sábado, 14 de agosto de 2021

Si la vierais sonreír lo entenderíais


Y de pronto te encuentras sonriendo como una idiota con el sonido de la respiración de una de esas personas especiales a través de tu teléfono, eliminando, mágicamente, todos los kilómetros que os separan y abrazándote con tanto amor que hasta alguna lágrima confiesa que no te creías que esto pudiera ocurrir.

Besa con sus labios cada herida pasada, toca una canción lenta en el piano de tus costillas haciendo que tú añadas la letra y recorre con su lengua cada centímetro de tu cuerpo desactivando todos tus mecanismos de defensa, derritiendo tus corazas y tentándonte a jugar a ser el funambulista que recorre un vacío en el que una mirada dulce y a la vez hambrienta se convierte en tu línea de vida, y en razón más que suficiente para echar un pulso a los miedos y que un gemido entrecortado haga que estos tiemblen de pánico al ver como el placer y la felicidad agarran corazón y entrañas y se besan con tanto amor que parece que nunca hubiesen sufrido daños en combate.
Tu cuerpo se convierte en el lienzo de obras maestras que aún no han sido creadas y mis dedos dibujan sobre tu espalda una carta de amor que quemaré después con mi lengua, mientras tus gemidos me confirman que ya la han leído y que menuda pasada sentir esto que sentimos cada vez que nuestras miradas se encuentran encubiertas en un "sin querer" que contiene más deseo del que creímos que podríamos controlar.
Jugamos a ser niñas perdidas de NuncaJamás que no quieren ser encontradas y nos planteamos quedarnos allí a vivir, que desde aquí todo es más sencillo, menos complicado; acordamos un punto común al que regresar si nos perdemos y varias estrellas se emocionan al vernos bailar con libertad sin que ello implique dificultad alguna, no sé exactamente cómo lo hacemos, pero lo hacemos bastante bien para la poca experiencia que tenemos.
Me pierdo en ti mientras tú besas unas mejillas enrojecidas y siento que exploto por los aires mientras descubro que sí que es posible llegar las nubes impulsándome lo suficiente desde ese columpio de tus labios que, aunque no sea muy grande, es el tuyo, y por eso mismo yo no quiero bajarme aún de aquí.
Sigo escuchando tu respiración, en ocasiones más acelerada, otras más pausada, me pasaría horas escuchándola y fantaseando sobre cómo sería contarte todo esto, contarte que no sé qué estamos haciendo, pero que te quedes cinco minutos más, después otros cinco y otros cinco más, y con un poco de suerte que siempre tengas más ganas de quedarte que de irte

No hay comentarios:

Publicar un comentario