martes, 16 de febrero de 2021

Ya dejó de llover, ya podemos salir y volver a jugar


Juguemos a que te echo de menos.
Juguemos a que te lo digo.
Juguemos a que las lágrimas o el miedo no me impiden hablar esta vez.
Y hablemos, hablemos como antes.
Juguemos a que te digo que te quiero,
que para mí eres importante y que no te lo digo porque sé que me sentiré incomoda por tu reacción.
Juguemos a que apareces de repente.
Juguemos a imaginar que te quedas, que no existe una despedida planificada, que tienes una habitación y que quieres quedarte en ella.
Juguemos a que se nos olvide el paso del tiempo.
Juguemos a que todo vuelve a ser fácil, aunque sólo sean 5minutos antes de despertar.
Juguemos a que me abrazas, a que te abrazo, y por favor que no sea el último.
Juguemos a que hay sitio para todos y esta vez no falta nadie.
Juguemos a que te digo que lo conseguí, que te quiero, que eres especial y lo vas a ser el resto de mi vida, pero no eres para mí.
Juguemos a que se nos vuelve a quedar pequeño ese sillón.
Juguemos a viajar a nuestro propio mundo y conocer a todos los seres mágicos que allí habitan.
Juguemos a que sean el sonido de las voces el que llene el espacio.
Juguemos a que algún día sostengo un libro entre mis manos y dentro de él sí que somos eternos.
Juguemos a que esa no es la última canción.
Juguemos a que aún queda otra ronda de chupitos.
Juguemos a que nadie se tenga que ir antes de tiempo.
Juguemos a que de pronto, entre el barullo, suena una carcajada.
Y ahí estás, sosteniendo las llaves de un piso como producto de haber deseado con tanta fuerza verte volver, ya sé que no pasará.
Pero, al menos, el de volver a verte sí se ha cumplido.
Juguemos a que ahí fuera llueve y aquí dentro cada día lo hace con menos frecuencia.
Juguemos a ser los personajes de una película de Domingo con final feliz, o mejor, sin final.
Juguemos a que entro de nuevo en una sala cualquiera y ya nunca más volvió a ser una sala cualquiera.
Juguemos a que los kilómetros se pueden quitar con una pala igual que la nieve.
Juguemos a que a las buenas personas no les puede pasar nada malo.
Juguemos a que no existen las despedidas.
Juguemos a vivir juntos en medio del campo.
Juguemos a que dejamos las pantallas de lado.
Juguemos, un poco más, al juego peligroso de creer que esto era para siempre.
A veces ves el muro y sientes la necesidad de acelerar por la pequeña posibilidad de romperlo esta vez.
Juguemos a tantos juegos como se nos ocurran.
Juguemos a que el dolor de nuestras rodillas raspadas al caernos de pequeños es el mayor dolor que podemos sentir.
Juguemos a que las luces del escenario no se apagan y, por tanto, no nos vamos.
Juguemos a ser valientes y reconocer nuestros miedos.
Juguemos con los miedos y que sean ellos los que se escondan bajos las sábanas.
Juguemos a que te echo de menos.
Juguemos a que no me asusta decírtelo.
Juguemos a que os echo de menos.
Juguemos a que no me asusta decíroslo.
Juguemos a lo que queráis,
pero juguemos a lo que sea ya,
que ya me voy a despertar. 

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