentir poca cosa y tú, miedoso por el conflictivo pasado que llevábamos, pero con ganas de quererme con la misma intensidad con la que yo estaba dispuesta a hacerlo me enseñaste a verme, pero a verme bien y de verdad.
Me mostraste el lado precioso de todas esas marcas que siempre había escondido con vergüenza y aunque me sigue costando dejarlas visibles ya no las escondo, me hiciste ver constelaciones al unir mis lunares y me costó creer que siempre hubieran estado ahí al ser la primera vez que las admiraba, me hiciste aceptar mi tonalidad blanquecina de piel y verle el lado bonito.
Observé y disfruté durante horas cada detalle delante del mismo espejo que tantas otras veces me había visto llorar, lo sentí como descubrir un mundo nuevo que desconocía hasta hace muy poco.
¿Qué te puedo decir?, gracias, sé que lo que llevamos logrado nos ha costado mucho esfuerzo y momentos duros, pero gracias porque esta tregua, este firmado de paz, está reconciliación nos ha permitido seguir creciendo, poder disfrutarnos más y sufrir menos y, sobre todo, cuidarnos y querernos para ponérselo más fácil a los de ahí fuera.
Así que gracias, y lo sé, sé que esto nos va a llevar mucho tiempo, que aún quedan muchas heridas por desinfectar, muchos cuidados por aplicar y muchas etiquetas y sensaciones de las cuales deshacernos, pero voy a seguir cuidándote y queriéndote, despacio y con cuidado para que nunca más vuelvas a sentirte como te sentiste aquella vez, estás vivo, estamos vivos y cada vez estamos mejor tanto en hierro como en amor propio, así que gracias, gracias por firmar el tratado de paz.

sábado, 25 de julio de 2020

Lo mismo de siempre


Hola, te echo de menos, llevo casi media hora buscando alguna excusa para escribirte y poder esconder ese "te echo de menos", pero no se me ha ocurrido nada y yo sigo echándote de menos.

Enviar

Joder, parece hasta fácil darle a "enviar", pero no lo haré, esta vez no, no se me dan bien las pantallas y seguro que me arrepentiría al instante, así que he decidido elegir alguno de mis dragones o coger mi escoba mágica y viajar allí donde estés para darte el maldito abrazo que nunca creí que me haría llorar tanto el pensar en él.
Llego en 5 minutos, a no ser que ya estés tú viniendo.
Estoy bien, en serio, estoy bien, pero me siento sola más de lo que me gustaría, ojalá hablarte de todo y nada a la vez y que me hagas sentir que es interesante lo que te estoy contando, no sé como lo haces, pero, siempre lo consigues.
Es curioso y a la vez es una gran mierda, llevo estos últimos días diciendo a todo dios que he perdido la inspiración para escribir, pero pienso en ti y... ¡walla!, las palabras salen solas y hasta yo me sorprendo de la facilidad con la que lo hacen.
Te juro que lo he intentado, que intenté prometérmelo aún sabiendo que no lo cumpliría, y así ha sido; he perdido ya la cuenta de las veces que me he leído cada conversación pasada acabando siempre con el corazón algo encogido, pero también con la seguridad de haber disfrutado cada instante al máximo, joder que si lo he disfrutado... de la misma manera en que disfrutaba de pequeña el algodón de azúcar olvidándome de que en algún momento se terminaría, y sé que aún queda mucha historia por escribir, muchas aventuras que vivir y muchos instantes que guardar en el baúl mágico que guardo con recelo bajo mi almohada, pero ahora mismo entre introspección e introspección vivo más tiempo en el pasado que en el presente, y sonrío, y a veces hasta bailo en él, y soy feliz, y dejo de sentirme perdida durante unos minutos.
Menuda paradoja, haces todo tan fácil y llenas todo de luz y luego te asusta la idea de que ahí dentro no haya nada, que tu ausencia pase desapercibida porque tu presencia nunca fue lo suficientemente notoria, ¿quién o qué coño te ha hecho sentir tan reemplazable o tan invisible?.
Tu ausencia duele, duele mucho en ocasiones; y no creo que esto sea ninguna sorpresa y tampoco creo que esto vaya a cambiar nunca, pero cada vez que apareces haces que los niños perdidos de NuncaJamás se mueran de envidia al vernos volar sin necesidad de polvo de hadas, y repito, no tengo ni la menor idea de cómo lo haces, pero lo haces.
Llenas cada rincón de colores, espantas a los dementores sin llamar demasiado la atención y luego la gente lo llama: "suerte".
Suerte dicen... suerte es tenerte en nuestras vidas; y la verdad, no creo que nunca llegues a ser consciente ni tu ni casi nadie de lo que haces, de lo que provocas, pero tal vez en la inconsciencia sobre tu magia reside tu poder y la causa por la que hoy se te echa más de menos de lo que estoy acostumbrada a hacerlo, y da igual el día y el momento en el que leas esto si es que algún día lo lees, te echo de menos y te quiero mucho más de lo que me imaginaba que era capaz de hacer, y sería muy fácil ahora decirte todo esto aunque de poco sirviera, pero no lo voy a hacer. 

