martes, 13 de junio de 2023

La melancolía de un puñado de recuerdos


Te echo de menos, y me prometí no volver a decírtelo porque sé que ni te importa saber si te echo o no de menos, pero lo hago en muchas más ocasiones de las que me gustaría. Te echo de menos.

Me sigue doliendo tu ausencia, y más tu ausencia de ruidos y explicaciones a la hora de irte, dicen que cuando alguien se va sin hacer ruido y sin avisar es porque estaba deseando irse o porque no le importaba mucho estar o no estar, me duele pensar en esta opción pero cada día dueles un poquito menos.

Y lo voy haciendo, asumo que ya no estás a mi lado para que te cuente mis noticias buenas y malas, mis novedades y mis ideas, ni para que tú me cuentes las tuyas, la verdad que me gustaba la capacidad que siempre tenías de hacerme sonreír con tus bromas, las echo de menos, te echo de menos, ojalá no te hubieras ido. Hoy me acordé de ti escuchando esos acordes de guitarra y me dieron ganas de llamarte, de hablarte ilusionada como si nada malo hubiera pasado y darnos la despedida que nos merecíamos, que me merecía; sigo sin saber si tu silenciosa despedida fue más indiferencia respecto a nuestra amistad, miedo o desconocimiento de cómo hacerlo, pero poco a poco intento quitarle importancia y seguir con quienes quieren seguir estando a mi lado.

Pese a todo gracias por acompañarme durante el tiempo que lo hiciste y por haber sido la gran amiga y compañera que fuiste, fuiste de las importantes y supongo que por eso mismo cuesta soltarte del todo.

Ojalá que puedas aprender a despedirte mejor con las personas que te importan de lo que lo hiciste conmigo, creo que no me merecía esto independientemente de las razones que te motivasen para irte, pero ni siquiera fui capaz de entrar del todo en ti, siempre has sido una persona complicada a la que llegar, pero no por ello me arrepiento de haberme llevado tantas cosas buenas de ti, gracias. 

Ojalá que te vaya todo tan bien como sea posible y que nunca dejes de lado esos acordes de guitarra que te hacen ser tan tú, lo haces de miedo, aunque ya no estés aquí para que te lo pueda decir. 


domingo, 11 de junio de 2023

La incertidumbre sobre el papel

 

No sé muy bien qué me ocurre, pero algo aquí dentro araña, duele y entristece, lo peor siguen siendo mis dificultades para abrirme el pecho y mostrar esto ante la maldita pregunta de "¿qué tal?", acabo llorando sin querer cuando intento pronunciar el "bien" y me doy cuenta de lo evitativa que he sido estos meses y de todos mis esfuerzos por esconder bajo la cama a miedos que solo querían y necesitaban ser observados. 

Desde hace unos meses me siento un poco sola en gran parte de momentos, no sé muy bien por qué, pero así me siento, como a kilómetros de distancia de infinidad de personas y de mí misma, en ocasiones cuando estoy cansada de sostener tantas fronteras y mecanismos de defensa me relajo y me dejo abrazar y ser por quienes me miran con tanto amor y/o ganas de conocerme, me da miedo enseñarles todo esto, me agobian las expectativas y la incertidumbre, y esto último acaba de llegar y sé que, en mayor o menor medida, se quedará aquí. 

Necesito volver a mí, seguir curando heridas propias por haber considerado "hogar" la boca del lobo, y volver a confiar en los de ahí fuera, que pánico la verdad; dejarme cuidar, abrazar, querer y llorar a mares en quienes de verdad quieran estar aquí cerquita para demostrarme de nuevo que, aunque cayera en unas manos ausentes de amor, eso no significa que el resto vayan a ser igual.

Necesito volver a creer en mí, ser como soy y volver a ser consciente de mi valor, me siento diminuta últimamente y, en ocasiones, transparente, pero cuando alguien me ve, cuando alguien me mira a los ojos soy yo la que evita cualquier acercamiento por miedo a nuevas heridas o a que no encuentre nada interesante aquí dentro. 

