lunes, 24 de junio de 2024

Vulnerabilidad indomable


A veces siento que yo sola no puedo con todo, y esto me toca de lleno una herida que fue bastante curada en su momento, pero que ahora siento que se me ha vuelto a infectar por la ausencia de cuidados últimamente sobre mí misma. 
Me da miedo reconocer que no puedo con todo porque eso implica la necesidad de la participación del otro y, sobre todo, confiar en manos ajenas partes vulnerables de nosotros  y correr el riesgo de que el otro sepa hacerlo bien o haga, por madad o por despiste, lo contrario, aunque bueno, supongo que el amor tiene mucho que ver con esto, ¿no?, quitarnos corazas y miedos y que una mirada distinta a la nuestra descubra nuestra zonas heridas, ¿recibiré una caricia o un beso, un golpe o nada?, me acojona la incertidumbre de este tipo de momentos y, supongo, que por eso siempre he preferido ser la que cuida y quiere antes de que otros lo hagan conmigo, por miedo, a veces, a que cuando quiera que alguien lo haga conmigo no haya nadie que lo vaya a hacer bien.
Y sé que estos no son más que puñados de pensamientos intrusivos mezclados con varias distorsiones cognitivas, ahí fuera he conocido a personas que han sabido y saben cuidarme y quererme con muchísimo amor, pero el miedo a veces sigue ahí dificultándome el pedir ayuda, el parar o el romperme ante la mirada del otro, quiero aprender a hacer esto bien porque es algo en lo que últimamente estoy teniendo dificultades. 
No puedo con todo, tengo miedos e inseguridades, a veces no estoy disponible para otros, a veces me enfado y grito,: y otras estoy tan evitativa conmigo misma que evito socializar de más por el temor a que la respuesta ante la pregunta de: "¿qué tal estás?" sean unos ojos acuosos. 
Nada de esto está  mal, todo es válido y todo está bien, tengo derecho a perder el control y necesitar ayuda, sostén y acompañamiento siempre que lo necesite, mi valor es el mismo el día que me siento una diva y el día que me siento diminuta.
Me observo desnuda frente al espejo, me lloran los ojos por miedo o incomodidad, cierro los mismos y pronuncio con voz temblorosa: dispárame o acaríciame. 
Pasan unos segundos llenos de ruido ensordecedor y te digo después: ¿sabrías tú hacer esto que yo acabo de hacer?.
Al final, resulta que soy un poquito más valiente de lo que recordaba. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario