jueves, 18 de junio de 2020

Vívelo con la mayor intensidad posible.


Y entonces comprendes que hay momentos que ya nunca más volverás a vivir, o no de la misma forma; un puñado de nostalgia se cuela entre los recónditos espacios que hay entre tus costillas haciéndote temblar ante la ambivalencia de alegría y tristeza que sientes al ser consciente de que a veces ese "ahora o nunca" es real, que ya no hay una segunda oportunidad o un segundo intento para poder revivir instantes que se fueron demasiado rápido, y lo único que te puede salvar ahora es haber disfrutado de cada segundo, de todos los detalles y factores que hicieron especial el momento y guardarlo en la izquierda de tu pecho para que el tiempo no consuma su magia, su fugacidad.
El futuro lleva ya varios minutos llamando a la puerta y decides abrirla, darle paso a un futuro que nada tiene que ver con lo que ya hemos vivido, pero, no por eso pierde su encanto y resplandor.
Y te daré un consejo, todo lo vivido ya está guardado en ese baúl de recuerdos que hay debajo de la cama y que espanta cada noche a los monstruos, ahora toca seguir adelante, no tener miedo (o no mucho) a todo lo que viene, es más, abrázalo tanto como puedas, no te quedes con las ganas de nada, vívelo con la mayor intensidad posible y piérdete en cada instante mágico que está por llegar, mucho antes de lo que crees ese futuro ya formará parte del pasado y, créeme, vivirlo, abrazarlo y sentirlo intensamente es la única manera de que luego acepte ser guardado en lado izquierdo de tu pecho. 


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