miércoles, 8 de enero de 2020

No sé ni que quiero decir.


Y en ese instante en el que reina el silencio después del ruido te vuelves consciente de que nada volverá a ser como antes y que sólo queda aceptarlo y mirar hacia delante, y lo aceptas, pero, duele.
Aún así sigues siendo capaz de identificar muchas cosas que han mejorado en ti y las usas como consuelo de una realidad que araña de vez en cuando.
Y el futuro se vuelve resplandeciente, ves personas y planes que tal vez ya estaban ahí, aunque sea ahora cuando empiezas a verlos de verdad y vuelve  esa mezcla de nostalgia y alegría contenida en unos ojos encharcados de lágrimas de los cuales todos los miedos se han puesto de acuerdo para hacerse con el control de ellos y de todo tu caótico interior del cual empiezas a creer que nunca serás capaz de dejar al descubierto a prueba de balas, pero nos salvan esos momentos en los que te levantas y ves belleza dentro de ti y ojalá vivir en ese segundo exacto.
No sé quién dijo que las personas somos como animales, pero, con emociones y sentimientos complejos y menuda razón, menuda montaña rusa.
 Y no sé que me pasa, es uno de esos días donde quieres cosas totalmente opuestas; salir de fiesta y Domingo de mantita y peli, un abrazo que te asegure que todo va a ir bien y un beso de película, una canción lenta y la siguiente que sea lo más movida posible.
Yo que sé, me gusta cuando escribo así, sin pensar y sin pausa, de seguido como si supiera lo que estoy escribiendo sin ni siquiera estar revisándolo, hay veces en que luego lo leo y hasta yo misma me sorprendo y la verdad no tenía pensado empezar el año así, pero, tal vez esta sea la única forma de hacerlo, al menos, hoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario