viernes, 29 de julio de 2022

La carta que jamás llegué a enviarte


A mí me dolió sentirme tan invisible y, finalmente, tan prescindible, asumo mi parte de la culpa, debería haber hablado contigo mucho antes, dejar de cargar con esa sonrisa eterna y decirte que íbamos a toda ostia contra un muro, o al menos así lo sentía yo.

Sabía que no podría soportar las lesiones, que esto era un último intento de encontrar a solas las formas de seguir abrazándote sin sentir dolor, pero ahí está el problema, que nunca te llegué a pedir ayuda, que no te conté nunca nada de esto por miedo a asustarte, y al final no me quedó otra que alejarme y cuidarme bien, siento las formas, no me siento orgullosa de como actúe, no sabía ni tenía los recursos para hacerlo, pero me hubiera encantado que me pusieras algo más difícil el irme, no sé si tú querías que me fuera, no te culparía si así fuera, pero te aseguro que yo no quería irme aunque lo necesitase para liberarme, o al menos no quería que todo terminase así. 

Aún así te lo agradezco, de verdad, te agradezco todo lo que me enseñaste consciente o inconscientemente de los vínculos y de cómo mantenerlos; a partir de ese momento empecé a comunicarme más, a llorar al descubierto, a dejarme consolar por otros más a fondo y de manera más sincera, reconocer mis emociones desagradables, normalizar el decir que no estaba bien y, en definitiva, ser más sincera conmigo y con el resto, es mentira eso de que no se puede sacar nada del dolor, yo saqué todo esto junto a la promesa de que jamás volvería a perder a alguien por miedo, porque eso fue lo que me obligó a escapar, el miedo a mostrar ese lado más humano, más real y más caótico y la incredulidad de que aún conociendo esos aspectos querrías seguir estando a mi lado. 

Las semanas y meses siguientes fueron períodos duros de limpieza y reconstrucción aquí dentro, te eché de menos más que a mí misma, quise muchos días darte una explicación, disculparme o pedirte yo esa explicación, pero me daba pánico hacerlo, el llanto en muchas ocasiones me impidió hablar con claridad y con el tiempo fui sintiéndome realmente liberada, me sentía como si llevara mucho tiempo de pie en mitad de un desierto y nadie lo supiera, ahora sentía que respiraba mejor, que ya no iba a ocurrir nada malo al haber ocurrido ya lo peor que me imaginaba, y estos fueron potentes refuerzos para dejar pasar el tiempo y que cada vez me importase menos todo lo sucedido, aunque no haya dejado de arañar en ciertos días de bajón.

Hace poco he dado otro paso importante en ese proceso de crecimiento y reconstrucción, he dejado de sentirme la peor persona del mundo por no haberme despedido de ti, durante meses preferí sentirme yo la única culpable de todo esto para evitar tener que romper con la imagen algo idealizada que tenía de ti, a mí me hubiera gustado hablar contigo, darte una explicación, pero no me atreví a hacerlo, mi psicóloga a modo de consuelo me dijo que hice las cosas lo mejor que pude con los recursos que tenía, no sé si fue verdad, pero consiguió hacerme sentir mejor. 
No diría para nada que eres una mala persona, no lo creo, creo que me enamoré hasta las trancas de un persona complicada, pero al final...
¿quien no lo es?. 

Me pareciste y me pareces preciosa después de todo, no hicimos las cosas bien en muchos momentos, pero no por ello me arrepiento de cada instante de felicidad que compartimos, creo que el mayor acto de amor que puedes hacer cuando eres consciente de que no estás bien con alguien y no te sientes preparada para intentar cambiar las cosas es irte, y eso hice.


