domingo, 28 de octubre de 2018

Entre latido y latido le susurran la necesidad de un abrazo salvavidas


Tiene tanto miedo que hasta este se está enamorando de ella; de su cabello enredado y revuelto, del contorno de sus labios caídos y de su mirada perdida en el espacio.
Se esfuerza en seguir alguna de las conversaciones de su alrededor, pero, sólo oye ruido y, en el fondo, no le importa.
Se siente agotada; esta semana las inseguridades, miedos y agobios de siempre no han parado de gritar y golpear las paredes sin cesar, y siente que en cualquier momento podrán con ella.
A la izquierda de su pecho, entre latido y latido, le susurran la necesidad de un abrazo lento y fuerte en modo de llanto casi imperceptible.
Llega a casa, responde que está bien antes de que le formulen la pregunta y se encierra en su habitación, demasiada resaca para tan poco alcohol, se mira en el espejo y la chica que observa en él empieza a llorar desconsoladamente, intenta animarla diciendo que sólo ha sido un mal día, que mañana irá todo bien, pero, ni ella misma se lo cree.
Se tumba en la cama y respira; una, otra y otra vez, y aunque parezca complicado de creer, algo dentro de ella le susurra con voz maternal que no se rinda, que mañana irá todo mejor.
Le resulta imposible no emocionarse ante esas palabras, desde fuera su padre escucha el leve llanto por debajo de las sábanas, esta vez ha estado a punto de entrar y abrazarla como si el tiempo no hubiese pasado, pero, no lo ha hecho, tal vez la próxima semana lo haga.
                 

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