lunes, 12 de julio de 2021

Terrorismo emocional


Ayer iba con prisas a un lugar que ni recuerdo ahora mismo, pero al que era muy importante llegar a una hora determinada; en mis cascos llevaba esa lista de canciones que me hacen viajar lejos de aquí y mi mirada se dirigía continuamente a los carteles que encontraba por los pasillos subterráneos del metro con el objetivo de poder llegar a mi destino.
Escuché de pronto el sonido de las puertas del metro cerrándose mientras bajaba las últimas escaleras para llegar a la vía del metro al que debía subir y supe ahí que lo iba a perder, pero eso fue lo de menos ya que, mientras escuchaba el molesto sonido de las puertas y observaba a las personas que acababan de salir de ese metro y que caminaban en dirección contraria a la mia, un olor que supe reconocer inmediatamente se adentró en mí y provocó una mezcla de frío y calor que hizo que me tambaleara, estabas ahí, y no sé si me encantó o me aterrorizó sentirte tan cerca, hacía mucho que no te sentía y en esas escaleras habías aparecido de golpe y sin previo aviso.
Con miedo fui fijándome en los rostros de todas las personas, escuché atenta el ruido de la muchedumbre esperando identificarte aún sin saber si era eso lo que quería, pero deseando encontrarte bajando de ese metro.
Se me humedecieron los ojos y permanecí inmóvil esperando de la misma manera en que un niño pequeño espera el día de su cumpleaños a que sus amigos lleguen a ese parque de bolas; me imaginé viéndote bajar de ese metro, me imaginé tu sonrisa al verme y me imaginé abrazándote en mitad de esa muchedumbre y contándote que iba a un lugar que ya no recuerdo y que tenia prisas que ya han desaparecido. 
Me dejé atrapar un poco más por ese olor, tenía tanto miedo que cerré los ojos y todo a mí alrededor desapareció, le pedí a ese olor fácilmente reconocible que no se fuera, que se quedara cinco minutos más sólo, que lo había echado mucho de menos a solas y que hacía tiempo que imaginarlo ya no era suficiente.
Fue como una especie de electricidad que te pone la piel de gallina y que te retuerce por dentro mientras todo explota brutalmente en un completo silencio, nadie lo escuchó pero yo lo sentí, sentí ese olor haciendo de las suyas, siendo la alfombra de Aladdin llevándome a una historia preciosa y, a la vez,  la caricia más delicada y la tormenta más agresiva de todas.
¿Cómo un simple olor puede llevarte tan lejos del aquí y del ahora?
Volví a abrir los ojos, terminé de recorrer con mi mirada los rostros de cada persona que había salido de ese metro y dejé de prestar atención al sonido al no haber escuchado más que ruido en él; no estabas, ya no, o tal vez no habías estado en ningún momento, pero parecía tan real que hasta creí sentirte aquí durante unos minutos, disfruté y padecí a la vez la ilusión de sentirte aquí y después me despedí de ella mientras volvía a mi realidad, al aquí y al ahora.
Le quedaban 7 minutos al metro, llegaba tarde, pero ya no me importaba, en realidad no recuerdo ni a dónde iba ni por qué era tan importante llegar a una hora concreta, como si la vida fuera tan fácil sólo por llegar puntual...

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