Pasó el tiempo y todo empezó a mejorar, soy una persona completamente distinta a la que fui en su momento y me siento enórmemente orgullosa de todos los pasos que he ido dando, alguna que otra vez tu recuerdo aparece para arañar zonas sensibles y en otras ocasiones es el abrazo o empujón para lanzarme y hacerlo , así que gracias por seguir ahí aunque ya nada sea igual, espero y deseo que poco a poco vayas logrando cada sueño y cada ilusión que me contaste que tenías, te lo mereces por todo lo que me enseñaste, por haber sido una mano importante en mi crecimiento personal y por la ilusión que me transmitías siempre que gritabas mi nombre, fui a tu lado la persona más feliz del mundo en esos instantes, así que gracias por todo lo que hiciste aquí dentro y alrededor.

Te quiero y te deseo lo mejor ♡









jueves, 28 de julio de 2022

Acto de rebeldía

Me voy a permitir enfadarme si algo me hace daño porque tengo derecho a que las cosas me duelan y no restarle importancia. 

Me voy a permitir el derecho de comunicar cuando la cagas o cuando me has herido, por amor a ti y sobre todo a mí.

Me voy a permitir besarme con cada persona con la que quiera hacerlo sin ningún tipo de tabúe ni de vergüenza.

Me voy a permitir llorar al descubierto y reconocer la existencia de la emoción que esté experimentando.

Me voy a permitir dejarme ver y consolar por otros igual que yo lo hice con ellos.

Me voy a permitir amar mis michelines, las marcas de mi pecho, mis pelos, mis arañazos en las piernas y mis granos en la espalda sin importar que me digan desde fuera.

Me voy a permitir emborracharme y perrearlo hasta el suelo con mis amigas sin importar el qué dirán de otras personas.

Me voy a permitir el lujo de coger al miedo de la mano y hacerlo igualmente, porque con o sin temores es lo que quiero hacer. 

Me voy a permitir reconocer mis fallos, mis demonios y mi falta de conocimientos en el área del amor para ser conscientes después de todo lo que he conseguido, lo que hemos conseguido.

Me voy a permitir romper con el amor romántico, ese que me hizo sentir que no valía, y creeré fielmente en el amor que siento cuando la veo sonreír, esto sí que es amor verdadero.

Me voy a permitir romper todo el juego de la vajilla y no sólo un plato si es lo que necesito, que a Eva se la ve como la mala por haber mordido la manzana, pero en realidad su acto de curiosidad dio paso a todo lo demás.

Me voy a permitir llamar gilipollas, subnormal y todos los insultos que se me ocurran a ese baboso que me acaba de gritar cuando llegaba a mi portal que me iba a romper el coño porque estoy harta y porque lo que no voy a volver a hacer es quedarme callada.

Me voy a permitir sentirme feliz cuando vea triunfar a las personas de mi alrededor y a quienes ya no están a mi lado, a estas últimas me he preguntado muchas veces que les diría si tuviera la valentía suficiente y creo que ya lo sé: gracias por todo, ojalá algún día volver a encontrarnos, hasta entonces te deseo toda la felicidad que tu me hiciste sentir a mí en momentos. 

Me voy a permitir reconocer que sí es posible estar enamorada de alguien y querer comerse a varias personas de vez en cuando, que esto es lo que siento y que es igual de válido a quienes no lo sienten así. 

Me voy a permitir disculparme y perdonarme, porque soy quien más se merece una disculpa y, paradójicamente soy quien menos ha recibido ese "perdón", perdóname por haberte culpado de cosas que no tenias la culpa y, sobre todo, perdóname por haber tenido más miedo a perder a otros antes que a ti.

Me voy a permitir la libertad, el derecho de serlo y la obligación de ponerla en práctica cada día, porque durante muchos años fui como un ave encerrada en una jaula con la puerta abierta y sin salir pese a la envidia que sentía al ver al resto volar libremente. Pasaron muchos años y llegué a pensar que jamás saldría de ahí porque no sabía volar, o eso creía. 

Pero un día la jaula se rompió, un día perdí a la persona que más quería, un día salí al centro y bailé todo lo que quería y más, un día la chica más guapa de la fiesta me besó, un día me dijeron que no les gustaba mi cuerpo, un día me quisieron para un polvo cuando lo que yo quería era un abrazo, un día me descubrí un poco ante mi madre, un día todo se fue a la mierda y lloré, por miedo y ante la incertidumbre de qué pasaría, pero ¿sabéis que es lo mejor?, que no me morí y que paradójicamente el día que todo se me fue a la mierda fue el día que descubrí que sabía volar.


