lunes, 4 de septiembre de 2023

Pequeña gran revolución


Tal vez el truco es ponerle más corazón a todo y no tanto cabeza, tal vez está justo ahí, en ser lo suficiéntemente valiente como para decir lo que sentimos mirando a los ojos y no tanto a una pantalla, quitarnos escudos y máscaras y mostrar esa vulnerabilidad, esa sensibilidad y esas áreas de nuestro cuerpo cuya piel es de gallina y decir(nos): estamos vivos, esto es lo que me hace sentir y estar viva. 
Y claro que da miedo, todos tenemos a personas en nuestro pasado que decidieron arañar cuando lo que necesitábamos era una caricia, a veces puede parecer un acto suicida desnudarse ante otro, y no hablo de ropa. 
Pero, ¿ y si ese aparente acto suicida termina con esa caricia deseada, con ese "todo está bien" necesitado o con ese abrazo salvavidas?, ¿acaso no merece la pena jugárnosla por esta posibilidad?, pues sinceramente, aunque no siempre haya sido capaz de dar ese salto de fé en nombre del amor y de la vida creo que la respuesta es que sí, que quiero que mi vida esté repleta de eso, de actos de amor y de valentía en los que, orgullosa, muestre mi desnudez, mi verdad, y jugármela por todo y todos aquellos que me enseñen a sentir la primavera dentro de mí.
Y es que Rozalén tiene razón y es aquí justo donde reside la mayor y verdadera belleza, en este acto de valentía que no es más que el intentar ser uno mismo entre tantos espectáculos de títeres, emprender ese viaje, aparentemente, hacia la nada y tener la certeza de que la mayor belleza siempre nacerá y habitará en el fondo de aquella mirada que ante nuestra propia desnudez consigue hacernos sentir en mitad de un eterno verano. 

Estoy viva, lo sé, lo siento, lo ves. No hay prueba más fiable que esta, sentir lo que siento al bailar ante otros con los ojos cerrados y atreverme a descalzarme como si acabara de llegar a casa. 

Pequeña Laura de mi corazón, aún nos queda mucho que aprender, caminar y volar, toda una vida nos queda, pero lo estás haciendo bien. ¿Ves?, te lo dije, que hayamos sido el campo de batallas de otros y de sus ausentes o malos cuidados no implica que no podamos coincidir por el camino con otras manos, otras miradas, otras historias y otras personas que vean en nosotras campos de flores en los que quedarse a descansar y quien sabe si a vivir. 

Gracias por atreverte a salir de tu madriguera, ojalá lo hicieras más, confía en nosotras mi pequeña gran revolución, todo irá bien.


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