martes, 6 de junio de 2023

Abrazos de algodón


Hay personas que con estar a su lado unos minutos ya te hacen desear haberlas conocido antes,  te muestran así que sí es posible echar de menos a alguien que todavía no conocías, yo ya le echaba de menos, yo ya tenía ganas de conocer a alguien que te abraza o te mima unos segundos y te hace sentir a salvo de cualquier guerra, de cualquier tormenta. 

Y es que ella abraza mucho antes de rodearte con sus brazos o de apoyar su cabeza en tu hombro, sonríe bonito y mira con los ojos de esa niña curiosa en su primer día de colegio que se muere de ganas de hacer nuevas amigas; miré unos segundos en el fondo de esos ojos oscuros, y antes de apartar la mirada por miedo a ponerme nerviosa o a que mis mejillas cogieran un color rosado, vi en su mirada un sofá en el que poder descalzarse, ponerse cómoda y juguetear con los cojines, este era un espacio seguro, o eso parecía, era un rincón precioso en el que poder refugiarse del mundo dejándose querer o queriendo estar a su lado un ratito más. 

Se acercó con el máximo cuidado y  ternura, traía cofres enteros de ambos que probablemente ella misma los guardaba en su interior, al poco rato su sonrisa se convirtió en el columpio de un parque donde el miedo no existía y donde la ternura iba y venía jugueteando sin parar mientras hablábamos.

Es como la noche en que esperábamos al ratoncito Pérez de pequeños, te hace feliz y es inevitable no empezar a quererle sin querer queriendo quedarte un ratito más a su lado, pero casi nunca se queda demasiado, va de aquí para allá sin parar y su agenda está más llena de personas y eventos que la de cualquier famoso random, supongo que es porque tiene muchas personas a las que demostrar que la ternura, al igual que el amor, mueve el mundo. 

Una vez me agradeció que me abriera un poco el pecho para mostrarle partes pequeñitas de mi mundo, me dijo que a ella lo emocional le costaba y que por eso valoraba cuando alguien le mostraba sus emociones, me morí de ganas de decirle que sin apenas conocerle sentía que en su interior llevaba una infinidad de emociones preciosas y que tal vez estaba viendo en otros lo que ella tenía dentro de sí misma. 

Sigo teniendo algo de miedo a  las nuevas personas  y a que me puedan hacer daño, pero cada vez que tenemos la suerte de coincidir con ella nos introduce en su burbuja con esa sonrisa en la que columpiarse hablando de cualquier cosa, luego nos abraza con esa ternura tan característica de ella, te aprieta un poquito a su pecho y te sale una sonrisa sin querer deseando que dure un poquito más este instante o que no pase mucho tiempo hasta volver a estar a su lado, y no sé cómo la hace, pero entre esos brazos el miedo y el ruido de ahí fuera desaparece y sólo se escucha la canción de dos corazones explotando de ternura y amor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario