viernes, 27 de agosto de 2021

Primavera

Yo quiero un futuro lleno de flores y de amor, con eso es suficiente, del resto me encargo yo.
Quiero que me regalen flores sin ser 14 de Febrero con unas manos temblorosas, con el corazón  en un puño y con mis labios ralentizando su ritmo cardíaco asegurándole que aquí está a salvo, quiero que me regalen flores antes de salir de casa al despertar, encontrarme el pétalo de una amapola entre las páginas de uno de mis libros y recibir un beso después, quiero llenarme el cabello de flores y que el viento las haga volar bien alto, quiero dibujos de flores en la nevera, flores por el pasillo con olor a café recién hecho, y flores dibujadas entre mis lunares, bailando al ritmo de una balada lenta mezclada con algún que otro gemido, quiero vestir mi cuerpo con flores, disculparme con él y que la primavera haga el resto, quiero una corona de flores y sentirme en cualquier bosque perdida la ninfa más preciosa del reino, quiero flores volando a mi alrededor mientras me río porque hacía tiempo que no era tan feliz, quiero margaritas con las que jugar a eso del amor y que un beso me confirme que te quedas aquí cerquita, a mi lado, con eso es suficiente.
Quiero bailar, cantar, correr y, sobre todo, sentirlo todo bien dentro de mí, quiero que el amor haga conmigo lo que la primavera hace con las flores, que me lance por los aires sin avisar y que las mariposas jueguen con mi piel de gallina mientras me descubro ganando el pulso a los miedos y logrando disfrutar del vuelo. 
Quiero flores en mi vida, quiero jugar con ellas, vestirme con ellas y lanzarlas por los aires mientras soy feliz aquí y ahora por fin, quiero que nunca terminen las canciones y mis ganas de cantarlas, quiero seguir creyendo en la magia y en el amor como siempre he hecho, quiero seguir emocionándome con tanta facilidad, quiero decirle a mi yo de hace unos años que elegía flores bonitas para regalar y que escribía cartas a mano que lo está haciendo muy bien, que al verla vuelvo a creer en el amor.
Quiero una vida llena de flores hasta cuando me toque bailar bajo las tormentas más violentas, ahí también las quiero para recordar que esos momentos también son necesarios, que no hay tormenta que pueda frenar la primavera y que no hay que olvidarse de que sin ellas no podrían, no podríamos crecer.
Quiero flores, quiero muchas flores y quiero que algún día en vez de arrancarlas me saquen a bailar en mitad de un campo abarrotado de flores mientras me susurran un "Te quiero", enseñándome así de la manera más bonita posible qué es eso del amor.
Quiero sentir tanto amor y tener tantas flores tanto fuera como dentro de mí que cuando abandone este mundo nadie tenga la necesidad de llevarme flores a menudo porque ya me las regalaron todas ellas en vida.
No me lleves flores a mi tumba o a donde esté mi envoltorio, que eso lo hace cualquiera, muéstramelas ahora creciendo en una tierra fértil mientras las margaritas se emocionan al ver que ya hemos dejado de arrancar sus pétalos para averiguar si nos quieren bien.
Ven, corre conmigo, este campo lleno de flores nos está pidiendo un último baile antes de que sea tarde. 

sábado, 14 de agosto de 2021

Si la vierais sonreír lo entenderíais


Y de pronto te encuentras sonriendo como una idiota con el sonido de la respiración de una de esas personas especiales a través de tu teléfono, eliminando, mágicamente, todos los kilómetros que os separan y abrazándote con tanto amor que hasta alguna lágrima confiesa que no te creías que esto pudiera ocurrir.