Vacío. He vuelto a perder el control de muchos procesos internos y ahora esa palabra me acojona escribirla, leerla y escucharla; supongo que es por la intensidad y frecuencia con la que la siento o por haber llegado el momento en que tener que exponerme a la ausencia de un camino claro al ser yo la única que puede decidir por dónde ir. Miedo de nuevo, pero sigo respirando, eso es importante. 

¿Y ahora qué?

Tal vez ahora no haya nada más que esto, abandonar mi modo automático de supervivencia, dejar de evitar lo inevitable y volver poco a poco a tener esas citas preciosas que antes tenía con la niña y mujer del espejo, ¿seguirá ahí?. Tengo muchísimas ganas de seguir siendo capaz de abrirme el pecho ante nuevas personas, aunque no lo parezca, me encanta conectar con nuevas personas, pero he descubierto que esto va a llevar tiempo, y es que últimamente tengo más ganas de que me cuiden, me escuchen y me quieran bien que de un polvo rápido sin apenas miradas de verdad.

Hay un lugar que sigue intacto, que sigue conservando toda su magia sin importar que esté ocurriendo fuera, los teatros. Es de los pocos lugares donde puedo volver a ser yo, donde vuelvo a ser inmensamente feliz y donde acabo emocionándome al sentirme parte de él. Se apagan las luces, se abre el telón y vuelvo a ser invencible, cada día estoy un poco más enamorada del teatro. 

En fin, sigo sin saber qué me pasa, pero espero volver a mí pronto y que todo vaya bien.


martes, 6 de junio de 2023

Abrazos de algodón


Hay personas que con estar a su lado unos minutos ya te hacen desear haberlas conocido antes,  te muestran así que sí es posible echar de menos a alguien que todavía no conocías, yo ya le echaba de menos, yo ya tenía ganas de conocer a alguien que te abraza o te mima unos segundos y te hace sentir a salvo de cualquier guerra, de cualquier tormenta. 

Y es que ella abraza mucho antes de rodearte con sus brazos o de apoyar su cabeza en tu hombro, sonríe bonito y mira con los ojos de esa niña curiosa en su primer día de colegio que se muere de ganas de hacer nuevas amigas; miré unos segundos en el fondo de esos ojos oscuros, y antes de apartar la mirada por miedo a ponerme nerviosa o a que mis mejillas cogieran un color rosado, vi en su mirada un sofá en el que poder descalzarse, ponerse cómoda y juguetear con los cojines, este era un espacio seguro, o eso parecía, era un rincón precioso en el que poder refugiarse del mundo dejándose querer o queriendo estar a su lado un ratito más. 

Se acercó con el máximo cuidado y  ternura, traía cofres enteros de ambos que probablemente ella misma los guardaba en su interior, al poco rato su sonrisa se convirtió en el columpio de un parque donde el miedo no existía y donde la ternura iba y venía jugueteando sin parar mientras hablábamos.

Es como la noche en que esperábamos al ratoncito Pérez de pequeños, te hace feliz y es inevitable no empezar a quererle sin querer queriendo quedarte un ratito más a su lado, pero casi nunca se queda demasiado, va de aquí para allá sin parar y su agenda está más llena de personas y eventos que la de cualquier famoso random, supongo que es porque tiene muchas personas a las que demostrar que la ternura, al igual que el amor, mueve el mundo. 

Una vez me agradeció que me abriera un poco el pecho para mostrarle partes pequeñitas de mi mundo, me dijo que a ella lo emocional le costaba y que por eso valoraba cuando alguien le mostraba sus emociones, me morí de ganas de decirle que sin apenas conocerle sentía que en su interior llevaba una infinidad de emociones preciosas y que tal vez estaba viendo en otros lo que ella tenía dentro de sí misma. 

Sigo teniendo algo de miedo a  las nuevas personas  y a que me puedan hacer daño, pero cada vez que tenemos la suerte de coincidir con ella nos introduce en su burbuja con esa sonrisa en la que columpiarse hablando de cualquier cosa, luego nos abraza con esa ternura tan característica de ella, te aprieta un poquito a su pecho y te sale una sonrisa sin querer deseando que dure un poquito más este instante o que no pase mucho tiempo hasta volver a estar a su lado, y no sé cómo la hace, pero entre esos brazos el miedo y el ruido de ahí fuera desaparece y sólo se escucha la canción de dos corazones explotando de ternura y amor.