domingo, 19 de julio de 2020

Hoy ocurrió y fui feliz.


Hoy, después de muchos muchos meses, la chica del espejo me ha confesado que es muy feliz sin importar los momentos de bajón de algunas noches, que se siente orgullosa de mí, que es consciente de que no ha sido fácil pero que ya ve los primeros resultados de muchas semanas mirando hacia dentro y trabajando todo aquello que dolía.
Me ha dicho que no me confíe, que las inseguridades y miedos siguen debajo de la cama y que volverán a atraparme en muchas ocasiones, pero también me ha dicho que todo va a ir bien, y hoy me lo creído del todo.
Luego me he fijado en ella de manera silenciosa y, no sé, pero me ha parecido que estaba preciosa y he sido feliz al ser consciente de que esa chica del espejo soy yo.

jueves, 16 de julio de 2020

Pequeñas recaídas


A veces me pasa, vuelvo a caer en alguna de mis muchas autodestructivas manías y a sentirme demasiado pequeña, demasiado invisible ante la creencia de que no tengo gran cosa que aportar, y sé que no es verdad, pero, parece tan verosímil que caigo en el error de creérmelo y volver al punto de miedos e inseguridades del que intento alejarme.
Aunque, algo positivo conseguido en los últimos meses es no olvidar que esas sensaciones desagradables o dolorosas terminarán en algún momento y podré seguir creciendo, seguir avanzando.
No eres pequeña, no eres invisible, tú vales tanto como el resto.
Repítetelo tantas veces como sea necesario para que no se te vuelva a olvidar.
No pasa nada por volver a tener estas sensaciones, si no rascases no dolería, así que tranquila que esto pasará, y esta vez te encuentras ya en un punto en el que hasta puedes aprender también de estos momentos.

domingo, 12 de julio de 2020

Hoy el cielo está bonito


Hoy el cielo está bonito; las nubes parecen algodón de azúcar que se deshace despacio por el efecto del viento y son sólo unas cuantas aves y sus cantos los que rompen el silencio.
Muchas vuelan juntas siguiendo una misma trayectoria, pero hay alguna que otra que se separa del grupo para explorar nuevos rincones aquí en la tierra, me gustan las que son así. 
Hoy en las nubes no se pueden distinguir formas curiosas, cada vez se deshacen más en un cielo que empezó siendo azul, pero, que acabó siendo gris, aunque esta vez carece de la tristeza que suelen acompañar a la mayoría de este tipo días.
Si te fijas bien en algunas de las nubes nacen agujeros o pequeñas formas justo en el centro, son parecidas a puertas a través de las cuales viajar a un mundo mágico muy lejos de este; a veces reconozco que me quedo muy atenta mirándolas como si de verdad creyera que puedo atravesar esa puerta, en ocasiones creo que lo consigo.
Hoy no tengo nada interesante que contar ni un puñado de inspiración a la cual abrazar y dejar que me abrace, hoy estoy en paz (algo muy poco frecuente en mí) y tenía ganas de escribir, así que me he acostado en la hierba húmeda y me he puesto a mirar el cielo.
Hoy el cielo está bonito 