Besa con sus labios cada herida pasada, toca una canción lenta en el piano de tus costillas haciendo que tú añadas la letra y recorre con su lengua cada centímetro de tu cuerpo desactivando todos tus mecanismos de defensa, derritiendo tus corazas y tentándonte a jugar a ser el funambulista que recorre un vacío en el que una mirada dulce y a la vez hambrienta se convierte en tu línea de vida, y en razón más que suficiente para echar un pulso a los miedos y que un gemido entrecortado haga que estos tiemblen de pánico al ver como el placer y la felicidad agarran corazón y entrañas y se besan con tanto amor que parece que nunca hubiesen sufrido daños en combate.
Tu cuerpo se convierte en el lienzo de obras maestras que aún no han sido creadas y mis dedos dibujan sobre tu espalda una carta de amor que quemaré después con mi lengua, mientras tus gemidos me confirman que ya la han leído y que menuda pasada sentir esto que sentimos cada vez que nuestras miradas se encuentran encubiertas en un "sin querer" que contiene más deseo del que creímos que podríamos controlar.
Jugamos a ser niñas perdidas de NuncaJamás que no quieren ser encontradas y nos planteamos quedarnos allí a vivir, que desde aquí todo es más sencillo, menos complicado; acordamos un punto común al que regresar si nos perdemos y varias estrellas se emocionan al vernos bailar con libertad sin que ello implique dificultad alguna, no sé exactamente cómo lo hacemos, pero lo hacemos bastante bien para la poca experiencia que tenemos.
Me pierdo en ti mientras tú besas unas mejillas enrojecidas y siento que exploto por los aires mientras descubro que sí que es posible llegar las nubes impulsándome lo suficiente desde ese columpio de tus labios que, aunque no sea muy grande, es el tuyo, y por eso mismo yo no quiero bajarme aún de aquí.
Sigo escuchando tu respiración, en ocasiones más acelerada, otras más pausada, me pasaría horas escuchándola y fantaseando sobre cómo sería contarte todo esto, contarte que no sé qué estamos haciendo, pero que te quedes cinco minutos más, después otros cinco y otros cinco más, y con un poco de suerte que siempre tengas más ganas de quedarte que de irte

viernes, 6 de agosto de 2021

Los miedos aprietan, pero no ahogan


Los miedos son unos hijos consentidos de mierda que te montan una rabieta o que lo destrozan todo a su alrededor en cuanto sienten el más mínimo sentimiento de abandono; les intentas explicar que ya no, que en su momento fueron el centro de tu universo, pero que ahora deben respetar tus límites y entender que en tu vida hay asuntos que merecen más la atención que ese conjunto de sensaciones desagradables que te interrumpen el sueño, estos se enfadan y hacen ruido, tanto como les hayas permitido hacer a lo largo de su crecimiento y te exigen que los abraces, que los beses y que los mimes aunque lo que desees sea su ausencia.
No lo haces, resistes y acudes a otros reinos en busca de soldados valientes para la batalla que no teman perder su vida, la gente de las aldeas cercanas a palacio te ofrecen asilo y comida para que recuperes fuerzas, las necesitarás, los más pequeños te vuelven a hacer creer en las hadas y una ardilla de los bosques te enseña en un espejo el reflejo de una chica preciosa que sonríe asombrada ante trucos de magia que no tienen trucos, sino pequeñas dosis de eso que llaman amor, el mismo que has empezado a sentir sin querer mientras bailabas una canción, olvidando que no sabes bailar. 
Todo iba bien hasta que un cuervo te observó de lejos y te escuchó de cerca, descubrió tu fuerza, descubrió que habías conocido a la chica del espejo, algo muy peligroso para los miedos a los que te ibas a enfrentar, este dio voz de alarma; agarraste tu caballo y viajaste veloz noche y día intentando llegar antes, intentando estar preparada para hacer frente a una batalla ante la que todavía no estabas preparada. El miedo entró por la puerta y el amor salió por la ventana, ¿qué narices?, no salió por la ventana, se quedó y su estancia fue tu desgracia instantánea y tu gran suerte en unos días.
Lo destrozaron, lo rompieron todo y amenazaron a la gente que te había ofrecido ayuda diciendo que ellos serían sus primeras víctimas si se quedaban, la mayoría se fueron, pero se quedaron algunos y entonces fuiste tú quien exijiste su desalojo ante el pánico de ver llenas de sangre las casas que sentiste como hogares, hay ignorantes que dicen que los miedos se apoderaron de ti haciéndote iguales que ellos, pero no fue así, no del todo, se apoderaron de ti, pero fue un acto de amor a corto plazo tu huida, un amor que sería tu verdadera coraza los próximos meses. 
Vas a pasar frío, pero no vas a morir de frío, vas a pasar hambre, pero no vas a morir de hambre, vas a sentirte tentada a levantar ese pañuelo blanco en algunos momentos de la feroz batalla, pero no lo harás, tú no, pero sobre todo va a ser una profunda soledad con la que jueguen los miedos para hacerte sentir pequeña, esa que tantas otras veces has evitado a todo pulso.
Mírate, un campo enorme en completo silencio, los primeros rayos de sol salen y se escucha el trote de los caballos llevando consigo a un ejército de miedos dispuestos a devorarte, te tiemblan las piernas y el nudo de tu estómago te regaña por dentro por haber alejado a esos reinos que querían estar hoy a tu lado, recuerda que la soledad va a ser la arma estrella con la que te ataquen sin piedad, pero no caigas, no te engañes, a tus espaldas y escondido en ese bosque frondoso hay alguna ardilla y varias aldeas escondidas viéndote con seguridad en ese campo de batalla, lo vas a conseguir, esta es tu batalla, por eso no estamos ahí, pero estamos a tu lado, aunque no quieras.
Faltan segundos para que empiece todo, los miedos se ríen seguros de su victoria y tú tiemblas al creerles, pero algo en tu interior pega un grito de guerra y te hace salir galopando hacia delante, los miedos en ocasiones tienen la capacidad de hacernos retroceder, de hacernos creer que volverán a controlar(nos) para siempre, pero cariño, en esta partida el jaque mate lo vas a decir tú, confía en ti, eres la única que queda por hacerlo. 

