lunes, 22 de enero de 2024

Lunes de nuevo


Es curioso, se me da realmente bien y disfruto mucho cuidando a otros, sobre todo, si son personas a las que quiero; me encanta escucharles con atención, sentir en mi propio cuerpo cada una de sus emociones, abrazarles, mimarles y acompañarles durante un rato intentando hacerles ver el vaso medio lleno; me gusta hablarles y tratarles desde el más absoluto amor incondicional y desde la ternura y el cariño como mis mayores cualidades frente a los miedos y problemas de ahí fuera o de aquí dentro, no sé si aprendí a cómo hacer esto en algún momento concreto, pero me recuerdo desde muy pequeña siendo quien más y mejor cuidaba a sus personas importantes.
El problema, como ya me descubrió mi psicóloga hace años, viene cuando me tienen que cuidar a mí. Mi psicóloga me dijo que había muchísimas personas que debían aprender a cuidar al otro ya que les resultaba algo complicado de hacer, y más en una sociedad tan individualizada como esta, pero me dijo que yo estaba en el otro grupo, en el que les cuesta dejarse cuidar y querer llegando, a veces, a preferir hundirse y romperse en completo silencio y a solas para que el resto no se enterase. 
Pasado el tiempo descubrí que gran parte de la dificultad en estos temas procedía de un temor inmenso, y a veces irracional, a que me hicieran daño, no sé muy bien de qué manera, pero me asusta mucho que el otro me hiera o sentirme vulnerable ante unos ojos que no sean los míos.
Pero en el fondo, justo lo que más miedo me da es lo que más me gusta experimentar, mostrarme ante unos ojos nuevos, dejar al descubierto la vulnerabilidad y recibir un abrazo donde aún se perciben ciertas heridas en proceso de curarse, me dan pánico esos momentos, pero a la vez sé que la única manera de superar un miedo es exponiéndose frente a él.
Lo intento, lo hago... pero la manera en que me hablo a mí misma en ciertos días es muy diferente a como hablaría a cualquiera de mis amigas, a veces soy mi peor enemiga y siento un montón de granadas cargadas de odio, reproche y etiquetas explotando dentro de mí; con el tiempo he aprendido a reducir los momentos en que me hablo de esta forma, pero aún lo sigo haciendo cuando estoy asustada, pero al menos sigo aquí, frente al miedo, dispuesta a superarlo, ¿esta mierda cómo se hace?, ¿voy bien?.
Intento no autoboicotearme y cada vez consigo más, en mayor o menor medida, callar las voces de aquí dentro, pero acabo realmente agotada, que complicado es a veces tocar lo de dentro y dejarse cuidar, lo hago/intento y, a veces, recibo un abrazo en donde aún se percibe la señal de un disparo.
Estoy algo cansada y con los miedos a flor de piel ciertos días, pero creo que voy bien, aunque sea a un ritmo más despacio de lo que me gustaría. Mi mejor amiga me llena de mimos, aunque sea a distancia, y me llama valiente mientras me mira con cariño, como le echo de menos, pero menos mal que me decía la verdad cuando me prometió que estaríamos juntas hasta ser dos viejas riéndose de la vida, hay personas que me quieren y cuidan como lo hago yo con otros, tal vez por eso merezca la pena seguir siendo valiente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario