jueves, 10 de mayo de 2018

No te lo vas a creer.


Hoy me he levantado y, por primera vez desde hace un tiempo, tu recuerdo no estaba en ningún rincón escondido entre las sábanas, ni tampoco estaba la nostalgia de esos "cinco minutos más" que nunca eran cinco; y ha sido extraño porque llevaba demasiado tiempo, o al menos más del debido, conviviendo con esos sentimientos que, aunque no ahogaban, siempre apretaban un poco a la altura del cuello haciendo notar su presencia, pero hoy he abierto los ojos, y al respirar he sentido que ya no estabas aquí, que de verdad te habías ido, porque una cosa es cuando alguien dice irse y otra cuando se va de verdad y hoy ha sido el día.
Y, no sabría describirlo exactamente, pero ha sido como el fin de una guerra entre dos países que ha durado años, ya no queda rencor, ni mentiras ni gritos porque ya lo consumieron todo, nos consumieron amor, a nosotros y a esos planes de futuro que nunca llegaron, por lo que se fueron, nos dejaron de nuevo en libertad y verás, me siento extraña porque me siento como un ave que lleva años encerrado en una jaula y que hoy, por primera vez, ha salido de ahí y se ha asomado por la ventana.
Ahí fuera hace un sol resplandeciente y hay tantos lugares nuevos por descubrir que me muero de ganas por emprender el vuelo, desconozco si tú lo has hecho ya.
¿Qué crees que pasaría si nos volviéramos a encontrar?, creo que lo más seguro es que no tendría lugar ninguna palabra ni frase, como si se tratase de dos viejos asesinos con miedo a sufrir nuevos daños, aunque, creo que sí te miraría, sólo una vez, me resultaría imposible no hacerlo... y no sé si sería recíproco o no, pero, de verdad, no podría evitar hacerlo, fijándome en cada pequeña arruga de tu rostro para guardarlas ahí, a la izquierda, muy cerquita del corazón, para que este nunca pase frío ni cuando más apriete el invierno.
Creo que tuvimos tiempo más que suficiente para decirnos todo lo que quisimos, y supimos hacerlo, vomitar todo aquello que ya no cabía dentro, así que ya está, no nos queda nada más, o al menos a mí. 
Me preparo mi desayuno bailando al ritmo de la música en la cocina, sonrío sin parar y hasta me atrevo a cantar algunas estrofas intentando no desafinar demasiado, ¿te acuerdas de todas esas manías, torpezas e imperfecciones que tan fácilmente veías en mí?, pues estoy empezando a visualizar en ellas cierta belleza, cierto encanto desordenado que no creí que pudiera existir. 

Hace unos días que me he propuesto querer de manera intensa y sin condiciones a la chica morena del espejo que siempre me da los "buenos días", a veces más animada y otras menos, pero, siempre lo hace y, ¿sabes?... ayer me confesó que, para ser la primera vez, lo hago mucho mejor de lo que tú lo habías hecho hasta entonces. 

Hoy es Domingo y, parece de ciencia-ficción, pero esa tristeza que caracterizaba a estos días, y que seguro que regresará en algunas ocasiones, ha salido por la puerta mientras yo dormía y sólo ha dejado una nota de despedida:

                                                        -Sé feliz, te lo mereces.



  He pegado la nota en la puerta de la nevera y me he puesto manos a la obra.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario