jueves, 12 de mayo de 2022

No me preguntes


Me echo de menos, echo de menos a la persona que soy cuando soy feliz porque hace tiempo que los días no son más que una tediosa rutina que llevo a cabo por compromiso u obligación, pero no por autorrealización o disfrute.
Y lo siento, esto lo siento, siento la ausencia prolongada de motivación, de refuerzos positivos o de ganas de moverme y me duele porque recuerdo a la persona que soy cuando soy feliz,  y es muy distinta a la persona que ahora veo reflejada en el espejo. 
Intento contestar algo diferente a "bien" cuando me preguntan cómo estoy pero la mayoría de veces no me sale por miedo a que el mar de miedos y preocupaciones se desborde desde mi mirada hasta el lado izquierdo de tu pecho, mi mirada es algo más apagada según mi opinión y algo más realista según la opinión de los adultos que perdieron a su niña interior. 
Intento coger aire y me siento tranquila cuando lo consigo, supongo que es un pequeño refuerzo positivo de las personas que convivimos con ansiedad.
Tengo un papel que asegura que soy psicóloga, todavía no me lo creo del todo y ni siquiera tengo ganas de ir a por ese papel; me hablan de hipotecas, de contratos laborales, de licencias y permisos, de una rutina que yo no quiero tener, pero, ¿acaso sé que quiero?, ¿qué pasa si no lo sé?, ¿qué pasa si el tiempo pasa?, ¿por qué debo llevar el mismo ritmo que otros si cada uno somos diferentes?.
Me tumbo en el suelo del baño, está frío y me ayuda a respirar y a llorar sin control sin saber exactamente por qué lo hago. 
Me siento perdida de cojones, pero sobre todo me echo de menos porque me acuerdo mucho de cómo soy cuando soy feliz. 
Ojalá que el tiempo se parase de golpe y poder tumbarme en la hierba, escuchar mis canciones preferidas, escribir sin parar y jugar con las mariposas y las flores, con eso os juro que bastaría, con eso sería suficiente. 

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