jueves, 25 de enero de 2024

A mis niños y niñas perdidos de NuncaJamás


Mi nombre es el mismo siempre, pero no suena siempre igual, ellos lo pronuncian de una forma más bonita, tal vez sea por el puñado de ilusión con el que van descubriendo el mundo, o por el puñado de inocencia y verdad con el que aún tienen la suerte de contar. 
Sus ojos me observan, y la niña de aquí dentro, esa que cuida y mantiene mi luz intacta, se cuela en el corazón de cada uno de ellos dispuesta a enseñarles la magia y el superpoder de ser ellos mismos y de cuidar siempre, ante todo y ante todos, esa ilusión y ganas de descubrir el mundo desde el amor y la bondad, ojalá advertirles que crecer no siempre será fácil, que habrá momentos en los cuales todo se desmorone, pero yo creo en cada uno de ellos y de ellas, y por eso mismo disfruto tanto verles crecer agarraditos, cuando lo necesitan, de mi mano.
Sus miradas son limpias, claras y brillan tanto como las luciérnagas en la noche; unas manos chiquititas me agarran de mi jersey para que vaya a su sitio, otras rodean mi cuello encontrando refugio en mi hombro derecho mientras les abrazo fuerte para transmitirles que estoy a su lado, que no me moveré de aquí ni hasta cuando toque despedirnos. Otras manos acarician mi rostro con ternura mientras conocen y juegan con mi niña interna.

Al terminar la jornada termino con un rostro repleto de besos y caricias, que tienen el mismo olor que una cama con las sábanas recién cambiadas, y con un corazón lleno de amor, ternura e ilusión.  Algunos de ellos tienen la suerte de tener en sus casas hogares en los que crecer bien y a su ritmo, otros tienen a su alrededor o dentro de ellos historias más complicadas, pero cada uno de ellos está empezando a descubrir el mundo desde la mayor curiosidad e ilusión posible, aprendo mucho más yo de ellos que ellos de mí, lo estoy haciendo bien, lo estamos haciendo bien.

Tengo un trabajo que me permite cuidar cofres repletos de amor, ilusión, inocencia, emociones y ternura; sé que no todo será de color de rosa, que la propia vida les irá enseñando por un camino u otro el significado de la fortaleza, la resiliencia y el esfuerzo, pero también sé que juntos somos imparables y que, mientras no pierdan nunca al niño o a la niña que hoy son, todo irá bien. 

Les quiero, sí, les quiero muchísimo. A comienzos de curso prometí que tendría cuidado con los sentimientos ya que el año que viene, probablemente, tenga nuevos grupos de menores, pero siendo sincera, ya me han robado el corazón entero con cada abrazo de oso y cada beso de esquimal que me dan.

Son ellos mismos siempre y, poco a poco, irán descubriendo que ese es su mayor superpoder. 

Ya quisiera Batman, Spiderman o la patrulla canina parecerse a cada uno de ellos, algún día se darán cuenta que los mayores y mejores superhéroes siempre fueron ellos mismos. 

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