sábado, 23 de julio de 2022

Puta Ansiedad

 

Estoy hecha de pedacitos de muchas historias distintas e interconectadas ente sí, la vivencia de todas ellas han participado en parte de quien soy hoy y sobre mi cuerpo se ha ido creando un mapa de emociones y recuerdos que, aunque no se vean, existen.

Tengo tatuadas con tinta invisible historias que me hicieron sentir especial, querida y, en definitiva, feliz, pero también tengo otro tipo de historias tatuadas, son historias que arrasaron con todo como las llamas de un incendio, devoraron la aparente seguridad y confianza que crecía despacio pero sin pausa y asustaron a la niña interior que habita aquí dentro de formas tan agresivas y sutiles a la vez que hasta llegó a pensar que era ella la única culpable de lo que ocurría a su alrededor. 

En ocasiones, en días muy buenos y tras muchas sesiones de introspección y autocuidados fantaseo con la idea de que lo único que guardo de estas últimas historias son los aprendizajes y el crecimiento personal que logré hacer tras ella, pero no es así, guardo los recuerdos emocionales de estas historias de forma visceral y mi cuerpo así me lo recuerda a través del llanto al hablar de ciertos temas, a través del nerviosismo o el temblor de mis piernas en algunas circunstancias y a través de la maldita ansiedad.

Me da mucho miedo experimentarla, con el tiempo aprendí a sentirla y controlarla hasta cierto punto, pero en ocasiones vuelve de golpe y sin previo aviso dispuesta a morder en aquellas zonas donde la piel está más sensible, escucho en mi interior un montón de alarmas sonando a la vez como si me estuvieran intentando proteger a toda costa de un ataque externo que en realidad no está ocurriendo, mi corazón empieza a bombear sangre con mayor velocidad como si en cualquier momento fuéramos a echar a correr y mis pulmones se encogen sobre sí mismos dificultándome la tarea de respirar con libertad, mi cuerpo se convierte como en una especie de banco que acaba de activar todas las medidas de seguridad ante la presencia de unos ladrones malvados, pero fuera no hay ladrones, no hay nada más que silencio y un puñado de recuerdos activándose de nuevamente. 

Me tumbo boca arriba, cierro los ojos y sigo respirando despacio, "vete ya" suplico mientras me dura la ansiedad, mientras tanto descubro que todo esto lo ha generado un puñado de recuerdos de una de esas historias que se cuentan con un nudo en la garganta. 

Al cabo de unos minutos mi llanto va cesando, consigo respirar mejor y me siento algo liberada, entonces descubro que sí, que ojalá se vaya la ansiedad en algún momento del todo o logre controlarla mejor, pero descubro que mi propia cabeza me engañaba y que no me iba a morir por permitirme sentir lo que estaba sintiendo y que al final, todas estas historias interconectadas son una parte de mí y en ocasiones el mayor esfuerzo y el mayor acto de valentía es ese, atreverse a sentirlas de nuevo con la seguridad de que podrás seguir respirando después. 

Canción mientras escribía esto: Estoy hecho de pedacitos de ti; de Antonio Orozco. 

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