lunes, 16 de septiembre de 2024

Cuenta atrás


Como estar a segundos de distancia del suelo y creer que vas sin paracaídas, como estar buceando y sentir que se te acaba el oxígeno y que tu propio cuerpo vuela hacia la superficie; es una sensación que da pánico, pero el pensar que esto es el resultado de sacos repletos de amor, ternura y vulnerabilidad hace que, momentáneamente, también sea una sensación de felicidad, ¿cómo se pueden sentir cosas tan intensas y contrarias a la vez?
Cierro los ojos, lleno mis pulmones de oxígeno y sonrío a segundos del suelo mientras pierde importancia el después, si lo que ocurrirá es un golpe de los fuertes o un nuevo vuelo hasta las nubes, no sé cómo lo hago, pero siempre salgo volando y me estampo a la vez, de nuevo cosas contrarias, tal vez no tiene mucho sentido, pero es lo que ocurre...
Los minutos y segundos de antes siempre son los peores, la cabeza no dejar de gritar las cosas que crees que te faltaron o los aparentes fallos, el cuerpo a tres mil por hora intentando mantenerse estable en mitad de un tornado de emociones, y el corazón emocionándose con la cinta de los momentos más preciosos, esa que sabes que nunca te cansarás de ver por muchas veces que la hayas reproducido. 
Se acaba el oxígeno, tu cuerpo intenta ir hacia la superficie para poder respirar de nuevo, pero sabes que eso conllevará romperse, por ello intentas mantener las formas, aguantar un poquito más bajo el agua y fantasear con que aquí debajo no hay dolor, pero en algún momento tocará subir de nuevo. 
Cojo aire, veo el suelo frente a mí, pero de pronto unos brazos me rodean, sonstienen la infinidad de trozos en los que mi cuerpo se ha fracturado y, sin saber exactamente cómo, salgo volando hasta las nubes.

Es una sensación tan extraña e intensa que no sé ni cómo describirla, pero si la magia existe seguro que tiene que ver mucho con esto.

Un verano inolvidable.

jueves, 12 de septiembre de 2024

Ciudades de colores


A mí nunca me faltó maldad, era al resto al que le faltaba bondad, pero claro, era más fácil golpear y luego preguntar que correr el riesgo de ser tocado por el otro.
Me gusta pensar que soy el resultado de una infinidad de instantes felices y el aprendizaje del conjunto de muchos otros que no fueron tan bonitos. 
Soy la mirada de cariño de mi madre en la que a veces me quedaba a dormir, soy la dulzura de la mano de mi mejor amiga cuando agarró por primera vez la mía en el recreo, soy un "tú puedes hacerlo" de quienes fueron creyendo en mí sin tener demasiadas garantías, soy un abrazo salvavidas de esa amiga que movería tierra y mar por mí, soy la sonrisa en la que yo me columpiaba de pequeña, soy el beso en la frente, el perdón de un padre, la caricia de una abuela y el "te quiero" imborrable. 
Soy el conjunto de muchos instantes, y quizá por ello me cueste a veces entenderme, porque llevo aquí dentro muchas historias y personas.
Por eso no quiero pensar que me falte maldad, porque me parece que hacerlo sería una derrota, un "teníais razón" que me niego a pronunciar.
Quiero seguir creyendo en el amor y en la generosidad como herramientas de cambio interno y externo, quiero dejar la puerta arrimada y dejar entrar por ella a quienes crea que merecen saber lo que hay aquí dentro, quiero que mi legado sea el de demostrar que hay espacios, personas e historias en las que puedes deshacerte de tu escudo y salir sin rasguños. 
Y no, no hablo desde la ausencia de rasguños, golpes, dolor o violencia, aquí dentro a veces las cosas se han tambaleado llegándose a derrumbar, pero no por ello quiero dejar de recordar lo bonito que es volver a levantarse, construir y curar.
No me falta nada, es a muchos de vosotros a quienes tal vez sí le falte amor y les sobre maldad o miedos.