sábado, 16 de mayo de 2020

Diminutos triunfos que para mí son importantes.


Con los ojos abiertos o cerrados, pero, salta al vacío y hazlo ya.
Y eso hice, me impone mucho recitar online ya que me cuesta más que cuando lo hago en algún bar viajar a otros lugares y a otro momento, pero, tenía ganas de hacerlo, de atreverme, de volver a exponerme en alguna situación en la que me costara sentirme cómoda los primeros minutos, así que lo hice.
Y debo agradeceros el apoyo que recibí ya que para nada me lo esperaba y, aunque desde fuera pueda parecer insignificante, desde dentro era importante para mí hacerlo, así que gracias a todos y sobre todo a quienes día tras día os pasáis por este blog a leer los nuevos relatos, me hace mucha mucha ilusión y siento que cada vez que escribo me acerco un poco más a ser quien realmente quiero ser, los miedos e inseguridades se hacen pequeños al ver que no están ganando la batalla, aunque hagan notar su presencia más de lo que me gustaría, y en mitad de la oscuridad nacen pequeñas luces brillantes que no siempre encuentro con facilidad.
Muchas gracias por estar ahí y gracias a ti, a la chica del espejo que hace unos minutos estaba tan nerviosa, por haberse atrevido, te dije que iba a salir bien, que te lanzaras, y lo has hecho, sigue así por favor, poco a poco vamos a conseguirlo.
Gracias y hasta pronto.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Reconstrucción


Desconocemos el valor de los momentos hasta que se transforman en recuerdos, y es entonces cuando nos pasamos gran parte del día viviendo en ellos con los ojos cerrados, porque a veces cerrar los ojos es la única manera de ver a alguien.
Nosotros estamos en cuarentena, pero, ni cabeza ni corazón han querido ponerse en ese modo y, a veces, han hecho de las suyas desordenándolo todo en un espacio vacío que nunca ha estado vacío.
Hoy huele a verano, a abrazos que nunca creí que fueran tan imprescindibles, a canciones aleatorias que dejaron de ser aleatorias al escucharlas, a la humedad de la hierba después de una tormenta, a risas y gritos entre las calles de Madrid, a chocolate caliente del gofre de cualquier bar de Malasaña, al olor de las tiendas de ropa a las cuales acudes pensando en ese día especial, a pasta recién hecha, a chupitos con o sin alcohol que acaban la mitad en el suelo por el abrazo de quien acaba de llegar y se muere de ganas de dejarse la voz en la pista.
Huele a reencuentros en los que ya no me esforzaré por disimular la ilusión que me hacen, a fiestas donde lo de menos es el lugar, a batidos de fresa y chocolate, a flores, a ganas de vivir aventuras y de apagar cualquier pantalla, huele a tantas cosas que quiero en mi vida que por un momento he olvidado donde me encontraba y he creído que de verdad estaba en otro lugar y en otro momento.
Echo de menos ese "en nada ya nos vemos" o "bájate en 5 minutos que perdemos el bus" y sentir el pellizco por dentro sin importar el plan que sea.
Hoy me siento bien, no quiero tampoco engañarme, sigo sin encontrarme del todo a mí misma y la imagen que tengo de la chica del espejo la sigo juzgando muy frecuentemente con demasiada dureza, pero me siento bien porque hoy desde hacía ya varias semanas he vuelto a ver el futuro como un mar de posibilidades, de oportunidades, de proyectos mayores y menores con los que sentirme realizada, y es más, creo que esta etapa me ha ayudado a dejar de tapar con heridas otras que no estaban curadas y volver a mirar ahí donde dolía.
Y sentir como lo hacía me ha recordado que estaba viva, que puedo sentir infinidad de sensaciones, tanto agradables como desagradables con toda la intensidad del mundo, tengo la oportunidad de hacer lo que quiera, de soñar a lo grande, de escribir todo lo que quiera y algún día atreverme con un libro, de bailar y cantar hasta las tantas, de emborracharme si me apetece o de mandarlo todo a la mierda si lo necesito.
No soy un ángel caído del cielo, ni un ser de luz ni nada parecido; soy una persona como cualquier otra, me gusta salir de fiesta, a veces me emborracho y me paso con el alcohol, me gusta bailar, aunque no lo haga bien, me masturbo como todo o casi todo el resto de personas, me paso los días de cine de ver bajo la misma estrella a habitación en Roma, me pone muchísimo una de las actrices de esa película, me gusta llevar la contraria a las personas con las que tengo ya la confianza suficiente para hacerlo, probar cosas nuevas e intentar experimentar nuevas sensaciones.
Y en la mayoría de los casos no hago nada porque me puede el miedo a que pensarán de mí, así que observo mostrándome como inofensiva y súper dulce, y no es que sea tampoco lo contrario, pero, si para algunos "comportarse como dios manda" no incluye masturbarse, defender los derechos de cualquier colectivo oprimido, querer experimentar nuevas sensaciones a nivel sexual y fuera de lo sexual, vivir nuevas experiencias, emborracharse hasta las tantas, vestir y hacer lo que te salga del coño; si todo eso es pecado según algunos:
Entonces alabado sea satanás que al menos él si me deja disfrutar de mí y de mi vida sin tanta norma.
Como conclusión; la imagen personal sigue siendo donde más jodida me veo, pero, no tengo porque cargar con unas expectativas o planes de futuro que no he decidido, así que no aseguro nada porque ya solo el hecho de hacerlo me agobiaría, pero voy a intentar, poco a poco, dejar de quedarme en la barra del bar y empezar a bailar como a mí me de la gana; y si a alguien no le gusta, ahí tiene la puerta, no quiero en mi vida a nadie que me quiera a medias y para ello mostrarse al 100% es imprescindible, así que voy a intentarlo. 

jueves, 7 de mayo de 2020

Y así está todo

"Pequeñas cosas", así llamamos a lo que ahora tanto echamos de menos y que nos darían la vida si las volviésemos a experimentar, aunque fueran 5minutos.
He perdido ya la cuenta de los días que llevamos viviendo de recuerdos, imaginando detalladamente cómo serán los reencuentros, y resultando imposible no sonreír después; leer y releer cada conversación con cada persona o grupos de personas que te gustaría poder abrazar ahora mismo ya se ha vuelto una de mis rutinas preferidas de cada día, aunque a veces pueda resultar algo autodestructivo.
Los pájaros que se ven y, sobre todo, que se escuchan por mi ventana vuelan sin parar, ajenos a cualquier realidad que no sea la de encontrar algo con lo que alimentar a las crías hambrientas de sus nidos.
El árbol desnudo que está muy cerca de mi ventana ya no está desnudo y ahora es más bonito verlo, transmite otra sensación.
Todas o casi todas las mañanas un ave de mil tipos de tonalidades de azul se posa en una de las ramas y me observa durante unos segundos como si intentara preguntarme cómo estoy, yo le miro con cariño por el interés y le digo con voz apagada que me estoy esforzando, que lo estoy intentando, pero que no me siento de un modo muy distinto a como me sentía ayer, entonces alza su canto como para recordarme que la vida también es pasar por estos momentos y se va volando, mañana tal vez vuelva, me muero de ganas de poder darle otra respuesta pronto.
La universidad, al margen de cada caso o cada contexto, no deja de enviar trabajos y temario que por supuesto entrarán en los exámenes finales, hubiera sido guay que se hubieran parado a pensar en la carga mental que supondría tal cantidad de trabajo, o al menos, que se implicaran algo más en vez de limitarse a indicar que puntos entran en los exámenes para que así pudieran agarrarse a algo cuando dicen que están dando clases online, pero a esta alturas el objetivo de todos o la mayoría ya es sacar todo lo mejor posible y si eso aprender algo cuando todo esto acabe; estamos ante una educación más preocupada de que su alumnado copie en los exámenes que de formar alumnos y personas que de verdad sientan que están aprendiendo; este curso hemos pasado de ser alumnos que analizan, comprenden y buscan más información sobre aquellos temas que les interesen a ser almacenes de contenido que vomitarán en el exámen con el objetivo de aprobar,  y ya si eso volver a verlo por nuestra cuenta luego, pero en fin.
Sigo sintiéndome bastante perdida dentro de mí misma, lo que hace que me eche de menos muchísimo, y de verdad que me gustaría volver a encontrarme, pero, por ahora no lo he conseguido.
Me paso más tiempo del día viviendo de recuerdos pasados o imaginando momentos futuros que en la realidad, aunque a veces es una forma bonita de desconectar del todo sino fuera por estar también últimamente hipersensible, hace unos días acabé con unos lagrimones impresionantes sólo porque no encontraba el cargador de mi móvil, osea ¡basta ya de estar así!.
Estoy en un punto en que cualquier cosa me cansa o cualquiera me afecta o me ralla, dios, como odio ser así, me gustaría pronto volver a ser la de siempre.
Algo bueno, aunque insignificante, es que el garbanzo que plante hace unos días ha germinado en forma de un fino y pequeño tallo verde, no sé si crecerá más, pero, he decidido tomármelo como una señal de que queda muy poco para que todo vaya a mejor y de volver a sentir que puedo con todo.
Un abrazo y gracias por leerme, siempre me hace mucha ilusión que haya otra personas al otro lado de la pantalla, aunque sea sólo  una algunos días.