Por esto y por mucho más me lo voy a permitir; ser libre, ser feliz y, sobre todo, ser, nunca he tenido tantas ganas y tanto miedo como ahora, pero sé que puedo salir volando de esta jaula y ser yo quien me baje la luna hoy, porque antes de nada y de nadie estoy yo, y esto no debo ni puedo volver a olvidarlo nunca.

Me lo voy a permitir y me da igual lo que me digan los de ahí fuera. 



sábado, 23 de julio de 2022

Puta Ansiedad

 

Estoy hecha de pedacitos de muchas historias distintas e interconectadas ente sí, la vivencia de todas ellas han participado en parte de quien soy hoy y sobre mi cuerpo se ha ido creando un mapa de emociones y recuerdos que, aunque no se vean, existen.

Tengo tatuadas con tinta invisible historias que me hicieron sentir especial, querida y, en definitiva, feliz, pero también tengo otro tipo de historias tatuadas, son historias que arrasaron con todo como las llamas de un incendio, devoraron la aparente seguridad y confianza que crecía despacio pero sin pausa y asustaron a la niña interior que habita aquí dentro de formas tan agresivas y sutiles a la vez que hasta llegó a pensar que era ella la única culpable de lo que ocurría a su alrededor. 

En ocasiones, en días muy buenos y tras muchas sesiones de introspección y autocuidados fantaseo con la idea de que lo único que guardo de estas últimas historias son los aprendizajes y el crecimiento personal que logré hacer tras ella, pero no es así, guardo los recuerdos emocionales de estas historias de forma visceral y mi cuerpo así me lo recuerda a través del llanto al hablar de ciertos temas, a través del nerviosismo o el temblor de mis piernas en algunas circunstancias y a través de la maldita ansiedad.

Me da mucho miedo experimentarla, con el tiempo aprendí a sentirla y controlarla hasta cierto punto, pero en ocasiones vuelve de golpe y sin previo aviso dispuesta a morder en aquellas zonas donde la piel está más sensible, escucho en mi interior un montón de alarmas sonando a la vez como si me estuvieran intentando proteger a toda costa de un ataque externo que en realidad no está ocurriendo, mi corazón empieza a bombear sangre con mayor velocidad como si en cualquier momento fuéramos a echar a correr y mis pulmones se encogen sobre sí mismos dificultándome la tarea de respirar con libertad, mi cuerpo se convierte como en una especie de banco que acaba de activar todas las medidas de seguridad ante la presencia de unos ladrones malvados, pero fuera no hay ladrones, no hay nada más que silencio y un puñado de recuerdos activándose de nuevamente. 

Me tumbo boca arriba, cierro los ojos y sigo respirando despacio, "vete ya" suplico mientras me dura la ansiedad, mientras tanto descubro que todo esto lo ha generado un puñado de recuerdos de una de esas historias que se cuentan con un nudo en la garganta. 

Al cabo de unos minutos mi llanto va cesando, consigo respirar mejor y me siento algo liberada, entonces descubro que sí, que ojalá se vaya la ansiedad en algún momento del todo o logre controlarla mejor, pero descubro que mi propia cabeza me engañaba y que no me iba a morir por permitirme sentir lo que estaba sintiendo y que al final, todas estas historias interconectadas son una parte de mí y en ocasiones el mayor esfuerzo y el mayor acto de valentía es ese, atreverse a sentirlas de nuevo con la seguridad de que podrás seguir respirando después. 

Canción mientras escribía esto: Estoy hecho de pedacitos de ti; de Antonio Orozco. 

viernes, 22 de julio de 2022

Benedetti a veces acierta de lleno

 

No te rindas


No te rindas, aún estás a tiempo

de alcanzar y comenzar de nuevo,

aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,

liberar el lastre, retomar el vuelo.


No te rindas que la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros y destapar el cielo.


No te rindas, por favor no cedas,

aunque el frio queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se esconda y se calle el viento,

aun hay fuego en tu alma,

aun hay vida en tus sueños,

porque la vida es tuya y tuyo tambien el deseo,

porque lo has querido y porque te quiero.


Porque existe el vino y el amor, es cierto,

porque no hay heridas que no cure el tiempo,

abrir las puertas quitar los cerrojos,

abandonar las murallas que te protegieron.


Vivir la vida y aceptar el reto,

recuperar la risa, ensayar el canto,

bajar la guardia y extender las manos,

desplegar las alas e intentar de nuevo,

celebrar la vida y retomar los cielos,


No te rindas por favor no cedas,

aunque el frio queme,

aunque el miedo muerda,

aunque el sol se ponga y se calle el viento,

aun hay fuego en tu alma,

aun hay vida en tus sueños,

porque cada dia es un comienzo,

porque esta es la hora y el mejor momento,

porque no estas sola,

porque yo te quiero.


Tal vez ese sea el pequeño gran truco para llevarlo todo mejor, dejarse querer también cuando el frío queme, cuando el miedo muerda y cuando el sol se haya puesto, y recordar que eso es parte del proceso de ser reales, de ser humanos, recordando así que hasta en esos momentos seguimos siendo merecedores de amor porque a veces lo que más miedo da es esconder en nuestro interior aquellas tormentas que nos hacen humanos y que merecen ser compartidas. 

sábado, 16 de julio de 2022

Búscate amigas que te recuerden que eres libre

Todavía ahora mi madre en ocasiones me sigue diciendo como reprimenda que tengo la cabeza en las nubes, yo observo mi alrededor algo desconcertada y asustada ante lo que veo y me  agradezco el tener la cabeza en las nubes. 

Me niego a que los miedos, de otros o propios, sean las manos que controlan mis movimientos y, en definitiva, mi vida, que no quiero perder mi visión curiosa, ilusionada hacia lo desconocido, no quiero que los prejuicios intoxiquen la libertad para avanzar, conocer y ser. 
Quiero romper las fronteras, los despertadores, el sonido del tráfico, la máquina de café de tu oficina y salir volando, me niego a aceptar una rutina estable que me hace infeliz por miedo a que no haya otra opción, si la hay, sé que la hay; cuando todos creían que la tierra era plana nadie se atrevía a llegar con su barca a la línea del horizonte por miedo a caerse hacia abajo cuando llegasen, pero hubo alguien que fue lo suficientemente valiente como para querer ir hasta allí, y eso es lo que quiero yo, comprobar que hay vida allí también.

Prepararse para el futuro dicen, ¿qué futuro?, el futuro que nos espera a todos antes o después es el de comvertirnos en polvo y ser las semillas de las plantas que guardábamos en nuestro interior, no quiero estar en un constante proceso de preparación para el futuro, de alerta o de supervivencia, para mí la vida no tiene que ver nada con eso. 

Yo sólo me someto, cuando deseo, en la cama y únicamente ante quien me quiera libre fuera de ella, porque es así como quiero vivir, libre y sin miedo a la vida. No me vais a engañar y por tanto yo no voy a seguir vuestras aparentes recomendaciones que esconden más veneno y temores que ganas de ayudar de verdad, yo no quiero renunciar a mis sueños, ni poner los pies en el suelo ni mucho menos acostarme pronto porque mañana madrugo.

Yo no quiero tropezar, yo quiero estamparme contra el muro si es eso lo que necesito, quiero madrugar solo por ver el amanecer, quiero emocionarme con la cara al descubierto, quiero besarme con todas aquellas personas que me renuevan cositas aquí dentro, quiero bailar descalza y no preocuparme por el qué pensarán, quiero enamorarme sin miedo a que pueda salir mal, quiero que los acordes de una guitarra me acaricien por dentro, quiero recitales de poesía, manifestaciones en las que lleve la voz cantante quien estuvo obligado a estar en silencio durante años, quiero creer en el amor y en las personas, en mí y en mis amigas, emborracharnos, cuidarnos y querernos, aprender cómo se hace, mirar a la chica del espejo y sacarle los colores, quiero celebrar la vida con ellas y quiero vivirla como queramos y no como nos recomiendan hacer, quiero ser libre y quiero serlo de verdad. 

La vida es algo más que tenerle miedo a la propia vida, y yo quiero eso, coger a los miedos de la mano, besarles en la frente con cariño y demostrarles que ya no hace falta que me protejan tanto, que ya he estado en el lodo, que ya me he estampado contra el muro, que ya he dicho te quiero a quien tenía las maletas en la puerta, que ya he llorado hasta quedarme dormida y que ya me he sentido invisible y sola al pedir ayuda, y no he muerto, sigo aquí, decido vivir, decido acostarme con la vida, correrme cada vez que esta me lance por los aire y llegar al orgasmo cuando lea este relato como señal de victoria o, al menos, como señal de que lo estoy haciendo bien, aunque no sea como me recomendaban esos monstruos a los que llamábamos adultos de pequeños y en los que ahora nos intentan transformar si no estamos lo suficientemente atentos como para evitarlo.

Elijo la vida, elijo vivir sin miedo, me elijo a mí ante que a nada, elijo ser feliz siendo tal y como soy. 

Mi psicóloga me sigue observando algo emocionada, mi abuelo me admira desde ahí arriba asombrado y sonriente y ambos me dicen a la vez:

Sal ahí fuera y arrasa con todo, tú puedes.

Último beso a esos miedos con la esperanza de que se vayan haciendo pequeños, –mirar lo que voy a hacer–, les digo sonriendo.

Y ahí salgo, a la vida que quiero vivir y no a la que me aconsejaron vivir, es mía, y voy a disfrutar del derecho de hacer con ella lo que desee, que ganas tenía de volver a encontrarme. 

domingo, 3 de julio de 2022

Esquivarnos la mirada ya no funciona más


He descubierto algo tan terrorífico como comprensible y es que no siempre ayudo o estoy ahí para las personas porque me sienta realizada por ello, en muchas ocasiones es así y disfruto mucho estando disponible para las personas que me necesiten, pero en otras ocasiones estoy para escapar de mí misma, para no tener que reconocer mis heridas por miedo a la frustración que sentiría al observar que no todas están tan curadas y desinfectadas como creía en un principio.
Actuó como en las oficinas en las que estoy de prácticas, a toda velocidad, sin parar, pienso y actúo rápido para dar respuesta a todas las emergencias que nos lleguen y hablo mucho con quienes necesitan palabras de aliento, de esperanza o de alivio, lo importante es que haya el suficiente ruido externo como para no escuchar el interno. 
Cuando salí de terapia recuerdo que aprendí muy bien a estar sola y a permitirme escuchar ese ruido interno, pero estos últimos meses han sido toda una montaña rusa emocional y he dejado de practicar eso de cómo era escucharse a una misma también.

Permanezco atenta al ruido externo a la vez que me tiemblan las piernas ante el miedo de las consecuencias de estar descuidando a la niña asustadiza e ilusionada que habita en el lado izquierdo de mi pecho. Llega el silencio mientras voy en el bus con una canción lenta de Andrés Suárez y entonces escucho una voz procedente de aquí dentro que pregunta con cierta tristeza: "¿A mí cuando me toca?".

Entonces ambas nos ponemos a llorar, le confieso que me da miedo y me confiesa que ella también lo tiene, pero aún así no podemos seguir esquivándonos  cada vez que coincidimos, así que decidimos sentarnos juntas en esa mesa del fondo y ponernos a hablar, hacía mucho tiempo que no lo hacía y hay muchas cosas que necesitan ser limpiadas o arregladas. 

Menos mal que se acerca el verano y tendremos más tiempo para nosotras, ambas lo necesitábamos urgentemente.