miércoles, 27 de marzo de 2024

Trasteros solitarios


Tengo una habitación escondida que está vacía, a veces ruge, y ya sé que te estarás preguntando cómo puede rugir una habitación, pues no lo sé, pero lo hace, y yo lo siento a través de un viento gélido procedente de mi interior. 
Es como una especie de alarma molesta que me recuerda que hace ya bastante tiempo que no freno, apago la alarma y le pido a mi productividad cinco minutos más de resultados como mecanismo de escapar de esa habitación vacía.
No me da miedo, hace años que aprendí a habitarla y a sentir ese silencio como hogar también, me ha enseñado, en ocasiones, mucho más ese silencio que el resto de habitaciones, más llenas de vida y más ruidosas. 
Pero, por alguna extraña razón, hoy su presencia me ha incomodado; tienes razón, estoy de un evitativa insoportable y, tal vez por eso estoy buscando en la agenda de mi trabajo más sesiones, para encontrar un entretenimiento que me libere de tener que entrar en esa habitación. 
Hoy hace un tiempo de mierda y el viento sopla con rabia colándose entre los pequeños espacios de ventanas y puertas, estoy segura de que él ha sido quien ha reventado la puerta de mi habitación abriéndola de par en par.
Prometo entrar en ella, prometo volver a habitarla más de aquí en adelante, llevo tiempo sin entrar y, en cierta manera, lo echo algo de menos, eso o que siento que lo necesito, como una especie de limpieza interna para, posteriormente, poder disfrutar más de todo lo externo. 
Es una habitación pequeñita, y tal vez no esté del todo vacía, pero hace tiempo que no voy a ella como para poder asegurarlo, lo que sí sé es que ruge como fiera encerrada solicitando atención.
Pero, si os soy sincera, recuerdo que hace tiempo, en este tipo de momentos, cuando entraba en ella y le hablaba de toda mi semana y de las emociones que en ella habían existido, dejaba de rugir y aparecían infinidad de flores pintadas en las paredes. 
Por eso sé que no es una habitación ni fea ni malvada, tan sólo es una habitación distinta en la que volver a encontrarme desnuda y sin caparazón.

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