viernes, 6 de agosto de 2021

Los miedos aprietan, pero no ahogan


Los miedos son unos hijos consentidos de mierda que te montan una rabieta o que lo destrozan todo a su alrededor en cuanto sienten el más mínimo sentimiento de abandono; les intentas explicar que ya no, que en su momento fueron el centro de tu universo, pero que ahora deben respetar tus límites y entender que en tu vida hay asuntos que merecen más la atención que ese conjunto de sensaciones desagradables que te interrumpen el sueño, estos se enfadan y hacen ruido, tanto como les hayas permitido hacer a lo largo de su crecimiento y te exigen que los abraces, que los beses y que los mimes aunque lo que desees sea su ausencia.
No lo haces, resistes y acudes a otros reinos en busca de soldados valientes para la batalla que no teman perder su vida, la gente de las aldeas cercanas a palacio te ofrecen asilo y comida para que recuperes fuerzas, las necesitarás, los más pequeños te vuelven a hacer creer en las hadas y una ardilla de los bosques te enseña en un espejo el reflejo de una chica preciosa que sonríe asombrada ante trucos de magia que no tienen trucos, sino pequeñas dosis de eso que llaman amor, el mismo que has empezado a sentir sin querer mientras bailabas una canción, olvidando que no sabes bailar. 
Todo iba bien hasta que un cuervo te observó de lejos y te escuchó de cerca, descubrió tu fuerza, descubrió que habías conocido a la chica del espejo, algo muy peligroso para los miedos a los que te ibas a enfrentar, este dio voz de alarma; agarraste tu caballo y viajaste veloz noche y día intentando llegar antes, intentando estar preparada para hacer frente a una batalla ante la que todavía no estabas preparada. El miedo entró por la puerta y el amor salió por la ventana, ¿qué narices?, no salió por la ventana, se quedó y su estancia fue tu desgracia instantánea y tu gran suerte en unos días.
Lo destrozaron, lo rompieron todo y amenazaron a la gente que te había ofrecido ayuda diciendo que ellos serían sus primeras víctimas si se quedaban, la mayoría se fueron, pero se quedaron algunos y entonces fuiste tú quien exijiste su desalojo ante el pánico de ver llenas de sangre las casas que sentiste como hogares, hay ignorantes que dicen que los miedos se apoderaron de ti haciéndote iguales que ellos, pero no fue así, no del todo, se apoderaron de ti, pero fue un acto de amor a corto plazo tu huida, un amor que sería tu verdadera coraza los próximos meses. 
Vas a pasar frío, pero no vas a morir de frío, vas a pasar hambre, pero no vas a morir de hambre, vas a sentirte tentada a levantar ese pañuelo blanco en algunos momentos de la feroz batalla, pero no lo harás, tú no, pero sobre todo va a ser una profunda soledad con la que jueguen los miedos para hacerte sentir pequeña, esa que tantas otras veces has evitado a todo pulso.
Mírate, un campo enorme en completo silencio, los primeros rayos de sol salen y se escucha el trote de los caballos llevando consigo a un ejército de miedos dispuestos a devorarte, te tiemblan las piernas y el nudo de tu estómago te regaña por dentro por haber alejado a esos reinos que querían estar hoy a tu lado, recuerda que la soledad va a ser la arma estrella con la que te ataquen sin piedad, pero no caigas, no te engañes, a tus espaldas y escondido en ese bosque frondoso hay alguna ardilla y varias aldeas escondidas viéndote con seguridad en ese campo de batalla, lo vas a conseguir, esta es tu batalla, por eso no estamos ahí, pero estamos a tu lado, aunque no quieras.
Faltan segundos para que empiece todo, los miedos se ríen seguros de su victoria y tú tiemblas al creerles, pero algo en tu interior pega un grito de guerra y te hace salir galopando hacia delante, los miedos en ocasiones tienen la capacidad de hacernos retroceder, de hacernos creer que volverán a controlar(nos) para siempre, pero cariño, en esta partida el jaque mate lo vas a decir tú, confía en ti, eres la única que queda por hacerlo. 

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