domingo, 3 de mayo de 2020

Abrazar un cactus


Hola, hay un libro de Mónica Gae que me he leído infinidad de veces que se llama: Instrucciones para abrazar un cactus.
Me lo estoy volviendo a leer y, al igual que todas las veces anteriores acabo con el corazón algo encogido y con unos lagrimones impresionantes como buena DramaQueen.
Recuerdo que me lo compré en la feria del libro y que me lo firmó allí mismo, la fascinación de tenerla tan cerquita fue tal que no le dije apenas un par de palabras, al salir abrí el libro por la primera página y me pareció precioso el final del párrafo que acababa de escribir;
"te prometo que las espinas han dejado de doler".
Esto está relacionado con el prólogo del libro en el cual asegura que si se abraza el tiempo suficiente a un cactus dejan de doler las espinas.
En su momento, yo, ilusionada e idealizando cualquier cosa que tuviera que ver con Mónica Gae (el cuelgue que tenía con ella era importante) pues me creí esas palabras.
Pero, cada vez más y desde hace unos años me pregunto si de verdad dejó de doler o lo que ocurría era que ya no se sentía tanto el dolor al haber pasado a ser una parte de ti.
Creo que a veces ocurre lo segundo; abrazamos con tanta fuerza y ganas el dolor inicial con la firme creencia que así dejará de doler antes que llega un punto en el que las espinas del cactus las sientes como parte de ti, pero, eso no significa que haya dejado de doler, creo que simplemente hemos aprendido a medio gestionarlo y a respirar profundo cuando vuelva a doler demasiado.
Pregunta: si duele...¿por qué no dejamos de abrazarlo?.
Creo que se debe a que a veces los límites de la felicidad/placer y el dolor son confusos, y ya sé que son cosas completamente diferentes, pero, creo que permanecemos junto a ese cactus porque nos da miedo separarnos de él, sentimos que desde que le hemos abrazado estamos más cerca de ser quienes queremos ser, sería así como algo necesario por lo que pasar, o tal vez sólo estoy diciendo tonterías.
Menuda manera más autodestructiva de ser, aunque tampoco creo que sea del todo autodestructiva porque el dolor sólo se siente cuando estás despierto, es decir, cuando eres consciente de la situación, y ese es el primer paso para seguir creciendo, para seguir avanzando.
Así que no pienso decir ninguna mierda de esas de: ¡dejemos de abrazar lo que duele! o ¡busca algo que te haga feliz!, cada uno de nosotros podemos pasar por etapas en las que sepamos la razón por la cual hacemos algunas cosas y otras en las cuales no tengamos ni idea, pero creo que todos llevamos una brújula en nuestro interior que nos guía hasta cuando nos sentimos más perdidos, así que creo que debemos hacer lo que sintamos que debemos hacer.

Y sigo sin saber si el dolor desaparece o pasa a ser como una parte de ti que nunca se irá del todo, pero sea como sea, si sientes que no debes dejar de hacerlo entonces no dejes nunca de abrazar a ese cactus que por alguna extraña razón quisiste abrazar en su momento 

sábado, 2 de mayo de 2020

¿Hay alguien ahí?


Y cuando crees que tienes todo o casi todo bajo control te das cuenta que no tienes absolutamente nada claro dentro de ti.
Hacía tiempo que no me pasaba, que no me sentía tan perdida, tan desubicada conmigo misma y, por ahora, justifico el estar así basándome en la cuarentena, pero, tengo algo de miedo a seguir sintiéndome así cuando todo esto acabe.
No sé exactamente qué me ocurre, no sé que quiero o que me apetece ahora mismo, no encuentro algo que me ilusione o en lo que poner todas mis ganas y los estudios de la universidad me suponen más esfuerzos que antes.
Y es que antes de que todo esto ocurriera me sentía cada día un poco mejor conmigo misma y con mi vida, tenía varios proyectos o ideas, pequeñas pero suficientes, en los cuales creía que lo que estaba haciendo merecía la pena.
Es más, no sólo eso, me gustaba la manera en que me sentía al hacerlo; y no es que mi vida haya sido en algún momento tranquila o haya estado ausente de desastres o días grises, hay días en los que me sentía en mis mundos como Bridget Jones por todas las meteduras de pata mayores o menores, pero, en general sabía cómo hacerles frente a esas situaciones o me ponía manos a la obra para corregir aquello que no me gustase, igual que este blog, lo abrí ya hace unos años, pero, lo hice súper ilusionada al pensar que alguien podría leerlo desde su pantalla, que existiera la posibilidad de que alguien se parara aquí me parece tan increíble...en cambio ahora no hago más que escribir cosas tristes, pero, es lo que me apetece hacer, ¿hay alguien ahí, al otro lado de la pantalla? ni lo sé ni me importa.
No lo sé...
Echo de menos como soy en los días alegres o como creo ser, o como me hacen ser las personas importantes de mi vida, me gusta mucho esa tía que se queda hasta las 9 en la biblioteca o en la cafetería charlando con alguien de planes futuros y que luego llega hasta Lista imaginando una coreografía increíble que se marcaría en el paso de cebra, ¿dónde está esa chica?, ¿Dónde estás?.
Si lees esto te echo de menos.
Y sé que es imposible esquivar estas etapas, pero, obviamente no me gusta experimentarlas, no me gusta sentir que me he perdido a mí misma, porque creo que eso es lo que está pasando y me echo de menos más que a nadie, pero bueno, confío en volver a encontrarme en poco tiempo y descubrir que las cosas no van tan mal como parecen, ojalá.
Por cierto, en mi modo DramaQueen he decidido plantar un garbanzo, ¿por qué?, pues no tengo ni idea, pero quería hacerlo y lo he hecho.
Creo bastante en las señales así que sería un puntazo ver como entre la tierra se abre paso, al menos, un minúsculo tallo, aunque no sé yo si ocurrirá o no, no confío mucho en mis dotes de jardinería.