sábado, 16 de julio de 2022

Búscate amigas que te recuerden que eres libre

Todavía ahora mi madre en ocasiones me sigue diciendo como reprimenda que tengo la cabeza en las nubes, yo observo mi alrededor algo desconcertada y asustada ante lo que veo y me  agradezco el tener la cabeza en las nubes. 

Me niego a que los miedos, de otros o propios, sean las manos que controlan mis movimientos y, en definitiva, mi vida, que no quiero perder mi visión curiosa, ilusionada hacia lo desconocido, no quiero que los prejuicios intoxiquen la libertad para avanzar, conocer y ser. 
Quiero romper las fronteras, los despertadores, el sonido del tráfico, la máquina de café de tu oficina y salir volando, me niego a aceptar una rutina estable que me hace infeliz por miedo a que no haya otra opción, si la hay, sé que la hay; cuando todos creían que la tierra era plana nadie se atrevía a llegar con su barca a la línea del horizonte por miedo a caerse hacia abajo cuando llegasen, pero hubo alguien que fue lo suficientemente valiente como para querer ir hasta allí, y eso es lo que quiero yo, comprobar que hay vida allí también.

Prepararse para el futuro dicen, ¿qué futuro?, el futuro que nos espera a todos antes o después es el de comvertirnos en polvo y ser las semillas de las plantas que guardábamos en nuestro interior, no quiero estar en un constante proceso de preparación para el futuro, de alerta o de supervivencia, para mí la vida no tiene que ver nada con eso. 

Yo sólo me someto, cuando deseo, en la cama y únicamente ante quien me quiera libre fuera de ella, porque es así como quiero vivir, libre y sin miedo a la vida. No me vais a engañar y por tanto yo no voy a seguir vuestras aparentes recomendaciones que esconden más veneno y temores que ganas de ayudar de verdad, yo no quiero renunciar a mis sueños, ni poner los pies en el suelo ni mucho menos acostarme pronto porque mañana madrugo.

Yo no quiero tropezar, yo quiero estamparme contra el muro si es eso lo que necesito, quiero madrugar solo por ver el amanecer, quiero emocionarme con la cara al descubierto, quiero besarme con todas aquellas personas que me renuevan cositas aquí dentro, quiero bailar descalza y no preocuparme por el qué pensarán, quiero enamorarme sin miedo a que pueda salir mal, quiero que los acordes de una guitarra me acaricien por dentro, quiero recitales de poesía, manifestaciones en las que lleve la voz cantante quien estuvo obligado a estar en silencio durante años, quiero creer en el amor y en las personas, en mí y en mis amigas, emborracharnos, cuidarnos y querernos, aprender cómo se hace, mirar a la chica del espejo y sacarle los colores, quiero celebrar la vida con ellas y quiero vivirla como queramos y no como nos recomiendan hacer, quiero ser libre y quiero serlo de verdad. 

La vida es algo más que tenerle miedo a la propia vida, y yo quiero eso, coger a los miedos de la mano, besarles en la frente con cariño y demostrarles que ya no hace falta que me protejan tanto, que ya he estado en el lodo, que ya me he estampado contra el muro, que ya he dicho te quiero a quien tenía las maletas en la puerta, que ya he llorado hasta quedarme dormida y que ya me he sentido invisible y sola al pedir ayuda, y no he muerto, sigo aquí, decido vivir, decido acostarme con la vida, correrme cada vez que esta me lance por los aire y llegar al orgasmo cuando lea este relato como señal de victoria o, al menos, como señal de que lo estoy haciendo bien, aunque no sea como me recomendaban esos monstruos a los que llamábamos adultos de pequeños y en los que ahora nos intentan transformar si no estamos lo suficientemente atentos como para evitarlo.

Elijo la vida, elijo vivir sin miedo, me elijo a mí ante que a nada, elijo ser feliz siendo tal y como soy. 

Mi psicóloga me sigue observando algo emocionada, mi abuelo me admira desde ahí arriba asombrado y sonriente y ambos me dicen a la vez:

Sal ahí fuera y arrasa con todo, tú puedes.

Último beso a esos miedos con la esperanza de que se vayan haciendo pequeños, –mirar lo que voy a hacer–, les digo sonriendo.

Y ahí salgo, a la vida que quiero vivir y no a la que me aconsejaron vivir, es mía, y voy a disfrutar del derecho de hacer con ella lo que desee, que ganas tenía de volver a encontrarme. 

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