El artífice de sueños


Respiré despacio, tres veces y con los ojos cerrados, los volví a abrir, me mordí el labio inferior nerviosa y susurré:
Duele aquí, aquí y aquí.
Entonces me miró de la misma forma en que miras a alguien con quien te es imposible enfadarte y me dijo, señalando los mismos lugares que yo acaba de señalar, eres valiente por esto, por esto y por esto.
Le miré sorprendida, valiente es una palabra con la que hacía tiempo que no me identificaba, pero es la palabra que había usado y su mirada me mostraba el reflejo de alguien con demasiados miedos, pero ninguno lo suficientemente grande como para poder con ella, estuve varios minutos asomada al borde de sus ojos como si acabara de descubrir un mundo desconocido lleno de cosas preciosas.
En ese momento creí de verdad en que toda la belleza procedía del interior de esa chica y de la infinidad de expresiones faciales que le caracterizan, y no dudo que una parte no tuviera su origen ahí, pero luego me di cuenta que el resto procedía de la forma en que me observaba, de ese puñado de cariño que manifiesta cada vez que me abraza o me escucha y de ese otro puñado de admiración y ganas de verme feliz.
Reconozco que al comienzo me asustó ser observada de ese modo por miedo a que mis monstruos acabasen con cualquier vestigio de magia que pudiera ser visible en mí, así que de nuevo decidí ser valiente y abrir pequeños cajones donde guardaba algunos de los miedos de cada noche.
Mientras, me observaba, atento a los detalles, y su sonrisa mostraba la seguridad de quien sabe que lo primero para superar un miedo es identificarlo.
Cada vez me costaba menos hacerlo, y lo que al comienzo eran unos minutos incómodos confesando que había debajo de ese "bien" que había respondido con rapidez ante la pregunta de cómo estaba pasaron a largas conversaciones donde hasta los mayores preocupaciones, miedos e inseguridades se quedaron sin espacio en esa pequeña esfera transparente que se generaba cada vez hablábamos de todo y nada a la vez.
Luego desaparecía con la misma velocidad y fragilidad con la que lo hacen las pompas de jabón.
Vuelta al ruedo, vuelta a respirar y levantarse con ganas, pero, esta vez parecía muy fácil hacerlo y el mundo parecía un mar de oportunidades que brillaban escondidas deseando ser aprovechadas.
 Y lo voy a hacer porque sin saber cuándo ni cómo parece muy fácil hacerlo, bueno en realidad sí sé porque parece sencillo, y es porque el niño que habita en quien no deja de provocar las carcajadas de todos los de su alrededor nunca ha dejado de cuidarme y quererme en silencio y sin querer demasiado reconocimiento por ello, pues no sé lo digáis, pero ese niño todavía no le ha contado al adulto que le cuida la persona tan increíble que es. 

miércoles, 1 de julio de 2020

Hoy me siento orgullosa de mí misma y quería contároslo


Y esa niña, contra todo pronóstico, sobrevivió, fue valiente, luchó como la guerrera que siempre fue; respira hondo y vuelta al ruedo, lo hizo y lo sigue haciendo cada día porque en las paredes ya no quedaba espacio libre en el que no hubiera escrito todo lo que llevaba dentro, pero se dio cuenta que eso no era suficiente, el oxígeno empezaba a escasear, los miedos y monstruos de hace unos años acechaban cada noche bajo su cama, algunos externos, otros generados por ella misma y de los cuales ya había perdido el control.
En más de una ocasión su cuerpo le suplicó de distintas maneras una pausa, una caricia o un mejor trato, pero nada de eso ocurrió, las inseguridades te hacen mierda la cabeza.
Y los días pasaban, los miedos y monstruos crecieron, se hicieron fuertes mientras ella hacía lo contrario hasta tal punto de perderse de nuevo en laberintos de los cuales creía recordar donde estaba la salida, pero no era así.
Aquí dentro hacía frío y negaba continuamente su existencia creyendo que así pasaría antes, creyendo que así no dolería tanto.
Pero, como ya os he dicho, fue valiente, fui valiente y volví a mirar aquí dentro, me alejé de todos y de todo y observé, se notaba que hacía tiempo que no lo hacía.
Ya os dije que las recaídas son inevitables, ¿no?, pues eso.
Destrocé la paredes, rompí las ventanas y grité, grité porque no podía más, porque necesitaba salir de aquí y lo hice, a veces con algo de ayuda, otras por mi cuenta, me disculpé con la chica del espejo y lo sigo haciendo todavía, creo que esta vez nos llevará más tiempo.

Y la verdad, ojalá todo hubiera sido más fácil en ocasiones, pero el hecho de que no lo fuera me hizo conocer a una persona realmente valiosa y fuerte, me ha dicho que tiene miedo, que me tiene miedo porque le he juzgado en demasiadas ocasiones sin darle la oportunidad de defenderse, estoy ganándome su confianza y quiero ir despacio, pero en cuanto lo consiga volveré a colocarme en el centro, a ser valiente, a romper las paredes y volver a alzar el vuelo, porque contra todo pronóstico lo conseguí, sobreviví de mí misma y de mis monstruos nocturnos, y sé que aún queda mucho por hacer, pero me siento orgullosa de lo que llevo.