sábado, 20 de abril de 2024

Tercios de cervezas sobre zonas sin desinfectar


Tras varios meses tocando la herida (porque no me quedaba otra) he conseguido identificar que aún hay aquí dentro pequeñas áreas que necesitan mucha atención y cuidados. Con ello he llegado al punto de descubrir que estoy en un momento en el que no quiero tanto un polvo, sino un abrazo, un beso en la frente y hacer la cucharita, estoy en un punto en el que quiero sentirme cuidada y querida por nuevas personas. 
¿Y quien sabe?, tal vez esto no es más que la proyección en otros de la ausencia de cuidados que he tenido hacia mí misma, tal vez vaya por ahí...
Me encanta mi trabajo y me encanta también cuidar de mis amigas y personas importantes, pero se me da horrible dejarme cuidar, suelo estar siempre con el temor a que, si me dejo cuidar, el otro aprovechará para hacerme daño, que es cierto que no siempre es así, pero ahora mismo todavía estoy cuidándome y mimándome despacio y con esmero para limpiar toda esta habitación de emociones caóticas.
Es como que no siempre estoy disponible para cuidar o sostener al otro, y esto a veces me hace sentir culpable; así de hipócrita soy a veces, en mis sesiones como psicóloga digo que es tan importante cuidar como dejarse cuidar, pero luego en la práctica patino en la parte de dejarse cuidar. 
A veces siento mucho miedo a que el otro me haga daño porque me estoy dando cuenta que cuando alguien consigue entrar de verdad en mí me cuesta muchísimo luego tolerar, aceptar su ausencia y como medio gestionar el dolor o emociones desagradables que esta me haya causado; ojalá ponerme un cartel en el pecho antes de saltar al vacío en el que pusiera algo tipo: porfi, no me hagas daño, soy una persona muy sensible que siente todo intensamente (lo bueno y lo malo).
Llevo unas semanas usando las cervezas para taponar heridas; a veces cuando mi cabeza está ruidosa o cuando estoy a punto de llorar por nostalgia o tristeza le pego un gran sorbo a la cerveza y me repito: hacia delante tía, que ya hemos llorado mucho por esto.

Sé que no es una forma nada saludable ni adecuada de procesar algunas de las emociones que no me gusta sentir, pero me está costando pisar el freno.
Debería parar pronto y mirar hacia dentro con más calma y esmero, abrazarme bien fuerte hasta que las lágrimas sean inevitables y el dolor ya no me asuste, y comprobar que sigo respirando, prometo que lo seguiré haciendo más y mejor.

Es hora de cuidarse tía, llevas ya un tiempo huyendo de ti misma, pero toca volver a ti y abrazarte fuerte, ánimo preciosa, ya hemos estado aquí antes y siempre hemos sabido transformar ese dolor y tristeza en crecimiento, volveremos a hacerlo.
Escucho la canción de "Mía" de Belén Aguilera tumbada en mi cama, me da vueltas la cabeza, mierda de cervezas... de pronto, empiezo a llorar, ahí estoy, volviendo a mí. 
La canción canta: y es una suerte poder sentirme mía...
Tranquila pequeña, estamos haciéndolo bien, confía en esa luz que tenemos aquí dentro y que a veces se ve desde fuera. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario