sábado, 29 de junio de 2024

ser y amar de verdad, con corazón y entrañas, no debería conllevar ni esfuerzos ni miedos

 

Mi primer beso fue raro, y en el segundo contaba los segundos para que terminase; unos ojos brillaban frente a mí y los míos intentaban hacer creer que todo estaba bien mientras por dentro me preguntaba si esto era lo que había o si había en mí algún problema que me hacía no sentir nada, tampoco es que esperase fuegos artificiales, pero me sentí la intrusa del inicio de una película romántica en la que yo no pintaba nada, algo no cuadraba, algo fallaba

Siempre he ido algo lenta en los procesos vitales; cuando el resto estaba dando sus primeros pasos yo todavía me desplazaba gateando, cuando el resto ya era capaz de seguir en su cama las noches de pesadillas yo seguía acudiendo a la de mis padres como mi mejor refugio y cuando el resto empezaba a jugar a tener novios y novias y darse besos con este y aquel yo todavía me divertía solo con mis amigas sin pararme a pensar en temas de corazón. 

Pero cuando empecé a sentir cierta curiosidad fue cuando empecé a sentirme algo perdida. Me esforzaba, de verdad que me esforzaba por fijarme en alguien, por acercarme a quien creyera que me podía provocar esos fuegos artificiales por dentro y por sentir esa ilusión que en mis amigas parecía nacer de una manera tan natural, fueron en vano los intentos y crecí dejando un poco de lado este área, aunque deseaba tener esas pequeñas y mayores historias de amor de la adolescencia, unas historias de amor de una adolescencia robada por la falta de referentes y de visibilidad de la infinidad de formas de amar y de existir que había y que no conocí hasta años después.

Un día ocurrió, llevaba meses poniéndome nerviosa cuando esa chica estaba a mi lado, me temblaban las piernas, disfrutaba estar a su lado y me imaginaba una infinidad de planes más a su lado, la inocente Laura de aquel momento justificaba todas estas reacciones diciendo que sentía gran admiración por ella, pero no era así. Una tarde hubo un beso, al comienzo tímido y luego más atrevido, el deseo y las ganas de sentirlo todo lo guiaban, y una niña aquí dentro exhausta, pero con unos ojos brillantes y una ilusión difícilmente controlable, se sentía realmente feliz por primera vez con un beso de este tipo; era esto, aquí estaban todas esas cosas que a sus amigas no les costó encontrar, la ilusión, los fuegos artificiales, la emoción, la sonrisa de felicidad, las ganas de que este no fuera el último beso...

Los meses siguientes me fui descubriendo ante el espejo y me fui fijando en distintas personas que de verdad me gustaban, sentí miedo también por quedarme sola cuando los de ahí fuera vieran lo que había y ocurría aquí dentro, pero el miedo se fue esfumando y solo quedó un corazón dispuesto a sentir tanto amor como pudiera. 

En ocasiones sigo teniendo que decir varias veces que no me gustan los chicos cuando alguno cree que "no he encontrado al indicado", soportar el "ay, pues no lo pareces" y el "yo no tengo ningún problema, pero no soy de las vuestras, ¿eh?", queda mucho por hacer y luchar, pero a lo largo de los años fui creando, o mejor dicho, descubriendo a una familia  preciosa que también tuvo que recorren un largo camino para descubrir que merecemos ser quienes queramos y amar a quien queramos; ese amor y esa identidad ya estaban ahí dentro, pero ojalá seguir dando pasos hacia una sociedad más diversa e inclusiva que se lo ponga un poquito más fácil a las nuevas generaciones.

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