domingo, 1 de agosto de 2021

Barcos de papel


Sonríe y el mundo se pone a dar vueltas mientras todo se detiene aquí dentro en el segundo exacto en el que cualquiera nos haría una foto al besarnos, es una boca con sabor a mermelada de fresa y tal vez por eso sea imposible no volver a ella mientras sus ojos juguetean con los míos con una aparente seguridad que perderemos ambas en cuanto a alguna le de por acercarse unos centímetros. 

Tu nariz sigue las pistas perdidas de un tesoro oculto en mi columna vertebral y termina en mi clavícula derecha columpiándose unos segundos para alcanzar mi cuello, un cuello que se retuerce despacio al ritmo de esa canción que escriben tus besos continuados, los cuales se esfuerzan por bloquear todos mis pensamientos y así dejarte llevar el control o hacerte creer que lo llevas.

El reloj nos recuerda que tenemos mucho que hacer y que ya vamos tarde, el sonido del microondas lo envuelve todo en una esfera de familiaridad y con un calor que es imposible no disfrutar unos minutos, es como estar inmerso en una rutina de la que decías que no querías formar parte hasta que has visto en la nevera una nota que pone: "¿Vamos a comer al restaurante nuevo de la esquina?, te espero allí a las tres, te quiero. ♡" 

Vuelves a sonreír con tus aparentes aires de seguridad sentada en esa mesa del Ikea y vuelvo a perderme en esa curva tan bonita de tu rostro mientras tus piernas rodean mi cintura con firmeza para evitar que me vaya, acaricio tu cuello mientras te coloco bien el cuello de la camisa, iba bien hasta que mis manos descubren un botón desabrochado, observo el resto mientras una pequeña parte racional dentro de mí me recuerda una lista interminable de cosas que hacer, acaban todos los botones desabrochados y tu piel se eriza velozmente mientras firmo en tu pecho un tratado de paz para que nadie salga ileso, ¿o era herido?, tarde, tu boca juguetea con la mía y me pide asustada que no me vaya ahora, pero me tengo que ir, se me hace tarde, se nos hace tarde. 

Saco mi colacao del microondas, disfruto los grumitos mientras me observas intentando averiguar cómo va eso de la paciencia, tardo apenas unos minutos en terminármelo y te beso rápidamente antes de irme mientras te ríes de algo que no me quieres contar.

Pasan sólo unos segundos y entro apresuradamente de nuevo, me observas sorprendida mientras cojo esa nota de la nevera, freno un momento en seco y te digo con vergüenza: 

- A las tres en el restaurante nuevo de la esquina, yo también te quiero.

No quiero rutinas, no quiero la cotidianidad del día a día, pero durante unos minutos la idea de que nuestra máxima aventura sea ir al cine los fines de semana y nuestro máximo drama elegir muebles nuevos no me ha parecido un mal plan de futuro, repito, no quiero rutinas, sólo que hoy estoy sensible, déjame joder.